Cuento de Navidad

Cuento de Navidad Resumen y Análisis Cuarta Estrofa: El último de los espíritus

Resumen

El Fantasma de la Navidad Venidera se acerca a Scrooge de manera solemne. Viste una mortaja negra que cubre todo su cuerpo a excepción de una mano, "parece emanar desolación y misterio" (95) y, aunque el viejo le hace preguntas, este espectro nunca habla, sino que apenas hace unos pequeños gestos para que lo siga. Scrooge está bien predispuesto a pasar por la experiencia; cree que la visita de este último fantasma le aportará la clave para cambiar su destino.

Instantáneamente, se transportan hacia la ciudad y escuchan a un grupo de comerciantes que conversan sobre la muerte de otro hombre. La charla tiene un tono casual, distendido e, incluso, hacen chistes. Scrooge se pregunta por qué el fantasma lo hace presenciar esta conversación, y qué relevancia puede tener para su propio futuro, sobre todo porque no se ve a él mismo entre ese grupo de hombres.

Luego, el fantasma lo lleva a un barrio pobre de la ciudad. En una tienda, muchas personas revenden objetos que han robado. Estas cosas pertenecían a un hombre que ha muerto recientemente. Las personas conversan sobre el muerto: comentan que ha sido una persona egoísta, solitaria y avara. También, mencionan que ha muerto solo, sin que nadie se preocupara por cuidarlo o despedirlo. Scrooge cree entender cuál es la conexión con su propia vida, y le dice al fantasma que su futuro podría parecerse al de ese hombre que acaba de morir.

Entonces la escena cambia y el anciano se encuentra en una habitación, frente a una cama donde yace un muerto. No puede identificarlo porque está cubierto con una sábana. El cadáver está completamente solo; no hay nadie que lo llore, lo vele o se ocupe de él. Incentivado por el espectro, Scrooge piensa en mover la sábana para poder ver el rostro del difunto, pero no se atreve a hacerlo. La experiencia lo afecta mucho; se siente completamente horrorizado y le pide al fantasma que lo saque de allí.

Luego se transportan hasta la casa de un matrimonio joven, que se alegra porque acaba de morir un hombre al que le debían mucho dinero. Este hombre no tenía piedad alguna a pesar de que el matrimonio tenía serias dificultades para pagar su deuda. Es por ello que la muerte del acreedor les trae un gran alivio. Sin salir del espanto, Scrooge le pide al fantasma que le dé alguna muestra de ternura relacionada con alguna muerte para poder alivianar el pesar que lo invade.

Entonces, visitan la casa de la familia Cratchit. Bob, su esposa y sus hijos están de luto porque el Pequeño Tim ha muerto recientemente. A pesar del profundo dolor que todos sienten, no dejan de ser amables, amorosos, generosos y agradecidos. Repiten que nunca olvidarán al Pequeño Tim y recuerdan que era un niño dulce y paciente. También prometen no pelear por cuestiones de poca importancia y mantenerse unidos. Bob le cuenta a la familia que se ha encontrado con Fred, el sobrino de Scrooge, en la calle, y que el joven, con mucha amabilidad, le ha dado el pésame por la muerte de Tim y se ha ofrecido a ayudarlo en lo que sea posible. En medio de su trágica tristeza, Bob Cratchit se siente agradecido por la bondad del joven.

Por último, Scrooge le pide al fantasma que le muestre quién es el hombre que ha visto muerto en la cama. El espectro lo transporta a su oficina en el local de Scrooge y Marley, pero no se encuentra a él mismo trabajando allí, sino que la sala ha sido ocupada por otra persona. De inmediato, se encuentran en un cementerio y el fantasma señala una lápida en particular. Antes de acercarse a ella, el anciano pregunta si estas escenas que observan retratan aquello que va a suceder o aquello que podría suceder. Él mismo cree que solo son sombras de un futuro posible, pero el fantasma no responde al interrogante. Al mirar de cerca la lápida, Scrooge ve su propio nombre en ella y se da cuenta de que el hombre fallecido que nadie lamenta es él mismo. Consternado, promete honrar la Navidad desde lo más profundo de su corazón, cambiar de manera profunda su actitud y comportarse durante todo el año, integrando lo que ha aprendido del pasado, el presente y el futuro. El fantasma se encoge y se convierte en uno de los postes de la cama.

