Después que Creonte envía lejos al centinela, él interroga a Antígona acerca de por qué decidió desobedecer su decreto y enterrar el cuerpo de Polinices. Antígona admite que ella es responsable de cometer este acto, pero insiste en que las órdenes de negarle sepultura provienen de Creonte, pero las leyes divinas de brindar un entierro apropiado a todos los hombres muertos provienen de los dioses mismos. Creonte concede mayor importancia a sus propias leyes para la ciudad colocándolas por encima de las leyes divinas: "No he creído que tus decretos, como mortal que eres, puedan tener primacía sobre las leyes no escritas, inmutables de los dioses. No son de hoy ni ayer esas leyes; existen desde siempre y nadie sabe a qué tiempos se remontan. No tenía, pues, por qué yo, que no temo la voluntad de ningún hombre, temer que los dioses me castigasen por haber infringido tus órdenes". Líneas 496-503. Antígona insiste en que ella no dejará de respetar las leyes de los dioses.
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Creonte declara que ella será castigada a la pena de muerte por desafiar su decreto. Él pide que Ismene, su hermana, también sea traída a su presencia, pues él sospecha que ella está involucrada en el complot para enterrar a Polinices. Mientras están esperando, Antígona critica a Creonte declarando que él se está excediendo en sus facultades como rey, ya que sólo hace lo que él quiere sin tener en cuenta otras leyes o moral, como las leyes de los dioses. Insiste en que enterró a Polinices por su amor hacia él, aunque Creonte insiste en que su hermano era un enemigo de Tebas. Únicamente Etéocles es un héroe, porque murió tratando de proteger a la ciudad de Polinices. Antígona dice que ningún hombre es un enemigo o un héroe; sino que son simplemente dos hermanos que murieron en combate, a los que amaba mucho. Ambos merecen una sepultura digna.
Una vez más, Antígona evidencia que para ella la familia tiene mayor importancia a la ciudad. Creonte piensa que la ciudad es más importante que cualquier otra cosa. Antígona trata de decirle que, como él había sospechado antes, hay ciudadanos en Tebas que cuestionan la autoridad de Creonte y que están de acuerdo con lo que ha hecho Antígona desobedeciéndolo. Aunque Creonte sospechaba anteriormente de los ciudadanos tebanos, ahora insiste en que Antígona está sola y que todo el pueblo de Tebas apoya sus decisiones. Creonte no hace caso a todo lo que ella ha dicho acerca de él porque ella va a morir pronto de todos modos, "Ya que tienes que amar, baja, pues, bajo tierra a amar a los que ya están allí. En cuanto a mí, mientras viva, jamás una mujer me mandará". Líneas 577-578. Creonte no sólo está molesto porque ella lo haya desobedecido, sino también por el hecho de que haya sido una mujer quien se haya atrevido a desobedecer los deseos de un hombre, cuestionando su autoridad.
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En ese momento, el Coro anuncia la llegada de Ismene. Creonte le pregunta de inmediato si ella ayudó a Antígona a realizar los ritos funerarios al cuerpo de Polinices. Aunque Ismene realmente no participó y más bien trató de impedir que Antígona violara el decreto de Creonte, ahora Ismene declara que ella ayudó a Antígona, y que ella debe morir con su hermana. Sorprendida, Antígona insiste en que ella actuó sola, y le decir a Ismene que deje de mentir por su bien. Sin embargo, Ismene declara que no puede vivir sola con todos los demás de su familia muertos, entre ellos su única hermana que sobrevive. A pesar de los ruegos de Antígona, Ismene dice que ayudó a cometer el crimen de enterrar a Polinices y que ellas por lo tanto deben morir juntas "¿qué vida, abandonada de ti, puede serme aún apetecible?".
