Descripción de departamento de Tom (imagen visual)
"De inmediato me llamó la atención la diferencia de nuestras viviendas. Ejemplo de orden y limpieza, la casa de mi vecino era exactamente opuesta a la mía no sólo por atildada y espaciosa, sino por su orientación hacia el oeste, en contraste con mi covacha, que daba hacia el norte. El sol de la tarde entraba de lleno a través de sus ventanas. ¡El sol! Hacía varias semanas que había olvidado esa delicia. Otra diferencia notable consistía en que en su departamento abundaban las plantas, grandes, pequeñas, de diversas especies y texturas, mientras que en casa yo no tenía ninguna. Un poco más grande que la mía, su sala de estar conformaba una acogedora biblioteca. El comedor, situado en el fondo, cerca de la cocineta, me recordó el de una casa de muñecas. La ventana también estaba limpia y, al asomarse a través, la vista no desembocaba en el paisaje monótono del cementerio sino en una callecita cerrada, con muchos árboles".
Cecilia describe minuciosamente el departamento de su vecino, Tom. Es curioso notar que él -que tenía una enfermedad terminal que lo conduciría a la muerte- poseía un espacio vital y ordenado, con plantas y sol, mientras que Cecilia -que gozaba de buena salud- hacía días que no veía la luz del sol, no tenía plantas y lucía un gran desorden en su departamento. Este contraste hace que ella se decida a ordenar posteriormente su propio lugar, como si la vitalidad de Tom se traspasara un poco a su propia existencia.
Sonidos que escucha Cecilia desde su casa (imagen auditiva)
"Desde que había apagado el radio, cualquier irrupción sonora me parecía sorprendente y, sobre todo, muy molesta. Podía pasar horas observando esos ruidos en los que nunca antes me había detenido. Empecé, por ejemplo, a escuchar las bocinas y las ruedas de los coches en el bulevar, pero también los movimientos y los carraspeos de la gente que vivía en el edificio, sus llamadas telefónicas. Comprendí que era posible descifrar la vida de todos ellos a través de los sonidos que emitían. En un par de semanas logré incluso reconocer la diferencia de las pisadas y la forma en que cada uno cerraba la puerta. Algunos de esos crujidos me producían una sensación de consuelo, entre ellos la voz de mi vecina del tercero izquierda que conversaba por teléfono alrededor de las ocho, en un idioma totalmente desconocido para mí, y muy semejante a como yo me imaginaba el croata. Otros ruidos, por el contrario, lograban martillarme los nervios como los pasos entaconados de la mujer del quinto, quien solía volver de noche, borracha y trastabillando. Pero la detestaba menos que a la cafetera del cuarto de la izquierda, que silbaba cada madrugada, impidiéndome dormir".
Desde que el vecino le ha pedido que apague la radio, Cecilia puede escuchar cada sonido del edificio en el que vive. De alguna manera, asistimos, con el detalle de esta descripción, al carácter algo obsesivo y ansioso de la muchacha, que se fija en cada elemento de su alrededor, revelando asimismo el tiempo libre del que dispone. En lugar de concentrarse en su estudio, se desvela oyendo cada sonido. Pareciera que la radio que tuvo que apagar para convivir con su vecino hubiera funcionado en un punto como un silenciador y un apaciguador de un carácter excesivamente atento.
Aromas de la cocina de Tom (imagen olfativa)
"Dos horas después, Tom empezaba a cocinar. Entonces no sólo eran notorios el abrir y cerrar de sus despensas sino también el olor celestial de sus platillos. Habría dado cualquier cosa por poder probarlos".
Una vez que el vecino comienza a llamar la atención de Cecilia y a caerle mejor, ella puede percibir los aromas que salen de su casa. Estos revelan que Tom es un buen cocinero y le hacen desear ir a visitarlo para poder probar esas comidas, cosa que sucederá casi inmediatamente después.
Música que escuchan en casa de Cecilia (imagen auditiva)
"En la sala ninguno de ellos hablaba. El silencio se prolongó varios minutos, hasta que se escucharon unas notas de piano muy suaves: Claudio había puesto un disco en mi reproductor CD, un concierto de Albéniz interpretado por Alicia de Larrocha, que había comprado en la FNAC antes de encontrarse con nosotros".
Después de que Haydée invita a su amiga a conocer a Claudio, van todos juntos al departamento de Cecilia. Allí, luego de un silencio algo incómodo, se oyen los sonidos de la música que él coloca en un reproductor de CD. A lo largo de la novela, la música jugará un rol bastante central, ya que une a los personajes a través de sus gustos personales.
La segunda vez que Claudio ve a Cecilia (imagen visual)
"Ella estaba esperándome con la puerta abierta. Llevaba, lo recuerdo bien, un pijama gris oscuro de franela y el cabello suelto sobre los hombros pero no desarreglado. Se veía hermosa recién salida de la cama. Era la segunda vez en mi vida que me encontraba con ella".
Cuando Claudio vuelve solo a París, con el objetivo de visitar a Cecilia, decide ir directamente a su departamento, un poco antes de lo previsto. Tiene la intención de despertarla al tocar a la puerta. Sin embargo, ella lo ha escuchado subir las escaleras y, sin llegar a cambiarse ni peinarse, abre la puerta para recibirlo cuando termine de subir. Entonces, él la ve y le gusta cómo luce recién levantada.