Resumen
Capítulo 11
El día pautado, Pip regresa a casa de la señorita Havisham. Esta vez, la dueña de casa tiene visitas. En un gran salón de banquetes, la señorita Havisham le muestra a Pip una gran mesa con un pastel de bodas, todo cubierto de arañas y otros insectos. También le cuenta que ese día es su cumpleaños, por eso las visitas, aunque nadie mencione el motivo de la celebración. Suelen venir a verla ese día cada año. La señorita Havisham conversa con sus invitados hasta que se menciona a un tal Mateo, lo que la deja muda. Los invitados se van y la señorita Havisham vuelve a pedir que Estella y Pip jueguen a las cartas mientras ella observa.
Cuando a Pip se le permite explorar el patio, se encuentra con un joven caballero pálido que lo desafía a pelear. A pesar de la evidente preparación del joven para la lucha, Pip le da una fuerte paliza, ganando la pelea. El muchacho, sin perder la alegría, le desea a Pip que tenga buenas tardes.
En la puerta, Estella le dice a Pip que puede besarla si quiere. Pip la besa en la mejilla.
Capítulo 12
Pip regresa a casa de la señorita Havisham, pero esta vez no se encuentra con el joven pálido. Por otro lado, se le asigna la tarea de pasear a la señorita Havisham por la casa y el jardín, empujándola en una silla de ruedas. Así pasan ocho meses. A veces, Estella se les une en el paseo.
Durante este mismo tiempo, el Sr. Pumblechook tiene la costumbre de visitar a la Sra. Joe y hablar sobre las prometedoras perspectivas de Pip, ahora que se ve habitualmente con la Srta. Havisham. Pero las perspectivas parecen desvanecerse cuando, una noche, la señorita Havisham le pide a Pip que lleve a Joe a visitarla, para que Pip pueda marcharse de una vez y comenzar su etapa de aprendiz de herrero.
Capítulo 13
Al día siguiente, Joe acompaña a Pip a la casa de la señorita Havisham. Tras un intento de conversación dificultada por la timidez de Joe, la mujer le da al tío del protagonista veinticinco guineas por los servicios prestados durante esos meses.
El niño y Joe regresan a la casa del Sr. Pumblechook, donde la Sra. Joe también está esperando ansiosamente (y con vestuario exagerado, puesto que la puso celosa la visita de los hombres a casa Satis). Emocionado por las veinticinco guineas (las que, sugiere, fueron su sugerencia, aunque Pip sabe que miente), el Sr. Pumblechook insiste en que Pip está legalmente obligado por la ley a trabajar como herrero, y arrastra a Pip y al séquito hasta el Ayuntamiento. La Sra. Joe luego invita a todos a cenar.
En la comida, todos menos Pip parecen estar divirtiéndose. Al irse a dormir, Pip se siente “muy desgraciado” y admite estar “convencido de que nunca me gustaría el oficio de Joe. Antes me habría gustado, pero ahora ya no” (p.109).
Capítulo 14
Pip desnuda sus miserias ante los lectores: está avergonzado de su hogar, de Joe, de su oficio. Anhela ser extraordinario, un caballero. Su mayor miedo se alía con su mayor vergüenza. Teme, por encima de todo, que Estella lo vea en su estado actual, sucio, de herrero.
Capítulo 15
Biddy continúa enseñándole a Pip todo lo que sabe, incluida una pequeña canción irónica sobre un hombre que va a Londres y vive una vida lujosa. Pip continúa enseñándole a Joe todo lo que ha aprendido, aunque duda de que Joe esté asimilando gran parte de la información.
Orlick, un hombre brusco que Joe emplea en la fragua, comienza un día, a raíz de un simple conflicto, a insultar a la Sra. Joe. Hay una pelea entre Joe y Orlick, que gana Joe, después de lo cual los dos continúan trabajando juntos como si todo hubiera quedado atrás.
Después de todo un año de trabajar como herrero junto a Joe, Pip vuelve a visitar a la señorita Havisham, supuestamente para mostrar su agradecimiento. Sin embargo, la reunión lo decepciona: la señorita Havisham apenas le presta atención, y Estella no está en la casa, sino que ha sido enviada a París para ser educada como una dama.
Cuando Pip regresa, encuentra a casi todo el pueblo reunido alrededor de su casa. Un asaltante desconocido ha golpeado en la cabeza a la Sra. Joe, que quedó allí desvanecida.
Capítulo 16
Pip inmediatamente sospecha de Orlick, aunque, extrañamente, en la escena del crimen se encuentra parte de la cadena de hierro que el convicto del primer capítulo se había quitado de la pierna. A partir de esta noticia, Pip también sospecha del hombre que Joe y él conocieron en el pub, y que revolvió su bebida con la lima que él le había dado, lima que el convicto al que él había ayudado habría utilizado para liberarse del grillete.
Por su parte, su hermana sufrió un daño cerebral grave, perdió gran parte de la voz, la audición y la memoria. Se comunica escribiendo letras y símbolos en una pizarra. Su temperamento, ahora, es tranquilo y paciente.