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Ismene entonces pregunta a Creonte si él matará a su propia futura nuera, pues Antígona está comprometida para casarse con el hijo de Creonte, Hemón. Creonte fríamente le contesta que no quiere para sus hijos mujeres malvadas. Él indica que las dos hermanas sean llevadas y mantenidas en custodia hasta ser ejecutadas, porque "Que no se retrase más. Es preciso que estas mujeres queden bien sujetas, de modo que no tengan ninguna libertad. Que incluso los valientes, cuando vean que Hades amenaza su vida, intenten la huida". Líneas 636-639. Creonte teme que traten de huir, ya que podrían tener miedo de morir. Él dice que, al igual que a todas las mujeres, a estas dos no se les permite ir a ningún lado, "no tengan ninguna libertad". Creonte piensa que las mujeres no son tan dignas como los hombres. El hecho de que hayan sido mujeres las que lo hayan desobedecido aumenta sus sentimientos de ira.
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Después que se llevan a las mujeres, el Coro de ancianos tebanos canta acerca de cómo una vez que un miembro de una familia comete un crimen contra los dioses, los castigos siguen afectando a muchas generaciones posteriores en la familia. Ellos recuerdan cómo la familia de Edipo ha sido maldecida por muchas generaciones, hasta estas muchachas que eran "la última luz de esperanza" para la familia de Edipo. El Coro reconoce que el rey de los dioses, Zeus, es todopoderoso, y que su poder dura por siempre en el futuro, porque él es inmortal. El Coro agrega: "Un sabio dijo un día estas memorables palabras: «El mal se reviste con el aspecto del bien para aquel a quien un dios empuja a la perdición; entonces sus días no están por mucho tiempo al abrigo de la desgracia»". Líneas 673-678. Estas palabras se refieren al desacuerdo sobre si el cadáver de Polinices debe ser enterrado. Antígona piensa que ella ha tomado la decisión correcta siguiendo las leyes divinas de dar a los muertos un entierro digno, mientras que Creonte cree que ha tomado una buena decisión al castigar a lo que él considera como un enemigo de la ciudad negándole la sepultura. Sin duda uno de los dos piensa que tiene razón cuando en realidad está siguiendo un mal camino como lo predice el coro, aunque no es seguro quien podría ser. Se sugiere que Creonte es el hombre que está errado, porque es él quien viola las leyes divinas a las que el coro les está otorgando tanta importancia a causa de su negativa a enterrar a Polinices.
El Coro anuncia que el hijo de Creonte, Hemón, ha llegado y se pregunta si él está planeando criticar a su padre por condenar a muerte a su prometida, Antígona. Hemón responde que él respeta plenamente a su padre en cualquier decisión que tome, debido a la "bondad de [su] liderazgo". Así como Creonte ha convertido a Polinices en un enemigo de la ciudad, ahora él hace lo mismo con Antígona, explicando porque la ha condenado a la pena de muerte. Él aconseja: "No pierdas, pues, jamás hijo mío, por atractivos del placer a causa de una mujer, los sentimientos que te animan, porque has de saber que es muy frío el abrazo que da en el lecho conyugal una mujer perversa… Rechaza, pues, a esa joven como si fuera un enemigo, y déjala que se busque un esposo en el Hades. Ya que la he sorprendido, única en esta ciudad, en flagrante delito de desobediencia..." Líneas 702-710. Debido a que Antígona ha desobedecido a Creonte, de repente se ha convertido no sólo en su enemiga, sino también en enemiga de la ciudad. Creonte también dice que no va a parecer un tonto perdonándola, porque todos los ciudadanos tebanos quieren que ella muera de todos modos.
Él continúa: "«Se debe obediencia a aquel a quien la ciudad colocó en el trono, tanto en las cosas grandes como en las pequeñas... No hay peste mayor que la desobediencia; ella devasta las ciudades, trastorna a las familias…En cambio, la obediencia es la salvación de pueblos que se dejan guiar por ella. Es mejor, si es preciso, caer por la mano de un hombre, que oírse decir que hemos sido vencidos por una mujer". Líneas 720-734. Creonte afirma que él hace lo que los ciudadanos en Tebas desean que se haga, porque él es su representante. Esto contradice el anterior comentario efectuado por Antígona señalando que los ciudadanos Tebanos no están de acuerdo con la decisión de Creonte de negarle la sepultura a Polinices. Además, una autoridad debe ser obedecida por todas las personas, sin importar las órdenes que dé, porque una ciudad será destruida si nadie obedece la autoridad, y más que nada las mujeres deben obedecer a la autoridad de los hombres. Si un hombre hubiera cometido este delito de desobediencia, Creonte sugiere que tal vez no lo hubiera condenado a la pena de muerte. Sin embargo, se niega a dejar que cualquier mujer, como Antígona e Ismene queden impunes y sin castigar por desobedecer a un hombre, porque él no quiere que los ciudadanos sepan que una mujer lo desafió. Esta es una situación embarazosa para él, pues señaló "no debemos dejar que la gente diga que hemos sido vencidos por una mujer".
