Edificio Minerva como símbolo de Babel
En esta novela, el edificio Minerva congrega una gran cantidad de personas provenientes de orígenes variados. El protagonista, siendo un adulto, regresa a este lugar en que vivió de niño y "se ve jugando en el patio central con chicos españoles y sudamericanos, hasta que tímidamente se acercaron también los europeos; un húngaro, un holandés, los alemanes".
Funciona como símbolo de Babel, pues la antigua Torre de Babel fue construida, según dice el mito, con el objetivo de llegar tan alto como fuera posible, y así poder ingresar al cielo y encontrarse con Dios. Como Dios se ofendió ante tal atrevimiento, cambió los idiomas de los constructores de la torre, para que no pudieran entenderse entre sí. Y así, se dice, surgieron las familias de lenguas que hoy conocemos.
En esta novela, de alguna manera, encontramos el edificio Minerva como símbolo de este internacionalismo y diferencia cultural que en gran medida parece forjar los conflictos entre sus ocupantes.
Familia Uribe como símbolo de poder
En la novela encontramos sobre todo la presencia de Delfina Uribe, quien tiene una gran incidencia en el mundo del arte, a tal punto que ella decide qué pintores aparecerán en su galería y cuáles no, al mismo tiempo que ofrece fiestas en las cuales congrega a gente de la alta sociedad sin ningún inconveniente de convocatoria. Al mismo tiempo, su padre, el licenciado Uribe, aparece como uno de los "ideólogos del carrancismo", es decir que fue una de las personas con influencia que apoyó la presidencia de Venustiano Carranza en México. De hecho, una hipótesis acerca de lo ocurrido en 1942 es que quizás los hechos que tuvieron lugar se relacionaban con querer perjudicar al padre de Delfina, por su labor política. Pero ella parece desestimar esta posibilidad.
La intriga y el malentendido como motivos
Estos dos motivos aparecen con frecuencia en la novela, de hecho gestan su trama y sus diálogos. Están tan entrelazados que aquí los presentamos en conjunto.
Por un lado, el historiador Miguel del Solar intenta descifrar la verdad sobre un hecho ocurrido cuando él tenía 10 años. Sospecha que se trate de una intriga de tinte político, debido a que en esa época transcurría todavía la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, al ir conversando con cada uno de los personajes implicados en la noche de la balacera que mató a Erich e hirió de gravedad al hijo de Deflina y a Pedro Balmorán, pareciera que la intriga se hace cada vez mayor e imposible de descifrar. Cada personaje contesta a las preguntas de Miguel de un modo que genera más confusión y malos entendidos y ninguna claridad sobre lo ocurrido. Es por esto que los diálogos se convierten en una especie de conversación absurda que no hace, sino fatigar y enojar al entrevistador, evitando que la supuesta intriga logre iluminarse.
Título como alegoría del encubrimiento y la mentira
Como historiador, el protagonista de la novela intenta llegar a la verdad de los hechos. Sin embargo, esta labor resulta imposible. El propio título, 'el desfile del amor', pone en evidencia el carácter de máscara, de simulación y de actuación de todos los personajes implicados. De alguna forma, entonces, funciona como alegoría del encubrimiento y la mentira. Es decir, en un desfile las personas se disfrazan, juegan a ser otras. Por lo tanto, si alguien tiene algo que ocultar, la verdad siempre podrá pasar desapercibida entre medio de las actuaciones. Esto podría adaptarse a los hechos concretos de la novela como a la situación política de México durante la Guerra, donde no queda para nada claro quién estaba realmente aliado con quién.
La siguiente cita pone en evidencia que el propio texto expone este nivel alegórico en vínculo con la investigación de Miguel:
"Pensó en Ida Werfel, en los comentarios que le oyó repetir a Emma, su hija, sobre La huerta de Juan Fernández, una obra de Tirso de Molina, donde nadie era quien decía ser, donde los personajes se desdoblaban sin cesar y adoptaban las máscaras más absurdas como si fuera el único modo de convivir con los demás. Lo mismo ocurría en la novela de Dickens. La misma suplantación de personalidades, los nombres falsos, las biografías ficticias. Recuerda la primera vez que comió en casa de Delfina; habló ella de su libro en torno a la escisión de personalidad en la novela victoriana. Es decir, el ocultamiento, la máscara, la confusión de la verdadera identidad. ¿Por qué surgía siempre esa nota? ¿Hacia dónde apuntaba? ¿Quién simulaba ser quien no era?".