Margarita y Manuel no saben que son hermanos (ironía dramática)
Ambos son hijos del Obispo Claro, pero se enteran de este hecho recién el final de la novela. Ellos se conocían desde chicos y se enamoraron, por lo que pretendían casarse.
El trágico final consiste precisamente en la develación de esta verdad oculta. Quien lo cuenta es Lucía -madrina de Margarita- a quien Marcela -madre de Margarita- se lo había confesado antes de morir.
Ironías verbales del cura Pascual Vargas
“—¡Ajá! ¿Eso le han enseñado a usted sus maestros, para no reparar en la acusación de su padre?— preguntó con ironía el cura, empeñado en su labor de zapa”.
El cura Pascual Vargas siempre habla de modo burlón e irónico. Como aquí bien dice el texto, 'preguntó con ironía' a Manuel si acaso su comportamiento era algo aprendido en el colegio. Es más, en la misma escena lo trata de 'colegial', cuando sabemos que ya no lo es. Es decir, este personaje siempre dice cosas queriendo significar algo diferente.
Comportamiento contrario al sentir por parte del cura Pascual (ironía verbal)
“Arrodillado junto al lecho mortuorio, con el rostro escondido entre las manos, estaba el cura Pascual”.
Siendo el responsable de la muerte de Marcela, el cura aparece ante los demás personajes como si estuviera compungido y entristecido. Esto, en realidad, no es así. De hecho, está más bien preocupado por lo que Marcela le ha revelado en su confesión.
Marcela muere en manos de quienes pretenden atacar a Fernando (ironía situacional)
En un momento, los pobladores se reúnen tras el llamado del reloj y de la campana del pueblo, para realizar un motín en contra de Fernando, el 'blanco progresista', pues lo consideran un ladrón. Sin embargo, Marcela, esposa de Juan Yupanqui, muere en el altercado, cuando no es lo que pretendían los demás.