París como símbolo del amor y el romanticismo
Cuando Cecilia llega a París para realizar sus estudios de posgrado, disfruta mucho de la capital francesa. Tal como en numerosas historias del cine o la literatura, la protagonista de esta novela relaciona la ciudad con el amor y el romance. Circula por sus calles comprobando por qué es vista de este modo. Si bien Cecilia posee un carácter algo antisocial y retraído, no deja igualmente de conectarse con sus sentimientos. Ella anhela profundamente un vínculo amoroso con un hombre. De hecho, es lo que le termina sucediéndole, aun cuando se enamora de alguien que prontamente va a morir.
Flâneur como motivo
"Me gustaba caminar por las mañanas por la avenida, a esa hora en que el bullicio no había alcanzado todavía sus decibeles habituales. Sobre las cortinas de metal lucían letreros de comercios cerrados varios años atrás. Miraba con curiosidad los escaparates de las tiendas religiosas que exhiben los flecos rituales, los candelabros de fiesta. Muy cerca de ahí, la carnicería kosher y, justo en la esquina, su equivalente halal. Era tan pacífico el ambiente a esas horas, tan familiar, que costaba trabajo imaginar a los parientes de estas mismas personas llevando a cabo una guerra encarnizada a no muchos kilómetros de distancia".
En París, Cecilia camina sin rumbo fijo, mirando todo cuanto se cruza frente a ella, sobre todo en los escaparates de los negocios. Sin embargo, contrariamente a como lo hace el típico flâneur, ella aprovecha los momentos en que las calles están vacías. Si bien observa y contempla su alrededor con la actitud típica de esta figura, su personalidad antisocial la lleva a disfrutar de las calles en su estado de soledad, en la hora previa a la mayor circulación de gente.
Casa de Claudio en Nueva York como alegoría de madre o familia
"Me doy cuenta de que en Nueva York mi casa ha venido a sustituir las funciones que suele cumplir una familia o una madre durante la primera etapa de vida".
Teniendo en cuenta la personalidad misántropa de Claudio, es curioso notar que igualmente siente necesidad de una familia. En este sentido, el departamento en el cual vive en Nueva York funciona como una suerte de entorno seguro, casi como si se tratara de un espacio uterino. Él mismo aclara, "durante la primera etapa de vida". Estas palabras nos llevan a pensar en un Claudio niño, una persona que aún no creció. En algún punto, Claudio no es del todo un adulto. De hecho, se vincula con las demás personas de una forma egoísta e inmadura, siempre apelando al utilitarismo y a lo que lo beneficie a él mismo por sobre los demás, de una forma patológica.
En esa casa, a la que no deja entrar prácticamente a nadie, Claudio se siente a salvo del mundo, en soledad, con sus propios vicios y estructuras, sin que nadie lo incomode o quite de su zona de confort.
Vela como símbolo de fragilidad
"Entonces me di cuenta: a unos cuantos metros, se llevaba a cabo un entierro. Era una ceremonia laica, muy discreta, ni siquiera diez personas, rodeando un ataúd de madera rojiza. Junto a la plancha de granito, dispuesta a cerrarse para siempre, una velita blanca con el pabilo encendido recordaba la fragilidad y la belleza de una vida".
Caminando por los cementerios, como tanto le gusta hacer, Cecilia asiste a una ceremonia de entierro. En esa ocasión, los familiares del fallecido llevan consigo una vela encendida que ella interpreta como símbolo de la fragilidad y belleza de la vida que allí conmemoran. Esto casi podría funcionar como una anticipación de lo que ella misma vivirá en breve, al ver morir a su pareja, siendo ambos tan jóvenes.
Misantropía como motivo
A lo largo de la novela, cada vez se hace más notorio el carácter misántropo de Claudio. La 'misantropía' es definida como una aversión al género humano en general, que se caracteriza sobre todo por el desprecio y la desconfianza hacia todas las personas. El personaje de Claudio encarna estas características en casi todos los momentos de la historia. La única persona que le hace salir de este estado es Cecilia. Ella no le despierta el utilitarismo y el rechazo que sí le provoca, por ejemplo, su novia Ruth.
Sin embargo, podríamos decir que "fiel" a su propio comportamiento, Claudio no le cuenta a Cecilia que posee otra relación, ni corta ese vínculo porque en algún punto le es útil. De esta forma, termina perdiendo a la mujer que ama, y quedándose donde se siente cómodo. Podríamos decir que su personalidad prevalece, y que se trata de un personaje que no evoluciona, aunque en un momento realmente lo intenta.