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Hemón, hijo de Creonte, reconoce que las palabras de su padre son muy sabias, y él respeta su decisión de condenar a muerte a Antígona. Sin embargo, ofrece algunos consejos a su padre porque él está tratando de proteger su reputación, y le advierte que no todos los ciudadanos tebanos apoyan lo que él piensa. De hecho, "La ciudad compadece a esa joven, merecedora, se dice, menos que ninguna, de morir ignominiosamente por haber cumplido una de las acciones más gloriosas…Todos los que creen que ellos solos poseen una inteligencia, una elocuencia o un genio superior a los de los demás, cuando se penetra dentro de ellos muestran sólo la desnudez de su alma. Porque al hombre, por sabio que sea, no debe causarle ninguna vergüenza el aprender de otros siempre más y no aferrarse demasiado a juicios". Líneas 747-767. Hemón le aconseja a su padre no ser tan inflexible y pensar también en la opinión de los ciudadanos, porque muchos de los habitantes de Tebas están en desacuerdo con sus decisiones. Hemón dice que Creonte debería aprender de sus errores a fin de no ser tan impetuoso en el futuro; no hay nada indigno en cambiar de opinión porque se ha aprendido algo nuevo.
Al escuchar estas palabras, Creonte se pone furioso, burlándose de su hijo y preguntándole de qué forma un hombre mayor como él puede adquirir sabiduría de un hombre joven como es su hijo. Luego afirma audazmente que las opiniones de los ciudadanos tebanos no importan, "¿Ha de ser la ciudad la que ha de dictarme lo que debo hacer? aunque esto es totalmente opuesto a lo que dijo antes. Creonte había indicado anteriormente que representaba las necesidades de la gente, porque todos lo apoyan y él sólo está haciendo lo que los ciudadanos quieren que él haga. Hemón también se enoja, criticando la capacidad de Creonte como gobernante, diciendo que él debería ser el rey de un desierto donde no hay personas que discutan con él. Hemón dice que Creonte es inflexible e intolerante, porque no escuchará y ni siquiera considerará lo que él ha expresado, y él está siguiendo las leyes divinas al defender a Antígona, porque ella no ha cometido ningún pecado contra los dioses. En cambio, Creonte es culpable de un pecado al negarle la sepultura a un hombre muerto.
Seguimiento del Tema: Orgullo 7
En respuesta, Creonte simplemente llama a su hijo "esclavo de una mujer", haciendo caso omiso de sus palabras, mientras que Hemón dice que si Creonte no fuera su padre entonces le llamaría loco. Finalmente, no mostrando ningún respeto por su hijo, Creonte pide que traigan de inmediato a Antígona para que sea ejecutada allí en frente de Hemón, solo para molestarlo. Hemón grita que esta es la última vez que Creonte lo verá, huyendo apresuradamente muy conmovido. Creonte ignora esta conducta calmadamente y se muestra indiferente. El señala que las palabras de Hemón no han cambiado nada, ya que tanto Antígona como Ismene ambas deberán morir por violar su decreto que prohibía darle sepultura a Polinices. A diferencia de Antígona, Creonte ha dado prioridad a la ciudad, anteponiéndola a su propia familia. En lugar de ser un padre cariñoso hacia su hijo, es un rey cruel y carente de sentimientos.
Seguimiento del Tema: Orgullo 8
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