El hobbit

El hobbit Mitología y arquetipos en la obra de Tolkien

Durante el siglo XX, muchos estudiosos de las mitologías han rescatado el valor del mito y han reivindicado estos relatos, no como "mentirosos" (una de las acepciones de "mito"), sino como relatos simbólicos que los pueblos utilizaban para organizarse socialmente y explicarse el lugar que ocupaban en el mundo. Pensados desde esta perspectiva, los mitos son mucho más que un cuento o una fábula: son estructuras narrativas que dan cohesión a la vida comunitaria. Para hacerlo, todo mito construye una constelación simbólica que organiza imágenes, motivos y arquetipos.

Los arquetipos son elementos estructurales de los mitos, y muchos intelectuales los han definido y estudiado a lo largo de los siglos. Tal como los comprende Gilbert Durand, el arquetipo es una imagen recurrente que encierra una idea, un concepto, una interpretación simbólica. El héroe, por ejemplo, puede ser considerado un arquetipo, en tanto y en cuanto es una estructura que se repite en un sinfín de relatos y que remite a la misma idea. La luz, el ascenso, la caída, la cueva, etc. son entendidos por Durand como arquetipos: todos ellos tienen una significación profunda y simbólica más allá de su significado literal.

En este sentido, el mito es un relato que conglomera arquetipos, y puede leerse en ellos el peso simbólico que transmite el relato, más allá de la historia particular. En palabras de Durand,

entendemos por mito un sistema dinámico de símbolos, de arquetipos y de esquemas, sistema dinámico que, bajo el impulso de un esquema, tiende a constituir un relato. El mito es un esbozo de racionalización ya que utiliza el hilo del discurso en el que los símbolos se resuelven en palabras y los arquetipos en ideas. El mito explicita un esquema o un grupo de esquemas. Al igual que el arquetipo promueve la idea de que el símbolo engendra el sustantivo, podemos decir que el mito promueve la doctrina religiosa, el sistema filosófico o, como bien ha visto Bréhier, el relato histórico y legendario. (Durand, 1992 [1969]: 64)

En este sentido, el mito, más que un tipo de relato, puede comprenderse como una forma de leer: Leer una obra en clave mítica implica reconocer, interpretar y trazar las relaciones entre las imágenes que constituyen el entramado simbólico de la narración.

En El hobbit, esta lectura es imperiosa y necesaria: Tolkien construye un mundo, la Tierra Media, y lo dota de todos los símbolos necesarios para darle profundidad y autonomía. Pero eso no es todo: la lectura en clave mítica no revela simplemente la estructura simbólica que Tolkien elige para la Tierra Media, sino que muestra al lector qué lectura hace Tolkien de su realidad y de su época, qué elementos cree necesario rescatar de la cultura occidental, y cómo los organiza simbólicamente en su universo de representaciones. Por eso son tan importantes las referencias a la mitología griega y a la anglosajona, pero también lo son la simbología cristiana y el pacifismo que intenta promover a partir de la figura de Bilbo. Tolkien se vale de los arquetipos, las imágenes y los motivos tradicionales, pero en el nuevo ordenamiento que propone para la Tierra Media puede leerse una intención literaria e ideológica: frente a la crisis de valores que experimenta en pleno siglo XX, el autor pretende rescatar y reelaborar las estructuras que el ser humano ha utilizado a lo largo del tiempo para pensarse y explicarse su razón de ser en el mundo, ordenándolo con un sentido.

Es importante destacar que ese es el sentido último del mito: dar orden al caos, proponer una forma de entender el mundo y de entenderse uno dentro de él. Tolkien luchó en la Primera Guerra Mundial, vio al mundo sumirse en los totalitarismos del siglo XX, vivió la profunda crisis existencial que produjo la Segunda Guerra Mundial y, en ese panorama de desolación y confusión, se propuso construir una vasta obra mitológica por medio de la cual organizar y dar sentido a su existencia: del caos del siglo XX y la posmodernidad supo generar una serie de relatos que han servido a generaciones para pensarse, comprenderse, identificarse y dar sentido a la existencia.

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