Ebenezer Scrooge, un anciano avaro, calculador y amargado, vive en la ciudad de Londres y es dueño de un estudio de contabilidad. La narración comienza un día antes de la Navidad. Durante la tarde, Fred, sobrino de Scrooge, pasa por el estudio para invitar a su tío a una cena navideña, pero el anciano la rechaza, dejando en claro que la actitud alegre y generosa del joven le parece una ridiculez. Asimismo, se queja porque Bob Cratchit, su empleado, espera tener el día libre para celebrar con su familia. Scrooge cree que la Navidad no tiene nada de especial, y que es solo una excusa para no trabajar.
Por la noche, el viejo regresa a su casa y encuentra en la puerta de entrada al espíritu de su antiguo socio, Jacob Marley, fallecido siete años antes. Scrooge se siente desconcertado pero, tras unos instantes, logra conversar con el fantasma. Este le cuenta que ha sido condenado a merodear por la ciudad sin descanso como castigo por haber sido avaro y poco amable en vida. En esta oportunidad, se aparece ante Scrooge para evitar que corra su misma suerte. El espíritu anuncia que las próximas noches, a la una de la mañana, tres espíritus visitarán a Scrooge.
Algunas horas más tarde, Scrooge se ha quedado dormido, pero despierta repentinamente y encuentra al Fantasma de la Navidad del Pasado en su habitación. La figura del espíritu es extraña: es pequeño, como si fuera un niño, pero se parece a un anciano. Este espíritu le muestra a Scrooge escenas de su pasado, recorriendo situaciones de su niñez y su juventud. Desde chico es una persona solitaria, pero es recién en la juventud cuando se vuelve realmente avaro. Esto termina de aislarlo de sus seres queridos, ya que solo se preocupa por acumular dinero. Al verse reflejado en estas sombras del pasado, el viejo se conmueve, se emociona y llora. Cuando la visita del espíritu termina, se queda dormido.
Después de muchas horas, vuelve a despertar y se encuentra con el Fantasma de la Navidad del Presente. Su figura es gigante y su actitud, alegre. Le muestra a Scrooge escenas presentes de la Navidad, tal como la están celebrando las personas que el anciano conoce, destacando los gestos de amabilidad, alegría y generosidad. Así, se presenta detenidamente el festejo en la casa de Bob Cratchit, que es muy pobre y tiene una familia numerosa. El más pequeño de sus hijos, el Pequeño Tim, está enfermo. El espíritu le explica a Scrooge que, a menos que las cosas cambien, el niño morirá. El viejo se angustia mucho y se siente motivado a evitar la muerte del niño. Luego, observan la fiesta que tiene lugar en la casa de Fred. Hacia el final de la visita, salen de entre las túnicas del fantasma un niño y una niña en un estado deplorable, vestidos en harapos. Se trata de la Ignorancia y la Carencia, y el espíritu le aconseja a Scrooge cuidarse de ambos, sobre todo de la Ignorancia.
Por último, el anciano recibe la visita del Fantasma de la Navidad Venidera. La figura está vestida de negro y se mantiene siempre en silencio. Le muestra diversas escenas en las que diferentes personas comentan la muerte de un hombre. Nadie parece apenarse por esa pérdida y, de hecho, muchos se sienten felices. Scrooge está muy intrigado por saber el nombre del difunto. El fantasma no le brinda información sobre la identidad del muerto, pero le hace ver que también ha fallecido el Pequeño Tim. A pesar de compartir un enorme dolor, la familia Cratchit se mantiene unida por el amor. Al final, el fantasma lleva a Scrooge al cementerio, donde contemplan una lápida con su nombre. De esa manera, el viejo se da cuenta de que es él mismo quien ha muerto. Triste y desesperado, asegura que quiere hacer todo lo posible por cambiar la realidad y evitar que ese sea su futuro. Promete incorporar todo lo que ha aprendido con los fantasmas del pasado, el presente y el futuro y, entre otras cosas, abrazar el espíritu navideño.
Scrooge despierta en su habitación y se da cuenta de que las tres visitas han tenido lugar una tras otra, durante la misma noche, por lo que ahora se encuentra en la mañana del día de Navidad. Se levanta con una actitud completamente renovada: sonríe y es amigable con todo el mundo, le envía un gran pavo a la familia Cratchit, hace una importante donación a una institución de caridad y se dirige a la cena en la casa de su sobrino. Allí la pasa muy bien y se divierte con la esposa de Fred y los demás invitados. Al día siguiente, cuando Bob Cratchit se presenta a trabajar, Scrooge le anuncia que aumentará su sueldo. A partir de entonces, entabla vínculos de generosidad y amabilidad con todo el mundo, al punto tal que se convierte en una suerte de segundo padre para el Pequeño Tim, quien finalmente no muere. Tras las visitas de los tres fantasmas, Scrooge ha cambiado su actitud y su forma de pensar para siempre, y mantiene vivo el espíritu de la Navidad en su corazón.