Análisis

Una vez más, el aspecto del Fantasma de la Navidad Venidera coincide con el tono de las escenas que presenta: "Iba amortajado en una prenda de un negro inescrutable que le cubría la cabeza, el rostro y la silueta, y nada dejaba a la vista, salvo una mano extendida" (95). Además, es tan oscuro que es casi imposible distinguir su figura en medio de la noche, y transmite solemnidad, desolación y misterio. Por otro oado, el fantasma no habla, sino que apenas hace unos pocos gestos, potenciando su carácter enigmático. Consecuentemente, las secuencias que Scrooge presencia con él están protagonizadas por la muerte y resultan misteriosas hasta el último momento, puesto que el protagonista no entiende quién es el hombre que ha fallecido.

En esta estrofa llega a su punto culminante la redención de Scrooge. El anciano entiende, de la manera más drástica, que, si no cambia su actitud, morirá solo y, aún más, las personas que lo conocen se sentirán felices y hasta aliviadas por su fallecimiento. Es interesante observar el contraste entre la muerte de Scrooge y la del Pequeño Tim, sobre todo con respecto al modo como cada una impacta en los seres que los rodean en vida. El anciano muere en soledad, sin que nadie se ocupe de él. Nadie lamenta su fallecimiento, sino más bien todo lo contrario, y no deja ningún legado positivo. Por el contrario, toda la familia Cratchit siente un enorme pesar por la pérdida de Tim, a quien recuerdan con cariño y dulzura, destacando sus cualidades positivas y manteniendo presente su memoria en el amor familiar.

Entonces, al final de la visita de este tercer fantasma, Scrooge promete cambiar definitivamente: "Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservar ese espíritu todo el año. Viviré en el Pasado, en el Presente y en el Futuro. Llevaré en mi interior a los Espíritus de los Tres y ellos me infundirán valor. No desoiré las lecciones que me han enseñado. ¡Oh, dime que puedo borrar la inscripción de esta lápida!" (109-110). Así como demuestra haber aprendido la lección, se compromete a modificar su actitud. Significativamente, a pesar de que toda la novela se focaliza en la Navidad, concentrando los valores de amabilidad, caridad, generosidad y bondad en el espíritu navideño, estos principios, para Dickens, deben regir el comportamiento de las personas durante todo el año.

Por otra parte, la redención de Scrooge supone la existencia del libre albedrío, un concepto filosófico según el cual todos los individuos tienen la libertad de elegir cómo actuar y cómo construir sus destinos, tomando sus propias decisiones. Aquí, Scrooge se propone reorganizar su futuro y cambiar su destino modificando su actitud. Y eso implica que el futuro no está predeterminado (por Dios, por ejemplo) y que, por lo tanto, todas las personas tienen la posibilidad de redimirse.

En esta estrofa se entretejen con especial intensidad la dimensión fantástica y la dimensión realista de la novela. Por un lado, toda la experiencia es sobrenatural, dado que el Fantasma de la Navidad Venidera, un ser fantástico, le revela el futuro a Scrooge, lo cual solo puede ocurrir a través de la magia u otro poder semejante. Por el otro, se destacan escenas urbanas, públicas y privadas protagonizadas por tipos sociales de la Inglaterra del siglo XIX. Estas escenas retratan de manera realista distintas situaciones sociales típicas de la época. Por ejemplo, los hombres que comentan la muerte de Scrooge al principio de la estrofa lo hacen en la zona del Mercado de Valores de Londres, "entre los comerciantes que se apresuraban de un lado al otro, y hacían tintinear el dinero que llevaban en los bolsillos, y conversaban en grupos, y consultaban sus relojes" (96), mientras que, cuando se transporta al barrio pobre, Scrooge nota que "Las callejas eran pestilentes y angostas; los comercios y las casas, deplorables; la gente estaba medio desnuda, borracha, desastrada y repugnante" (99). Como resulta evidente, esta representación realista de la ciudad resalta el contraste entre las clases sociales londinenses de la época.