Resumen
Scrooge se despierta en medio de la noche. Está tan oscuro que apenas puede ver la ventana de su cuarto. Guiándose por las campanadas de la iglesia, entiende que se han hecho las doce de la noche, pero esto le llama mucho la atención porque no cree haber dormido un día entero. Se levanta y, por la ventana, ve que la calle está vacía y en penumbras; se siente desconcertado. No puede parar de pensar en el fantasma de Marley y se pregunta si todo aquello habrá sido real o solo un sueño. De pronto, escucha las campanadas que indican que es la una de la mañana. Enseguida, su habitación se ilumina y las cortinas de su cama se corren.
Entonces, el viejo se encuentra con su primer “visitante ultraterrenal” (54). Es una figura extraña, puesto que parece un anciano pero tiene el tamaño de un niño. Viste una túnica blanca y un cinturón brillante, tiene los brazos descubiertos y los pies descalzos, y lleva una ramita de muérdago en la mano. Desde su coronilla irradia un haz de luz brillante y clara que ilumina la habitación y permite que Scrooge lo vea.
El anciano le pregunta si es el primero de los espíritus que el fantasma de Marley ha anunciado y, afirmando, este se presenta como el Fantasma de la Navidad del Pasado. Además, le explica que está allí para cuidar de su “bienestar” (56). Entonces, el espectro posa su mano sobre el corazón de Scrooge, y así se transportan hasta un camino en medio de la campiña. Scrooge lo reconoce de inmediato: allí ha transcurrido su infancia. Se siente muy conmovido por entrar en contacto con ese entorno nuevamente. Junto al fantasma, recorre el pueblo y encuentra a un grupo de chicos. Scrooge los reconoce a todos y se alegra de verlos. El fantasma le explica que están visitando un recuerdo y que, por lo tanto, esas figuras que Scrooge ve no pueden verlos a ellos. Los chicos salen de la escuela, corriendo alegremente, y se desean una feliz Navidad. Entonces el fantasma le recuerda a Scrooge que todavía hay un chico dentro de la escuela: está solo porque los demás lo ignoran. Al escuchar esto, el anciano sabe que se trata de él mismo y solloza.
Luego, el fantasma lo lleva por el camino hasta el interior de la escuela, que es una mansión de ladrillos a la vista. Adentro, ven al niño Scrooge leyendo, solo, junto a un pequeño fuego. Al contemplar la soledad de su imagen pasada, Scrooge se conmueve profundamente, llora y se lamenta por no haberle dado unas monedas al chico que quiso cantar un villancico en su negocio la tarde anterior.
El fantasma anuncia que pasarán a ver la escena de otra Navidad. Entonces, la figura del niño Scrooge crece algunos años, mientras el aula de la escuela se convierte en una habitación sucia y oscura. Fan, la hermana menor de Scrooge, entra en esa habitación y le dice a su hermano, con mucha alegría, que está allí para llevarlo a casa, de manera tal que puedan celebrar la Navidad juntos. La muchacha menciona que el padre de ambos ha adoptado una actitud más amable y cariñosa y ha aceptado la presencia de Ebenezer en su hogar. Tras compartir una cena con el director de la escuela donde el joven Scrooge estudia como pupilo, los hermanos se retiran juntos antes de dirigirse a la casa del padre. Al terminar la escena, el fantasma le recuerda al anciano que Fan ha fallecido después del parto de su hijo, Fred.
Luego se dirigen a un almacén ubicado en la zona comercial de una ciudad. Es el primer lugar donde el joven Scrooge ha trabajado como aprendiz. El dueño, Fezziwig, es un anciano alegre que les da a Scrooge y su compañero, Dick Wilkins, el día libre para celebrar la Nochebuena. Ambos jóvenes rápidamente limpian y ordenan el almacén y después encienden un pequeño fuego. Poco a poco, llegan otras personas, invitados de Fezziwig. La celebración navideña es entonces una gran fiesta. El anciano Scrooge disfruta tanto de la escena que casi se olvida de que se trata de un recuerdo. Reflexionando, le dice al fantasma que la alegría de esos festejos es mucho más valiosa que el dinero. También admite que quiere decirle algo a Bob Cratchit, su empleado.
Finalmente, visitan una escena en la que Scrooge es un adulto joven, y su rostro ya tiene unas marcas sutiles de la avaricia que lo caracterizará más tarde. Está sentado junto a una chica que llora. Es Belle, su antigua novia, quien, angustiada, le dice que quiere separarse porque él, en lugar de amarla como antes, ha pasado a adorar el dinero. De pronto, la escena vuelve a cambiar y Scrooge ve la vida que Belle lleva adelante luego de esta separación: se casa y tiene una gran familia, mientras que él mismo se convierte en un ser cada vez más solitario. En este punto, el anciano le ruega al fantasma volver a su propio tiempo e intenta, sin éxito, ocultar el brillo que el espectro emana. Eventualmente, vuelve a su habitación y cae exhausto sobre la cama, donde se duerme enseguida.
