Capítulo 18: El viaje de vuelta
Resumen
Cuando Bilbo recupera la conciencia se da cuenta de que está solo y debe quitarse el anillo para que los hombres que lo buscan puedan encontrarlo. Cuando lo hallan, lo llevan ante la presencia de Gandalf, quien le comunica que alguien necesita verlo, y lo conduce a la presencia de Thorin. El enano está a punto de morir como consecuencia de todas las heridas que ha recibido, pero quiere antes disculparse con Bilbo por el enojo que manifestó antes de la batalla, y le pide nuevamente su amistad. Con la conciencia tranquila, Thorin muere. En la batalla también han caído sus sobrinos, Fili y Kili. El resto de los enanos se ha salvado y la batalla ha sido ganada gracias a la intervención milagrosa de Beorn, quien ha matado a Bolgo, el señor de los trasgos.
Bilbo permanece unos días en la Montaña, recibe dos cofres llenos de oro y plata –todo lo que puede cargar en un poni, y se niega a llevar más, aunque Bardo se lo ofrece– y parte junto a las huestes de los elfos, a Beorn y a Gandalf.
El camino de regreso es mucho menos peligroso que el de ida. En vez de atravesar el Bosque Negro, Gandalf y Bilbo lo rodean junto a Beorn por el norte. Ya no quedan trasgos o lobos en esa región que puedan atacarlos. Tanto el mago como el hobbit se quedan a pasar el resto del invierno en casa de Beorn y, al llegar la primavera, emprenden el último tramo del viaje.
Análisis
En cuanto a su estructura narrativa, este capítulo y el siguiente ofrecen dos finales para la novela. El primer final tiene que ver con el panorama general de la Tierra Media, y establece a Bilbo y a Gandalf como personajes que van a aparecer en relatos posteriores. Tras la Batalla de los Cinco Ejércitos, una nueva paz llegó a las zonas salvajes de la Tierra Media: los trasgos se han debilitado y perdido su poder en las montañas, y ahora se esconden en profundos pasadizos sin animarse a salir a la superficie. Los lobos han desaparecido de los bosques y ahora las tierras entre las faldas de las Montañas Nubladas y el Bosque Negro son territorios seguros. Allí comienzan a establecerse diversos pueblos, y Beorn se transforma en el líder de todos ellos. En el este, el Reino bajo la Montaña es restituido y Dain se establece como su señor, mientras que Bardo se propone refundar la ciudad de Valle, y todo indica que la paz y la prosperidad van a florecer en la región.
Por otra parte, el capítulo propone también un cierre a la aventura personal de los enanos y, particularmente, al rol de Thorin en la historia. Como se ha dicho antes, la desmesura del líder enano podía empujarlo a su ruina, y eso es lo que el lector comprueba en este capítulo: Thorin muere producto de las heridas recibidas en el campo de batalla. En su lecho de muerte puede hablar con Bilbo y aliviar su conciencia: “Hay en ti muchas virtudes que tú mismo ignoras, hijo del bondadoso Oeste. Algo de coraje y algo de sabiduría, mezclados con mesura. Si muchos de nosotros dieran más valor a la comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, este sería un mundo más feliz. Pero triste o alegre, ahora he de abandonarlo. ¡Adios!” (p. 274). En su último discurso, Thorin rescata la mesura como un valor al que todos deberían aspirar, y parece trasladar definitivamente el papel de héroe de su persona a la de Bilbo. Thorin muere y así se cumple el castigo que le toca por sus actos desmesurados. Bilbo, en cambio, puede regresar a su casa y recuperar sus hábitos pacíficos que son, al fin y al cabo, la mayor recompensa para él.
El viaje de regreso pone de manifiesto cómo el camino de las pruebas al que se ha enfrentado Bilbo también ha implicado la transformación del mundo: las geografías peligrosas ahora no presentan mayores dificultades, la configuración de la Tierra Media ha cambiado, y Bilbo ha sido un protagonista invisible de esos cambios. En verdad, puede pensarse la habilidad que le otorga el anillo como una metáfora del accionar de Bilbo, silencioso e invisible: nadie sabe en verdad hasta qué punto él ha influido en los eventos que han permitido la liberación de la Montaña Solitaria y la derrota de los héroes trasgos. Así, Bilbo se transforma en un héroe anónimo para la historia de la Tierra Media. El capítulo cierra con una reflexión que vuelve a manifestar la doble naturaleza del hobbit: “-¡Así llega la nieve tras el fuego, y aun los dragones tienen su final! –dijo Bilbo, y volvió la espalda a su aventura. El lado Tuk estaba sintiéndose muy cansado, y el lado Bolsón se fortalecía día a día-. ¡Ahora solo me falta estar sentado en mi propio sillón! –dijo” (p. 280). Este podría ser leído como un final para la novela: Bilbo da la espalda a la aventura y a su lado Tuk y se prepara a abrazar la comodidad de su casa. Tras él, la Tierra Media es un lugar más seguro y próspero para los pueblos libres.
Capítulo 19: La última morada
Resumen
Gandalf y Bilbo llegan a Rivendell el primer día de mayo y se quedan una semana en la casa de Elrond. Allí, Bilbo se entera de que cuando Gandalf los abandonó a la vera del Bosque Negro fue para participar en un concilio de magos y expulsar al Nigromante del sur del bosque.
Tras recuperar las fuerzas, el reducido grupo continúa hacia la comarca. Al pasar por las tierras en las que se enfrentaron a los trolls, recuperan el tesoro que habían dejado enterrado.
