"En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No era un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad. (...) Este hobbit era un hobbit acomodado, y se apellidaba Bolsón. Los Bolsón habían vivido en las cercanías de La Colina desde hacia mucho tiempo, y la gente los consideraba muy respetables, no sólo porque casi todos eran ricos, sino también porque nunca tenían ninguna aventura ni hacían algo inesperado: uno podía saber lo que diría un Bolsón acerca de cualquier asunto sin necesidad de preguntárselo. Esta es la historia de cómo un Bolsón tuvo una aventura, y se encontró a sí mismo haciendo y diciendo cosas por completo inesperadas. Podría haber perdido el respeto de los vecinos, pero ganó... bueno, ya veréis si al final ganó algo".
Esta cita corresponde al inicio de El hobbit y marca el tono del relato. Tolkien presenta su mundo a partir de la vivienda hobbit, que es sinónimo de comodidad. Luego, adelanta que esta será la historia de un hobbit llamado Bolsón, quien, al contrario de lo que se espera para los de su especie, se ve involucrado en una aventura fuera de lo común.
El tono de la narración es ameno y abunda en descripciones visuales que ayudan al lector a construir una idea precisa de los escenarios en que se desarrolla la acción. El narrador, a su vez, le habla directamente al lector con un tono coloquial que sirve para crear un vínculo y compenetrarse en la lectura. De esta manera, el relato logra una intimidad propia de los cuentos de hadas que se leen a los niños antes de dormir, y genera un ensueño particular que acompaña toda la novela.
"Más allá de las frías y brumosas montañas,
a mazmorras profundas y cavernas antiguas,
en busca del metal amarillo encantado,
hemos de ir, antes que el día nazca.Los enanos echaban hechizos poderosos
mientras las mazas tañían como campanas,
en simas donde duermen criaturas sombrías,
en salas huecas bajo las montañas.Para el antiguo rey y el señor de los Elfos
los enanos labraban martilleando
un tesoro dorado, y la luz atrapaban
y en gemas la escondían en la espada.En collares de plata ponían y engarzaban
estrellas florecientes, el fuego del dragón
colgaban en coronas, en metal retorcido
entretejían la luz de la luna y del sol.Más allá de las frías y brumosas montañas,
mazmorras profundas y cavernas antiguas,
a reclamar el oro hace tiempo olvidado,
hemos de ir, antes que el día nazca.Allí para ellos mismos labraban las vasijas
y las arpas de oro; pasaban mucho tiempo
donde otros no cavaban; y allí muchas canciones
cantaron que los Hombres o los Elfos no oyeron.Los vientos ululaban en medio de la noche,
y los pinos rugían en la cima.
El fuego era rojo, y llameaba extendiéndose,
los árboles como antorchas de luz resplandecían.Las campanas tocaban en el valle,
y hombres de cara pálida observaban el cielo,
la ira del dragón, más violenta que el fuego,
derribaba las torres y las casas.La montaña humeaba a la luz de la luna;
los enanos oyeron los pasos del destino,
huyeron y cayeron y fueron a morir
a los pies del palacio, a la luz de la luna.Más allá de las hoscas y brumosas montañas,
mazmorras profundas y cavernas antiguas,
a quitarle nuestro oro y las arpas,
¡hemos de ir, antes que el día nazca!"
En la canción que los enanos cantan en el Capítulo 1 se concentra muchísima información sobre la novela y el mundo creado por Tolkien. Por un lado, la canción ilustra cómo vivían los pueblos enanos y qué relaciones sostenían con otros pueblos: "el antiguo rey" hace referencia al señor del Valle, pueblo aledaño a la Montaña Solitaria, y "el señor de los Elfos" es el rey de los Elfos del Bosque que va a aparecer en El hobbit. Por otro lado, sus estrofas abren una dimensión mítica que va a marcar el tono de toda la narración: las leyendas del pasado se encarnan en los enanos que quieren recuperar el reino bajo la Montaña. Criaturas que para Bilbo son propias de los cuentos, como los enanos y los elfos, van a ser personajes protagonistas de esta historia.
Finalmente, es posible también observar que la nostalgia por tiempos remotos va a ser un tema constante de la novela, no solo en los enanos, que quieren recuperar su antigua morada, sino luego también en Bilbo, que va a echar de menos su agujero hobbit durante toda la aventura.
"La araña yacía muerta a un lado y la espada estaba manchada de negro. Por alguna razón, matar a la araña gigante, él, totalmente solo, en la oscuridad, sin la ayuda del mago o de los enanos o de cualquier otra criatura, fue muy importante para el señor Bolsón. Se sentía una persona diferente, mucho más audaz y fiera a pesar a pesar del estómago vacío, mientras limpiaba la espada en la hierba y la envolvía en la vaina. -Te daré un nombre -le dijo a su espada -¡Te llamaré aguijón!".