Análisis
En esta sección, la novela entra de lleno en su dimensión fantástica gracias a la presencia del Fantasma de la Navidad Pasada. Sin embargo, el protagonista, confundido por toda la situación, se pregunta si realmente está viviendo experiencias sobrenaturales o se trata de un sueño: "Cada vez que, tras una concienzuda reflexión, concluía que todo aquello no había sido más que un sueño, sus pensamientos retrocedían de nuevo, como un fuerte muelle al liberarlo, a la posición inicial, y planteaban el mismo problema aún sin solventar: ¿se trataba o no de un sueño?" (54). El hecho de que las visitas espectrales ocurran en medio de la noche, mientras él duerme, permiten pensar en esa hipótesis.
Sin embargo, es fundamental observar las intervenciones –breves y sutiles, pero significativas– que en ocasiones hace el narrador usando la primera persona. Este procedimiento ya ha aparecido en la Primera Estrofa y volverá a aparecer durante toda la novela. Aquí es especialmente revelador, puesto que sirve para potenciar el efecto fantástico de la narración. Apenas se presenta en la habitación de Scrooge el Fantasma de la Navidad del Pasado, el cuarto se ilumina y se corren los cortinados de la cama. Entonces, el narrador afirma: “Doy fe de que fue una mano lo que descorrió las cortinas [...] y Scrooge, sobresaltado, se incorporó levemente y se encontró cara a cara con el visitante ultraterrenal que las había descorrido: tan cerca de él como ahora lo estoy yo de ustedes, pues estoy, en espíritu, a su lado” (54). De esta manera, el narrador, por un lado, se ubica en una posición cercana a los lectores, generando confianza. Por el otro, nos asegura que, en efecto, un fantasma se ha presentado en la habitación, confirmando la interpretación fantástica de lo narrado.
El Fantasma de la Navidad del Pasado es una figura muy particular: su aspecto combina elementos de un niño y de un anciano. Esta combinación extraña se conecta con la función del espectro, que lleva al protagonista a revivir como testigo las memorias de los primeros años de su vida, conectando la adultez con la juventud y la infancia. Así, se resalta la importancia de las memorias como disparador del cambio positivo que se espera que Scrooge atraviese. El primer paso para su redención es recordar su esencia, su origen y su historia. También resulta esencial para el proceso observar cómo lo han tratado los demás. Como leemos en esta estrofa, al revivir estas escenas, el viejo se conmueve, solloza, llora y comienza a reflexionar sobre sus actitudes. Así, por ejemplo, se arrepiente de haber rechazado al chico de los villancicos y se propone hablar con Bob Cratchit.
En ese sentido, además, aquí encontramos uno de los momentos de la novela en los que se destaca el tema de la infancia, dado que las primeras memorias que visita Scrooge se corresponden con su vida cuando era niño. Para Dickens, la infancia es una etapa muy especial. El autor piensa que es el momento cuando las personas son más puras e inocentes; cuando más se asemejan a Jesús, ejemplo de bondad, generosidad y respeto por el prójimo. Cabe destacar que, si bien la narración no parece presentar demasiados elementos religiosos, es una defensa de la Navidad -nacimiento de Jesús- y de valores cristianos como la caridad.
En este recorrido por el pasado, se relata, por un lado, cómo ha llegado Scrooge a ser un adulto solitario y avaro: no ha tenido amigos, su padre lo ha rechazado cuando era pequeño y poco a poco se ha ido enamorando tanto del dinero que sus seres queridos lo han dejado, tal como Belle. Por otro lado, esta secuencia de escenas resaltan las características positivas de los personajes que rodean al protagonista, con el objetivo de ejemplificar los valores y comportamientos deseables. Por ejemplo, Fan es una buena hermana que se preocupa porque Scrooge pueda regresar a casa y vivir con su familia en lugar de estar aislado en un colegio pupilo; Fezziwig es un jefe alegre y bien predispuesto que trata a sus empleados con generosidad, y que valora más los buenos momentos con los amigos que la acumulación de dinero; Belle, por su parte, toma la decisión de separase de Scrooge y forma una familia numerosa y feliz. Es preciso recordar que en esta novela, en sintonía con el pensamiento de la época, la familia es el núcleo social fundamental, y se da por supuesto que las relaciones familiares se basan en el amor, el apoyo y la alegría.