A comienzos de 1973, Miguel Del Solar, hombre de unos 40 años, protagonista de esta novela, llega a la ciudad donde vivía de chico.
Comienza a investigar un asesinato que tuvo lugar en el edificio Minerva cuando él tenía 10 años, en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. El protagonista es historiador y profesor de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, y decide investigar ese hecho porque considera que “lo toca muy de cerca”.
Mientras visita este edificio, lee los archivos de las personas que estuvieron en la fiesta en la que se cometió el asesinato del alemán Erich María Pistauer y trata de atar cabos en busca de la verdad.
Luego se decide a contactar a su tía Eduviges, que siempre fue de hablar mucho, para poder preguntarle por los acontecimientos del pasado. Su conversación casi no le deja ningún saldo concreto de datos o respuestas a las preguntas que tiene. Sin embargo, obtiene el dato de que aún vive Delfina Uribe, por lo que se decide a visitarla.
En casa de Delfina tampoco encuentra mucha información, pero sí la recomendación de que hable con Emma Werfel, quien estuvo junto a su madre Ida —ahora ya fallecida— la noche de los acontecimientos.
Del Solar se dirige entonces a casa de Emma, donde la escucha acerca el homenaje que esta tiene pensado hacer a su madre, que era investigadora literaria.
A continuación, se dirige a ver a su editor, y después de consultarle cómo va la edición de un libro que ya terminó y que es sobre el año 1914, le pregunta si puede establecer contacto entre él y Pedro Balmorán, quien tiene una librería de viejos, donde le interesa ver si puede conseguir unos archivos sobre 1942.
El protagonista historiador se rehúsa a aceptar la explicación simplista de que Erich había sido asesinado por un automovilista asustado y de que no hubiera otros motivos para tal asesinato, además de que asimismo otras personas habían resultado heridas esa noche. También siente que se ha olvidado de algo que percibió de chico, de lo que nadie más se dio cuenta, y no puede acordarse todavía de qué se trata.
A continuación, se dirige a entrevistar a Pedro Balmorán, presentado por su editor como ‘librero de viejo’, cuando también ha hecho tareas de periodista y escritor. Allí beben juntos, Del Solar y Balmorán, una botella entera de ron, mientras el segundo de ellos se explaya sobre anécdotas personales y lo que recuerda del año 1942. Del Solar se entera de que lo han atacado en más de una ocasión por una investigación sobre un castrado mexicano, del que un hombre llamado Martínez parecía interesado en que no se diera a conocer su historia públicamente.
En el capítulo 7 encontramos al protagonista visitando el jardín de Cuernavaca de Delfina Uribe. Allí Delfina está más abierta que de costumbre con respecto a lo que le cuenta al historiador. Por ejemplo, le confiesa que, si bien se creía la mujer más preparada de México, sin embargo, envidiaba a Eduviges por su capacidad de adaptación a la sociedad sin tener casi ningún recurso material, a pesar de considerarla muy ignorante. Delfina reconoce entonces sus errores del momento de la fiesta de 1942, que gestó solo para exponer la ignorancia de Eduviges, pero que terminó volviéndose en su contra. A pesar de esta apertura, y en concreto, Delfina no agrega ninguna información de valor sobre la noche de 1942. Sin embargo, Del Solar siente que solo consigue avivar su curiosidad y guiarlo hacia la indagación en el interior de su propia familia, volviendo a interrogar e Eduviges, por ejemplo.
En el capítulo 8 Del Solar va a visitar a Ruth y a Julio Escobedo, un famoso pintor. Al hablar con ellos, se entera de algunos otros detalles sobre la noche fatídica.
El capítulo 9, titulado igual que la novela, presenta una conversación amistosa entre Del Solar y Denny, quien comparte muchos detalles sobre Martínez.
En el capítulo 10, Del Solar vuelve a visitar a Pedro Balmorán, quien después de contarle más detalles sobre la vida del castrado, del que se encuentra él mismo preparando una obra a punto de ser publicada, lo acusa de querer robarle unos papeles, por lo que Del Solar debe retirarse inmediatamente, sin comprender nada.
En el capítulo 11, Del Solar vuelve a conversar con Eduviges, quien le amplía algunos detalles de las personas que conoce, implicadas en la noche de 1942, tales como Delfina, Ida, su hermano Arnulfo o Martínez, del que ella sospechaba una especie de traición.
Finalmente, en el último capítulo, el número 12, Del Solar habla una vez más con Delfina, quien le da el primer —y quizás el único— dato que parece en efecto relevante, aunque aun así no contiene toda la verdad: al parecer, Martínez se había declarado culpable de la muerte de Arnulfo Briones, posterior a la balacera del edificio Minerva, y había muerto en la cárcel, sin que se supiera quién lo había obligado a declararse culpable, si es que ese había sido el caso.
Al salir de esta última entrevista, Del Solar ve publicado su libro anterior, El año 1914, en las vidrieras de una librería y siente que eso es lo único seguro, contra todas las intrigas sin resolver de su posible nuevo libro. Caminando por la calle que lleva a lo de su prima, se cree perseguido por Martínez, cuando en realidad solo le quieren preguntar una dirección.
La novela termina prácticamente como empezó en lo que atañe a la información de lo sucedido aquella noche de 1942, pero luego de recorrer extensas conversaciones con personajes de la época, las cuales reflejan el clima político, social y artístico que se vivía en México por entonces.