Resumen
Es un frío pero soleado sábado por la mañana. Lane Coutell y otros veinticinco universitarios esperan por sus novias, que llegarán en el tren de las diez y cincuenta y dos. El gran partido de fútbol contra Yale es este fin de semana.
Lane vuelve a leer una carta mecanografiada de su novia, Franny. En ella dice que le encantó la carta que le envió él, sobre todo la parte sobre Elliot. Afirma estar leyendo mucho a Safo y se muestra muy entusiasmada por verlo el fin de semana. Luego de insistentes declaraciones de amor, en una posdata, le cuenta que el tumor que le encontraron a su padre es benigno, y que Lane no debe preocuparse por lo sucedido el viernes; parece que sus padres no los escucharon entrar. Concluye admitiendo que se siente "poco inteligente" cuando le escribe, y le propone pasarlo de maravilla el siguiente fin de semana, es decir, "no analizarlo todo hasta machacarlo" (11), sobre todo a ella.
El corpulento Roy Sorenson interrumpe la lectura de Lane al preguntarle si entiende a Rilke. Lane, que conoce poco a su compañero de clase, pero siente cierta aversión por él, le dice que cree que sí. Cigarrillos en mano, los chicos observan la llegada del tren. Lane se esfuerza por borrar de su rostro cualquier expresión que revele lo que siente por la llegada de su novia, pero en cuanto ve a Franny, extiende su brazo con gran entusiasmo.
Franny abraza y besa a su novio, y le pregunta si recibió su carta. Él pretende no saber de qué carta habla, pero luego afirma haberla recibido, como si se le hubiera olvidado. Luego le pregunta por el pequeño libro encuadernado en tela verde que ella lleva. Ella dice que no es nada y se lo guarda. Se dirigen a la parada de taxis, y ella acapara toda la conversación. Él se disculpa por no haberle podido conseguir una habitación en la mejor casa de huéspedes, pero ella le quita importancia, aunque internamente siente impaciencia por "la ineptitud del macho de la especie en general, y de Lane en particular" (14). Se suben al taxi con el objetivo de dejar la maleta de Franny en el alojamiento y dirigirse a un restaurante. Ella le dice a Lane que lo ha extrañado mucho y se alegra de verlo, pero enseguida se da cuenta, con culpa, de que no lo siente en absoluto.
En Sickler's, un restaurante de moda entre los universitarios, Franny y Lane beben martinis. A Lane le complace que la vean con una chica que no solo es muy bonita, sino que, además, no cae definitivamente en el estereotipo universitario. Franny nota esa debilidad de Lane, la toma como tal y se siente culpable por haberla reconocido. Lane monopoliza la conversación; le cuenta acerca de un ensayo sobre Flaubert que escribió para la universidad, al que, piensa, le faltó "masculinidad", y por el que, sin embargo, recibió un inesperado 10. Lane quiere leérselo a Franny, y aunque ella responde que le encantaría, parece más concentrada en su martini. Él sigue enfocado en su ensayo, y destaca con falsa humildad que el énfasis que puso sobre la neurótica búsqueda del autor del mot juste "no estaba demasiado mal" (17). Agrega que su profesor quiere que publique su trabajo.
Franny interrumpe de repente a Lane acusándolo de sonar "como un suplente" (18), es decir, como un joven brillante que va por ahí destrozándolo todo. Enseguida se disculpa, y dice estar insoportable, destructiva. Él replica que ella no parecía así en la carta que le envió, y ella aclara que tuvo que esforzarse para escribirla. Franny parece muy distraída; Lane pide otros martinis.
Franny le cuenta a Lane que está cansada "de pedantes y de engreídos demoledores" (20), que la universidad parece una farsa. Él reacciona con sarcasmo y ella se disculpa de nuevo, arguyendo que está de mal humor. Pero Lane no puede parar hasta ganar una conversación, por lo que la acusa a ella de generalizar demasiado; incompetentes hay en todas las profesiones, dice. Y agrega que la universidad de Franny tiene a dos de los mejores profesores del país, quienes, además, son poetas. Ella niega que lo sean y, aunque quiere abandonar la discusión, Lane la presiona para que le explique su postura. Ella dice que solo sabe que, si eres poeta, "dejas algo hermoso" (22). Franny se ve cada vez más pálida y se disculpa para ir al baño.
La sensación de bienestar que Lane había sentido unos minutos atrás se esfuma. Cuando ve a un compañero de clase en la sala, trata de lucir "atractivamente aburrido" (24).