Capítulo 17
Pip nota que Biddy se está convirtiendo en una mujer, no demasiado bonita pero sí bastante lúcida. Ante ella, Pip admite que quiere ser un caballero para ser aceptado, y quizás amado, por Estella. Biddy sabiamente sugiere que convertirse en un caballero para conquistar a una mujer que lo considera despreciable y ordinario no suena muy lógico. Pip lo sabe instintivamente, pero no puede evitarlo y se lo dice entre lágrimas a Biddy. Le confiesa que desearía poder satisfacerse más fácilmente, enamorarse de ella. "Pero tú no te enamorarás nunca de mí" (p.133), responde Biddy.
Capítulo 18
Es el cuarto año de aprendizaje de Pip, quien está sentado con Joe y el Sr. Wopsle en el pub cuando se les acerca un extraño que quiere hablar a solas con Joe y su sobrino. Pip recuerda haberlo visto en la casa de la señorita Havisham años antes.
Este hombre, un abogado llamado Jaggers, explica que entorno a Pip ahora hay "grandes esperanzas". Le han dado una gran cantidad de dinero, para ser administrado por Jaggers, por un benefactor anónimo cuya identidad Pip nunca debe tratar de descubrir. Cumpliendo los sueños del muchacho, Jaggers explica que Pip será convertido en un caballero y será instruido por Mateo Pocket, el mismo Mateo que se había mencionado en la casa de la señorita Havisham. Jaggers le da suficiente dinero para ropa nueva y se va, esperando encontrarse con él en Londres una semana más tarde.
Pip pasa una velada incómoda con Biddy y Joe y luego se retira a la cama. Allí, a pesar de haber hecho realidad todos sus sueños, se siente muy solo.
Capítulo 19
Se ha corrido la voz por la ciudad de que Pip ha recibido una fortuna, y la gente lo trata de manera diferente. Él va a la ciudad a comprar ropa para su viaje a Londres y la guarda en la casa de Pumblechook para no llamar la atención en su propio vecindario. Pumblechook lo trata como si fuera un rey, y Pip se siente, de pronto, a gusto en la compañía de ese hombre al que poco antes consideraba un hipócrita.
Sin embargo, su relación con Biddy y Joe se vuelve más frágil, especialmente cuando Pip le pide a Biddy que eduque a su tío para que pueda llevarlo a otro nivel social una vez que se le entregue la totalidad de su fortuna. Biddy le responde bruscamente a Pip que Joe no necesita ni quiere ser llevado a otro nivel social.
Pip visita a la señorita Havisham. Ella insinúa sutilmente que ella es su benefactora desconocida, y lo hace de tal manera que Sarah Pocket, que está cerca, se convence de ello.
La semana finalmente termina y Pip se va a Londres. Mientras está en el carruaje, considera darse la vuelta y pasar otro día despidiéndose de Joe y Biddy.
Análisis
A Pip se le presentan varios personajes extraños en el capítulo 11 pero, lo que es más importante, se le dan algunas pistas más sobre el particular estilo de vida de la señorita Havisham. Está claro que la decadencia de ella y de la casa tiene su origen en el día de su boda, evento que ninguno de sus familiares se atreve a mencionar. Por otra parte, la relación de la señorita Havisham con sus parientes es incluso menos amorosa que la que tiene con Pip. La visita de estos familiares a la señorita Havisham se basa en la codicia, en la esperanza de complacerla lo suficiente como para recibir parte de su dinero cuando muera. La señorita Havisham es muy consciente de esto, y varias veces hace alusión a que su cadáver será dispuesto como comida para sus familiares en la misma mesa donde ahora se encuentra su pastel en descomposición.
Es irónico que el ambiente sin amor de la casa Satis sea para Pip representativo de la alta sociedad a la que le gustaría ascender. Las relaciones de la casa se basan en el dinero y el poder, mientras que su relación en la fragua con Joe se basa en el respeto mutuo. Pip se siente incómodo en su forma de actuar con las personas de la clase alta, y por ello se siente culpable al golpear al pálido joven caballero. No obstante, es recompensado por su violencia con el beso de Estella, símbolo de la recompensa social por el comportamiento violento. Aunque no está claro aún para el joven Pip, es visible que el protagonista está eligiendo un ambiente decadente y rodeado de muerte, así como una vida de relaciones vacías, donde las personas son herramientas o juguetes.
La señorita Havisham disfruta que Estella haga sufrir a los hombres que la pretenden, y explícitamente avala que la joven le rompa el corazón a un niño inocente. Aunque lo que le han hecho a la señorita Havisham no está del todo claro aún, ya puede suponerse que la razón de su estado actual (y el de su casa) se corresponda con que un hombre la dejó plantada el día de su boda. Estella, entonces, viene a vengar esta vergüenza de su madre adoptiva, logrando que los hombres se enamoren de ella para luego destruir sus corazones y esperanzas. Con Pip, obviamente, está teniendo éxito: el muchacho sigue exponiéndose a ser insultado y humillado por esta jovencita a la que cada día considera más hermosa y perfecta.