En el Bosque Negro, tras escapar de una araña que intenta envenenarlo y envolverlo en su tela, Bilbo comienza a sentirse valiente y capaz: las pruebas que ha atravesado a lo largo de toda su aventura han servido para probarse a sí mismo y comprender que es mucho más valioso de lo que él mismo pensaba. Este momento de conciencia sobre su propia valía está acompañado por un rito no menor: el bautismo de su espada. Bilbo llama "Aguijón" a la daga élfica que ha encontrado en la cueva de los trolls. Esta espada es muy importante, y será una pieza clave en el desarrollo de la trilogia de El Señor de los Anillos (aunque en la traducción de dicha trilogía se la ha llamado "Dardo" y no "Aguijón"), cuando Bilbo se la regale a su sobrino, Frodo, ante la aventura que este se verá forzado a emprender.
"¡Y allá, a lo lejos, mostrando la cima oscura entre retazos de nubes, allá amenazadora, asomaba la Montaña! Los picos más próximos de la zona noroeste y el hundido valle que los unía no alcanzaban a distinguirse. Sola y adusta, la Montaña contemplaba el bosque por encima de los pantanos. ¡La Montaña Solitaria! Bilbo había viajado mucho y había pasado muchas aventuras para verla, y ahora no le gustaba nada".
De esta manera, Tolkien introduce por primera vez la imagen de la Montaña Solitaria, el destino de la aventura a la que Bilbo se vio empujado al inicio de la novela. La visión de la Montaña representa un hito en el viaje de los personajes, y abre una sucesión de capítulos cortos que preparan al lector para las aventuras finales que sucederán alrededor de la montaña. Toda la expectativa generada en los lectores en relación a la aventura de los enanos también encuentra en estas imágenes las primeras recompensas.
"No lejos de la boca del Río del Bosque se alzaba la extraña ciudad de la que hablaran los elfos, en las bodegas del rey. No estaba emplazada en la orilla, aunque había allí unas cuantas cabañas y construcciones, sino sobre la superficie misma del Lago, en una apacible bahía protegida de los remolinos del río por un promontorio de roca.
Un gran puente de madera se extendía hasta unos enormes troncos que sostenían una bulliciosa ciudad tambien de madera, no una ciudad de elfos sino de hombres, que aún se atrevían a vivir a la sombra de la distante Montaña del Dragón. (...) pero en los grandes días de antaño, cuando el Valle Norte era rico y próspero, ellos habían sido poderosos hombres de fortuna; vastas flotas de barcos habían poblado aquellas aguas, y algunos llevaban oro y otros, guerreros con armaduras, y allí se habían conocido guerras y hazañas que ahora eran sólo una leyenda".
Esgaroth es la primera ciudad habitada por hombres a la que llega el grupo. Sorprendentemente, no se trata de una ciudad humana tradicional, como podría esperarse, sino que está construida sobre extensas plataformas sobre el Lago Largo. Aunque parece una ciudad próspera, el narrador advierte que su estado actual en nada se compara con las glorias pasadas. Así, se introduce nuevamente el tema de la nostalgia y del pasado esplendoroso, que confiere a la Tierra Media de un trasfondo histórico esbozado y da profundidad al mundo imaginado por Tolkien.
"...los hombres poco recordaban de todo aquello, aunque algunos todavía cantaban viejas canciones sobre los reyes enanos de la Montaña, Thror y Thrain de la raza de Durin, y sobre la llegada del Dragón y la caída de los señores del Valle. Algunos cantaban también que Thror y Thrain volverían un día, y que el oro correría en ríos por las compuertas de la Montaña, y que en todo aquel país se oirían canciones nuevas y risas nuevas. Pero esta agradable leyenda no afectaba mucho los asuntos cotidianos de los hombres".
Este pasaje otorga a la narración la profundidad de la leyenda: los hombres de la ciudad del lago cantan viejas historias sobre el esplendor de las regiones, el reino de los enanos de la Montaña y la ciudad próspera y poderosa del Valle. Todo eso ha sido borrado por la aparición de Smaug, y solo ha sobrevivido en cantos que, como dice el narrador, no afectan los asuntos cotidianos de los hombres. Sin embargo, tras la aparición de los enanos, y especialmente de Thorin, hijo de Thrain hijo de Thror, estas leyendas cobrarán nuevas dimensiones en las mentes de la gente del lago, y presagiarán el éxito del plan de los enanos.
"¡El Rey bajo la Montaña,
el Rey de piedra tallada,
el señor de fuentes de plata,
regresará a sus tierras!
Sostendrán alta la corona,
tañerán otra vez el arpa,
cantarán otra vez las canciones,
habrá ecos de oro en las salas.
Los bosques ondularán en montañas,
y las hierbas a la luz del sol;
y las riquezas manarán en fuentes,
y los ríos en corrientes doradas.
¡Alborozados correrán los ríos,
los lagos brillarán como llamas,
cesarán los dolores y las penas,
cuando regrese el Rey de la Montaña!"
