Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión

Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión Lista de Personajes

Robert-Françoise Damiens

Damiens fue la última persona ejecutada en el cadalso en Francia mediante el violento proceso reservado a los culpables de matar a un rey o de intentarlo. Él intentó matar a Luis XV en 1757 y fue ejecutado en marzo de ese mismo año. Foucault abre Vigilar y castigar con un relato de esa ejecución porque demostraba la convergencia entre el poder soberano y el espectáculo público del castigo. Fue la última ejecución de su tipo en Francia, y así marcó el final de la era de este tipo de poder. Foucault propone a Damiens como el último hito en la era del poder soberano.

Jeremy Bentham

Bentham fue un filósofo y reformista británico que vivió entre 1748 y 1832. Utilitarista, creía que las sociedades deberían apuntar a incrementar la felicidad de la mayor cantidad de personas, sin limitar sus derechos o las fuentes de su felicidad que fueran inocuas para los demás. Esto lo empujó a defender los derechos y las libertades individuales, incluyendo la libertad de expresión, y abogar por la igualdad de derechos para las mujeres y el derecho a la libertad sexual. Foucault lo trae a Vigilar y castigar como el creador del panóptico, una construcción cuyo diseño podía ser utilizado en cárceles, hospitales y escuelas, y cuyo objetivo era la organización más eficiente para detenidos, pacientes o estudiantes. El edificio había sido concebido originalmente por el hermano de Bentham y nunca fue construido como tal, pero influenció la forma de muchas cárceles modernas, y simbolizó para Foucault una nueva distribución del poder donde las personas creen que están siendo observadas todo el tiempo. El nombre del edificio viene del griego "pan" (todo) y "optes" (observación).

El soberano

El soberano como figura es la fuente última de poder en las sociedades monárquicas, incluyendo a la Francia y la Inglaterra de la época analizada por Foucault. Vigilar y castigar aborda la pérdida del poder soberano a comienzos del siglo XIX, cuando la autoridad empieza a atribuirse más a los ciudadanos de un país que a su gobernador. Así, el libro comienza con la última ejecución de un regicida frustrado en Francia. Este es el peor crimen en una sociedad de la soberanía, porque terminaría con la fuente misma del poder. Pero, como Foucault describe, las sociedades comenzaron a cambiar en cuanto a sus concepciones de la naturaleza del crimen y las fuentes de poder.

El pueblo

Con el declive del poder soberano, el poder del pueblo creció. Esto marcó la emergencia de sociedades más democráticas. El poder es del pueblo, que puede votar para organizarse y protestar, más que del individuo que gobierna a esa población. Al principio este poder estaba dirigido contra el soberano, por ejemplo, cuando el pueblo protestaba en contra de las ejecuciones que eran el ejercicio de su autoridad. Eventualmente el poder se dirige también en contra del mismo pueblo, cuando cada uno siente que todos los demás están observando y juzgándolo. Esta es una de las ironías del poder del pueblo: significa que todos son a la vez parte del poder y sujetos del poder que está en todos lados.

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