Cuando llegan a la Comarca, Bilbo se entera de que sus parientes lo han dado por muerto y están subastando sus pertenencias. Sus primos, los Sacovilla-Bolsón, pretendían mudarse a Bolsón Cerrado, por lo que están decepcionados de ver a Bilbo regresar con vida, y pasan muchos años antes de que lo reconozcan como el verdadero Bilbo.
A pesar de la mala reputación que se ha ganado, Bilbo vive feliz. Visita a los elfos, hace extravagantes regalos a sus sobrinos y comienza a escribir sus memorias, a las que titula Historia de una ida y de una vuelta. Las vacaciones de un hobbit. Años después, Gandalf y Balin lo visitan y le cuentan cómo prospera el reino bajo la Montaña y la nueva ciudad de Valle, fundada por Bardo. Bilbo se muestra satisfecho con el papel que ha jugado en la historia. En el párrafo final, Gandalf explica que las profecías se han cumplido, y que las aventuras de Bilbo no fueron ni mera suerte ni solo para su beneficio personal. Bilbo es solo un individuo en un mundo enorme, y él da gracias de que así sea.
Análisis
El regreso de Bilbo en el último capítulo cierra la novela. No se trata, sin embargo, de un simple regreso a la vida cotidiana: el Bilbo que vuelve a la Comarca no es el mismo que la ha abandonado. Como para todo héroe, el regreso es parte de su camino, pero nunca significa realmente volver a la vida tal cual era antes de la aventura.
Hay todavía en este capítulo algunas marcas que vinculan una última vez a Bilbo con la figura de Ulises: así como el héroe griego añoraba su cama y soñaba con estar otra vez en ella, Bilbo piensa en su mecedora y no ve la hora de llegar a su casa. Cuando finalmente está allí, tal como le pasa a Ulises, se percata de que los habitantes de la Comarca lo han dado por muerto y están subastando sus pertenencias. Esto en verdad no es un gran contratiempo, y Bilbo recupera su casa y sus muebles, aunque debe pagar por muchos de ellos. El episodio de la subasta introduce el tema de lo legal en la Tierra Media, y da una imagen de una estructura social vinculada a las tradiciones inglesas. La ley, en este sentido, se muestra como una dimensión un tanto brutal y corrupta: nada ha probado la muerte de Bilbo pero la gente se niega a creer en su regreso, puesto que es más interesante obtener sus pertenencias a un bajo costo.
Ese no es el único contraste que este capítulo propone en relación a la estructura agonista de la novela: al lado del enfrentamiento formidable de las fuerzas del bien y del mal, el problema legal de la vivienda es una nimiedad que se soluciona rápidamente. Pero, a su vez, a la estructura agonista también se le contrapone la búsqueda de paz y tranquilidad de Bilbo. En un mundo dominado por los guerreros y los conflictos armados, Bilbo surge como el héroe pacifista una vez más. No hay nada que se compare a la tranquilidad del hogar. Lo que sí se ha ganado Bilbo es la mala reputación de “aventurero” y “amigo de los elfos”, pero esto no es algo que a él le importe, y su vida –dice el narrador –se extiende llena de dicha por muchos años.
Dos elementos finales caben destacarse en este capítulo: en Rivendell, Gandalf le cuenta a Elrond cómo han ido los asuntos que lo han alejado del grupo de enanos en el Bosque Negro: el mago debía atender un concilio junto a otros magos para determinar qué hacer con el Nigromante, una misteriosa criatura que tenía su morada al sur del Bosque Negro. Gandalf asegura que lo han expulsado, pero Elrond se muestra preocupado al decir que, por más que el Nigromante haya sido expulsado, sigue estando en este mundo, y así será por mucho tiempo, hasta que esta época del mundo acabe. El Nigromante no es otro que Sauron, el Señor oscuro que ha creado los Anillos de poder y que regresará en la saga El Señor de los Anillos. Así, el final de El hobbit anuncia, aunque muy sutilmente, el gran conflicto futuro que constituirá la obra maestra de Tolkien.
El segundo elemento cierra la novela. Años después de la acción, Gandalf y Balin visitan a Bilbo y le cuentan cómo prosperan las tierras de los hombres y los enanos. Feliz, Bilbo exclama que, entonces, las profecías de las viejas canciones se han cumplido, a lo que Gandalf responde: “-¡Claro! ¿Y por qué no tendrían que cumplirse? ¿No dejarás de creer en las profecías solo porque ayudaste a que se cumplieran? No supondrás, ¿verdad?, que todas tus aventuras y escapadas fueron producto de la mera suerte, para tu beneficio exclusivo. Te considero una gran persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia, ¡eres solo un simple individuo en un mundo enorme!” (p. 289). Las palabras finales de Gandalf proponen una nueva perspectiva sobre lo que hasta ahora se había considerado obra de la buena suerte: Bilbo no ha sido más que un eslabón en la larga cadena de hechos que mueven la historia, un elemento obrando para que se cumpla un destino prefijado. Todo lo sucedido forma parte de un esquema mucho mayor que muy pocas criaturas –Gandalf entre ellas –pueden siquiera esbozar. Así, también queda explicitado el importantísimo papel del mago, quien parece ser un agente del destino, actuando por mera intuición, pero tomando las decisiones fundamentales para que las profecías encuentren su curso y se concreten.
Con esta idea concluye la novela: el mundo es enorme y hay poderosas fuerzas actuando sobre él. Sin embargo, hasta la criatura más pequeña puede jugar un papel fundamental en la historia de la Tierra Media. Y a veces, los héroes están en donde uno menos lo sospecharía.