Análisis
El comienzo de Franny y Zooey nos introduce de inmediato en el mundillo universitario de los Estados Unidos de mediados de los años 50. Está narrado en tercera persona por un narrador omnisciente que se limita, en buena medida, a hacer minuciosas descripciones visuales de los espacios y los personajes para luego dejar hablar a estos últimos. En este sentido, sus obras pueden asociarse a obras de teatro o guiones de cine.
Esta es una cualidad innegable de la obra de Salinger en general, y de este texto en particular: están constituidos, en gran parte, por diálogos de mucha profundidad y verosimilitud, sobre todo cuando son protagonizados por niños o jóvenes brillantes (si no lisa y llanamente prodigios), reflexivos, con gran capacidad de observación y, generalmente, algo cínicos. Este es el caso de los siete hermanos Glass, personajes que habitan prácticamente toda la obra de Salinger: varios de los Nueve cuentos; Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción, y la obra que analizamos en esta guía. Franny y Zooey son los dos hermanos menores, y protagonizan los dos relatos incluidos en este libro. Pero además, y aunque no se revele inmediatamente, es Buddy, el segundo mayor, quien narra la sección "Zooey", que analizaremos más adelante.
Así, al comenzar a leer Franny y Zooey, enseguida conocemos a Lane, el novio de Franny: un muchacho adinerado, algo pretencioso, frívolo y muy conciente de sí mismo, quien se expone frente a nosotros, los lectores, a través de pequeñas acciones y de sus conversaciones con otros. En otras palabras, el texto nos da muchas pistas para reconstruir la personalidad de Lane a través de estos elementos. Por ejemplo, lo vemos vestido con una gabardina de moda y bufanda de cachemir, fumando y leyendo una carta de Franny, unos minutos antes de pretender frente a ella que no recuerda esa carta, que "tenía un aspecto manoseado, poco fresco, como si ya hubiera sido sacada de su sobre y leída varias veces" (10). Asimismo, lo encontramos en un restaurante, complacido por ser visto con una chica bella y poco estereotipada como Franny, quitándole importancia a un texto que ha escrito para una materia al mismo tiempo que menciona haber obtenido una calificación perfecta y haber recibido una oferta para publicarlo.
Lo que observamos en estas actitudes de Lane es un falso desapego: finge falta de interés (en Franny, en sus escritos académicos, en cómo es visto por los otros). Su versión del desapego, entonces, es un modelo de cómo no comportarse. Más adelante en el libro se desarrollará, como veremos, una idea diferente y más positiva del desapego.
Luego, en esta sección, está Franny. La vemos llegar con un cuaderno de tapas verdes en la mano, del que Lane se percata de inmediato y del que ella evita hablar, y que funciona como una anticipación del conflicto que se evidenciará pronto en ella. Lo que queda claro enseguida es que Franny está conflictuada: en sus diálogos con Lane, se manifiesta incómoda en su vida universitaria, que siente ajena y superficial, y no puede evitar ver en su novio un mediocre ejemplar de ese mundo que detesta.
Podríamos decir que Franny, como Lane, también es distante e, incluso, deshonesta a veces, pero siempre por una buena razón. Finge estar satisfecha con la casa de huéspedes que consiguió Lane, aunque reconoce internamente la ineptitud de él, y le dice que lo ha extrañado, aunque se da cuenta de inmediato que no es cierto. Franny miente para hacer sentir bien a Lane y, además, reconoce esa mentira y se siente culpable. Al igual que Holden Caulfield en El guardián entre el centeno, vemos que Franny puede ser deshonesta con los demás, pero siempre es honesta consigo misma.
Así las cosas, se establece un claro contraste entre Franny y Lane: mientras él finge un desapego que no tiene realmente (disimula el entusiasmo que le provoca la llegada de su novia, el orgullo que ser visto junto a ella le produce, la alegría de que un profesor le reconozca un buen escrito), Franny, por el contrario, expresa emociones que no siente, intentando disimular un desapego efectivo de las cosas: no ha extrañado a su novio, no tiene ningún interés en las conversaciones intelectuales que él quiere sostener, no puede evitar identificar en él características de los personajes mediocres que, según ella, pueblan el mundo académico.
A medida que el diálogo entre ellos en el restaurante avanza, vemos a la protagonista fallar en sus intentos de mostrarse interesada y complaciente con su novio y de evitar contradecirlo y criticarlo. Pero Lane no es realmente el problema, sino que él parece condensar ciertas cualidades de esa vida universitaria que es, en su conjunto, aquello de lo que Franny se siente ajena.