Esta canción que entonan las gentes del lago tras la llega de Thorin y sus seguidores vincula, en la forma de una profecía, el presente con el pasado añorado. La tradición se ha sostenido en la región y todos conocen las historias sobre el Rey de la Montaña, aunque no le presten atención en el día a día. La presencia de los enanos revive en el pueblo aquellos cánticos que sirven, de alguna manera, como presagio sobre el resultado de las aventuras de los personajes.
Por otra parte, las canciones son fundamentales en toda la narrativa de Tolkien, puesto que proveen información valiosa no solo sobre el pasado de los pueblos de la Tierra Media, sino también sobre la idiosincrasia de sus gentes: la canción siempre es un registro cultural importantísimo de las formas de pensar y de comprender el mundo de una sociedad; a través de ellas, el lector puede hacerse una imagen completa de los sujetos que las cantan y de cómo están conformadas sus sociedades. En ese sentido, interesa mucho comparar las canciones de los trasgos, los elfos, los enanos y los humanos.
"-Ahí yace todo lo que queda de Valle -dijo Balin-. Las laderas de la montaña estaban verdes de bosques y los terrenos resguardados eran ricos y agradables en el tiempo en que las campanas repicaban en la ciudad. -Parecía triste y furioso a la vez cuando lo dijo; él mismo había sido compañero de Thorin el día que llegó el dragón".
Este pasaje ilustra la extensión del mal causado por el dragón. A pesar de que han pasado cientos de años -los enanos son extremadamente longevos- Balin recuerda la destrucción de Valle y la llegada de Smaug durante su tierna juventud. A partir de este momento, el odio hacia el dragón, que parecía un sentimiento abstracto, se materializa y se justifica cada vez más frente a las imagenes de destrucción y desolación que se despliegan frente a los aventureros.
"Allí yacía un enorme dragón aureorrojizo, que dormía profundamente; de las fauces de las narices le salía un ronquido, e hilachas de humo, pero los fuegos eran apenas unas brasas llameantes. Debajo del cuerpo y las patas y la larga cola enroscada, y todo alrededor, extendiéndose lejos por los suelos invisibles, había incontables pilas de preciosos objetos, oro labrado y sin labrar, gemas y joyas, y plata que la luz teñía de rojo.
Smaug yacía, con las alas plegadas como un inmenso murciélago, medio vuelto de costado, de modo que el hobbit alcanzaba a verle la parte inferior, y el vientre largo y pálido incrustado con gemas y fragmentos de oro de tanto estar acostado en ese lecho valioso. Detrás, en las paredes más próximas, podían verse confusamente cotas de malla, y hachas, espadas, lanzas, y yelmos colgados; y allí, en hileras, había grandes jarrones y vasijas, rebosantes de una riqueza inestimable".
Esta cita corresponde a la primera aparición del dragón Smaug, momento que se anuncia y se espera desde comienzos de la novela. El dragón aparece como una figura colosal y monstruosa, protegiendo con su cuerpo el inmenso tesoro acumulado en el salón principal del reino bajo la Montaña. La imagen de aquella bestia salida de las leyendas y todo ese tesoro magnífico cortan el aliento del hobbit tanto como el del lector. La narración se pausa en ese momento y da espacio a la descripción detallada del tesoro, antes de retomar su ritmo dinámico y volver sobre la acción de Bilbo, quien roba un copón de doble asa y vuelve con él a la entrada del pasadizo, donde lo esperan los enanos.
"El dragón descendía de nuevo, más bajo que nunca, y cuando se precipitaba sobre Bardo, el vientre blanco resplandeció, con fuegos chispeantes de gemas a la luz de la luna. Pero no en un punto. El gran arco chasqueó. La flecha negra voló directa desde la cuerda al hueco del pecho izquierdo, donde nacía la pata delantera extendida ahora. En ese hueco se hundió la flecha, y allí desapareció, punta, ástil y pluma, tan fiero había sido el tiro. Con un chillido que ensordeció a hombres, derribó árboles y desmenuzó piedras, Smaug saltó disparado en el aire, y se precipitó a tierra desde las alturas".
La cita refiere la muerte de Smaug, alcanzado por la flecha negra de Bardo. El dragón estaba totalmente confiado de que las armas de los humanos no podrían alcanzarlo, y esa confianza excesiva es su perdición. Bardo ha conseguido divisar el punto débil de Smaug gracias a la intervención del zorzal que ha escuchado el relato de Bilbo. Así, de forma indirecta, Bilbo también tiene una participación en la muerte del dragón.
Smaug se precipita sobre Esgaroth con un terrible alarido, que los hombres recordarán por el resto de sus vidas. El dragón es destructivo aun en su muerte: el cuerpo destruye lo que queda de la ciudad del Lago y transforma la zona en un lugar maldito que los hombres evitarán durante generaciones.