A lo largo de Grandes esperanzas, las escenas de comidas (ya sean desayunos, almuerzos o cenas), suelen funcionar como retrato de las relaciones entre las personas reunidas en la mesa. La comida en que se celebra el contrato de Pip con Joe recuerda a la comida de Navidad del capítulo 4, donde Pip no siente el más mínimo placer por la compañía humana y la hospitalidad que se suponen comunes a una mesa familiar. En muchos casos, de hecho, lo significativo de estas comidas suele pasar por, justamente, aquello que no son: los platos y el pastel sin comer en el salón de banquetes de la señorita Havisham se erige como un símbolo de la falta de amor y compañía humana que comúnmente se presentan en celebraciones como bodas o cumpleaños.
Sin embargo, si nos fijamos en la primera situación de comida de la novela, en la cual Pip le facilitaba pastel de cerdo al convicto, encontramos un ambiente diferente. Aunque el escenario de la comida carece de elegancia, y los pantanos fríos y húmedos, así como los modales del invitado (el convicto) se asemejan a los de un perro, parece haber cierta hospitalidad genuina en las palabras de Pip: "No sabe usted cuánto me contenta que le guste lo que le he traído" (p.21). En la respuesta del convicto también encontramos calidez y sinceridad: “Gracias, muchacho; me gusta” (p.21). A lo largo de la novela, asistiremos a varias situaciones en torno a la comida que funcionarán como reflejo de las relaciones en distintos escalafones de la sociedad.
Sin embargo, la crítica de Dickens a la sociedad de su época se presenta en muchos otros aspectos de esta novela (así como en casi toda su obra literaria). En Grandes esperanzas, principalmente, se contrasta la vergüenza de Pip por hacer un trabajo honesto pero poco elegante con su anhelo desesperado por ser un caballero, condición de la cual, hasta el momento, solo tuvo como referencia a seres crueles y soberbios. En esencia, Dickens está criticando una tendencia social de menospreciar al trabajador común, juzgándolo inferior a personas ricas y nobles que, sin embargo, no demuestran bondad ni virtud alguna. Así, la crítica en la novela se aparece en dos niveles: el primero se dirige a una sociedad que impone esos valores, y el segundo a aquellos individuos que, como Pip, adoptan estos valores sociales a pesar de que su razón y sensibilidad le adviertan al respecto.
Incluso mientras Pip sueña con una vida de clase alta, la violencia y el crimen continúan siendo parte de su vida. Pip es testigo de una pelea entre Orlick y Joe, aparentemente incitada por la Sra. Joe, que recuerda a Estella complementando con un beso la pelea de Pip con el pálido joven caballero. La violencia aparece de forma rápida y bastante inesperada a lo largo de la novela y, como en este caso, no suele resolver nada. Por otra parte, el episodio aparentemente lejano de Pip ayudando al convicto en los pantanos continúa persiguiéndolo, incluso cuando él ya sueña con ser un caballero, lo que intenta lograr por medio de la instrucción. Las piezas de hierro que se encuentran en la escena del crimen de la señora Gargery traen a la mente de Pip la imagen del convicto, y le hacen sentir, en parte, responsable (aunque indirecto) de la lesión de su hermana.
Es preciso atender al diálogo entre Pip y Biddy acerca de los nuevos anhelos del protagonista. Pip confiesa en voz alta, por primera vez, que ama a Estella, y que quiere convertirse en un caballero para conquistarla. La conversación tiene lugar entre los pantanos que, a lo largo de la novela, representan el pasado y los orígenes de Pip (allí está el cementerio donde yacen sus padres), así como su posición social como aprendiz de herrero. La llanura pastoral que acompaña el paseo de Pip con Biddy contrasta con el movimiento de los barcos en el río, que Pip siempre ha asociado con un futuro lejano y esperanzador. El propio Pip expresa su frustración cuando dice que desearía ser feliz en su posición actual, incluso tener a Biddy cerca, pero no puede evitar mirar hacia un futuro imposible.
Desde el anuncio de Jagger, Pip modifica su comportamiento y su relación con sus seres queridos. Básicamente, en esencia, las noticias de Jagger acerca del benefactor satisfacen la vanidad que había estado invadiendo a Pip desde que visitó por primera vez casa Satis. Esto se refleja, por ejemplo, en una nueva pomposidad en su lenguaje, y en el hecho de que incluso llega a corregir la gramática de Biddy, quien fuera hasta entonces su maestra. Desde que la sociedad actúa de forma distinta en relación a él, el protagonista parece haberse creído esta nueva identidad y propuesto representarla de inmediato. Es decir, Pip pasa a creerse superior, más inteligente, más calificado que poco tiempo atrás, en la vida que llevaba con Biddy y Joe. Sin embargo, como aparece en la conciencia del protagonista, este movimiento no es gratuito: Pip se margina a sí mismo con esta vanidad y se vuelve más solitario, en tanto pierde el calor de los suyos.
En su último momento en su pueblo natal, Pip se despide de los marjales. Estos siempre representaron su humilde pasado y esta vez, sin embargo, el protagonista encuentra el escenario hermoso, de una manera en que no lo había reconocido antes. Aún así, quiere irse de allí. Por supuesto, el lector se queda con la sensación de que Pip nunca dejará atrás, del todo, el pasado del que busca deslindarse.