Resumen
Capítulo III: El Panoptismo
El tercer capítulo de la sección "Disciplina" se titula "El panoptismo". Aquí, Foucault se inspira en el diseño propuesto por Jeremy Bentham para el proyecto de una prisión llamada "Panóptico". "Pan" significa "todo" y "óptico" se refiere a la vista; el Panóptico es entonces una institución en la cual todo es visto, todos están constantemente bajo vigilancia. Para lograr este efecto, Bentham imaginó una prisión con una torre central y celdas organizadas en un círculo alrededor. El prisionero de una celda podría ser visto en cualquier momento por el guardia que ocupara la torre. Lo más importante para Bentham es que incluso si el guardia no estaba realmente vigilando al prisionero en un momento dado, este último no tendría forma de saberlo. Siempre era posible que el prisionero estuviera siendo vigilado, y por eso estaba siempre bajo la presión de comportarse correctamente.
El panoptismo, para Foucault, es la condición de sentirse constantemente vigilado. Una vez más, no hace falta que las personas sean realmente vigiladas. Lo que importa es que crean que están siéndolo. Para que esto tenga el efecto máximo, las personas no deberían poder asegurarse si están siendo vigiladas o no en ningún momento. El poder debería ser "visible e inverificable": la torre visibiliza la posibilidad de ser vigilado, pero, impedido de ver el interior de la torre, el prisionero no puede saber exactamente cuándo está siendo observado. Esto flexibiliza el poder, incluso lo vuelve infinito: como nunca puedes saber cuándo opera el poder, está operando de hecho constantemente.
El Panóptico era el diseño de una prisión. Pero Foucault cree que representa el poder estatal en la sociedad moderna. Él llama a esta sociedad una sociedad "disciplinaria" en lugar de una sociedad de soberanía. En una sociedad de soberanía, el poder está ubicado en el soberano: es el rey quien controla la ley y legitima el ejercicio de la violencia. El poder está así centralizado y localizado. Por el contrario, en una sociedad disciplinaria, las personas son controladas por normas sociales en lugar de un rey o una figura central. Todos se disciplinan a sí mismos para encajar en las normas de comportamiento correcto. Y como estas normas pertenecen a la sociedad y están por eso en todos lados, las personas se disciplinan todo el tiempo, tal como un recluso que cree que está siendo constantemente vigilado. El poder está en todos lados, y las personas se adecúan a él voluntariamente en vez de verse obligadas a adecuarse mediante la violencia o la amenaza de violencia.
Para mostrar las implicaciones radicales de esta dinámica de poder, Foucault abre el capítulo discutiendo cómo las sociedades respondieron a la plaga en el siglo XVII. En ese caso, lo importante era poner en cuarentena a los infectados por la plaga, lo que creó a la vez una división entre los vivos y los que morían. Los enfermos tenían que ser vigilados y apartados. Por el contrario, en una sociedad regida por normas sociales, todos están siendo vigilados en todo momento.
Foucault llama a esto la "generalización disciplinaria" (p. 212). No son solo los enfermos o los criminales quienes se sienten vigilados, sino que es una condición para todos en general. En la parte anterior, vimos como instituciones particulares, como el cuartel o la escuela, convertían a las personas en objetos de estudio, constantemente evaluadas y observadas. Así y todo, ninguna institución es dueña de este proceso. La observación continúa sucediendo incluso fuera del cuartel o la escuela, porque las normas sociales están en todos lados. También es por esto que el poder disciplinario no pertenece a un gobierno, a la policía, u otros órganos "oficiales" del poder en una sociedad. Nadie controla las normas, porque están en todos lados y todos están sujetos a ellas.
Una consecuencia de este desplazamiento de la disciplina concentrada por las instituciones a un tipo general de poder a lo largo y ancho de la sociedad es lo que Foucault llama una "inversión funcional de las disciplinas" (p. 214). En el pasado, la disciplina principalmente neutralizaba el riesgo; tenía la función de negarlo, lo que implicaba querer deshacerse de los malos comportamientos. Ahora la disciplina también adopta la función positiva de crear "ciudadanos productivos" (p. 245). El objetivo no es solamente destruir los malos comportamientos, sino crear personas buenas que contribuyan constantemente a la sociedad y actúen de manera adecuada.
Análisis
En el apartado previo vimos cómo Foucault consideraba las similitudes a través de distintos tipos de instituciones. La escuela, el cuartel y los hospitales operaban todos sobre principios de reclusión donde cada persona tenía su lugar y función. En esta sección, Foucault abstrae ese proceso de las instituciones y lo observa en su funcionamiento social más general. Esta es la transformación mayor que Foucault describe: cómo un tipo de poder que era practicado en un sitio particular se libera de él, y flota a través de la sociedad para ser practicado en todo lugar, en todo momento.
El panoptismo, o el proceso general del Panóptico, es complejo de comprender. El sentido es que uno siempre siente estar siendo observado, lo que significa que uno siente siempre la presión de actuar adecuadamente. El punto para Foucault es que uno no tiene que tener conciencia de esa sensación. Tampoco es necesario estar constantemente bajo vigilancia. Podríamos estar solos en nuestras casas, pero la norma social de actuar correctamente está tan internalizada que igual actuaríamos como si alguien nos estuviera mirando. De hecho, el poder disciplinario es más poderoso porque es mayormente inconsciente. Mientras más internalizada estén las normas, mayor alcance tendrá el poder.
Vale mencionar que nadie construyó el Panóptico en el siglo XIX. Jeremy Bentham lo describió, pero el edificio como tal nunca fue construido. Esto no fue un problema para la teoría de Foucault, ya que su interés estaba en el proceso general más que en la cosa particular. El Panóptico es un modelo de cómo opera el poder. Eso significa que es más una metáfora, y es el poder de la metáfora, más que el hecho de su existencia, lo que Foucault persigue.
Esto también es una demostración del tipo singular de historia que hace Foucault, donde le interesan menos las cosas que realmente sucedieron que el discurso, o la forma en que se pensaba o hablaba de esas cosas. Lo que le importa a Foucault no es si cierto tipo de edificio fue de hecho construido, sino el significado de la posibilidad de describir y desear un edificio semejante. El simple pensamiento del Panóptico nos indica el deseo de cierto tipo de poder más que las estructuras físicas. Esta es la utilidad de analizar el discurso, las formas en las cuales nos presenta presupuestos tácitos sobre cómo una sociedad se concibe.
Es difícil sobrestimar la importancia que pone Foucault en el nivel operativo del poder para crear "buenas personas". A veces pensamos que el poder actúa sobre los ciudadanos de un Estado, por ejemplo. Entonces hay ciudadanos que hacen algo y la policía los castiga. Foucault dice que el poder ya está actuando cuando los ciudadanos se reconocen como tales. Eso es porque la identidad de los ciudadanos ya carga para ellos con un sentido en términos de cómo actuar ante las figuras de autoridad a las cuales están sujetos. No hay identidades neutras. Al momento en que los individuos se identifican, ya están haciéndolo dentro de un sistema de normas que afecta su comportamiento.