Resumen
Capítulo 20
Pip llega a Londres. Si no hubiese escuchado hablar tanto sobre la ciudad, dice, hubiera dudado si esta no era fea, con sus “calles retorcidas, estrechas y sucias” (p.163). Asiste al despacho de Jaggers, donde conoce a Wemmick, su empleado.
Capítulo 21
Wemmick lleva a Pip a la Posada de Barnard, donde se hospedará. Pip encuentra el lugar un tanto deteriorado y decrépito. Allí conoce a quien será su compañero de habitación durante los días siguientes, el hijo de Mateo Pocket, Herbert. Herbert Pocket y Pip se reconocen cuando se encuentran: Herbert es el joven caballero pálido con el que Pip peleó en el jardín de la señorita Havisham tiempo atrás.
Capítulo 22
Herbert Pocket prepara una cena sencilla y explica su relación con la señorita Havisham. Su padre, Mateo Pocket, es primo de la señorita Havisham. La señorita Havisham fue adorada por su padre toda su vida, por eso cuando la mujer se enamoró de un estafador, Mateo trató de advertirle sobre él. Enojada, la señorita Havisham echó a Mateo de la casa. Luego, la señorita Havisham fue abandonada el día de su boda. Su prometido, quien efectivamente era un estafador, le dejó solo una carta. El rumor fue que el prometido había trabajado en una conspiración junto a su hermano menor, quien procuraba vengarse de los más favorecidos. Después de todo esto, la señorita Havisham adoptó a Estella y la crio para vengarse del género masculino: los hombres se enamorarían de la muchacha y ella los haría sufrir.
Al día siguiente, Herbert lleva a Pip a encontrarse con su padre y sus siete hermanos en las afueras de Hammersmith.
Capítulo 23
La casa Pocket resulta ser un caos de niños, niñeras y huéspedes, bajo la mirada cansada de Mateo Pocket. La Sra. Pocket fue criada con grandes expectativas y educada para ser elegante y sofisticada, aunque indefensa e inútil. Parece tener poca idea de la crianza de los hijos, dejando a los pequeños en manos de dos niñeras. Pip presencia el caos durante una comida.
Capítulo 24
Pip encuentra que Mateo Pocket es, al igual que su hijo, un hombre serio, honesto y bueno. Debido a que Mateo le enseña a Pip con seriedad, este estudia también con dedicación y progresa rápidamente. Al mismo tiempo, Pip se siente atraído por la vida en Londres y le pregunta a Jaggers si puede vivir permanentemente en la posada junto a Herbert, en lugar de hospedarse en Hammersmith. Jaggers está de acuerdo.
Wemmick lleva a Pip a ver a Jaggers en la corte, donde el muchacho observa con admiración lo talentoso que es Jaggers en su oficio de abogado.
Capítulo 25
Mientras está en casa de los Pocket, Pip llega a conocer a la familia que rodea a la señorita Havisham. Camilla es la hermana de Mateo Pocket y Georgiana es una prima. Pip se siente cada vez más cercano a Herbert.
Pip es invitado a cenar a lo de Wemmick, cuyo eslogan parece ser "La oficina es una cosa, la vida privada es otra". De hecho, Wemmick tiene una vida privada fantástica. Aunque vive en una pequeña cabaña, esta ha sido modificada para parecerse un poco a un castillo, con foso, puente levadizo y un cañón de fuego. Allí, el hombre vive con su padre, a quien cuida, y recibe visitas de una adorable muchacha con la que espera casarse. Pip considera que Wemmick es un anfitrión entretenido, muy diferente al que conoció en la oficina.
Capítulo 26
Al día siguiente, el mismo Jaggers invita a cenar a Pip y sus amigos. Pip lleva consigo a Herbert, así como a los otros usuales huéspedes de Pocket, como Startop y Drummle, un aristócrata soberbio algo irritante.
Por sugerencia de Wemmick, Pip mira atentamente a la sirvienta de Jagger, una "tigresa", según Wemmick. Tiene unos cuarenta años y parece mirar a Jaggers con una mezcla de miedo y deber.
Capítulo 27
Biddy le escribe a Pip para avisarle que Joe viajará a Londres y que le gustaría visitarlo. Pip no siente mucho placer con la noticia.
Joe se presenta a desayunar y le dice a Pip que la señorita Havisham quiere que sepa que Estella está de vuelta en casa Satis. La conversación es forzada; Joe se dirige a Pip como "señor". Ante el reproche de Pip, Joe dice que allí está fuera de su elemento, y que si quiere hablar como en los viejos tiempos, él debería visitar la fragua.
Capítulo 28
Pip viaja de regreso a su ciudad natal para ver a Estella. Comparte el carruaje con dos convictos que se sientan detrás de él. Pip reconoce a uno de ellos: es el tuerto que Pip vio en la taberna años antes, quien revolvía su bebida con la lima y le dio a Pip un billete de una libra. El convicto no lo reconoce, pero Pip lo escucha contarle al otro convicto la historia del cementerio (protagonizada por él y el convicto al que alimentó).
Capítulo 29
Pip imagina que la señorita Havisham lo adoptó tanto a él como a Estella para criarlos y que estén juntos. Se imagina a él y a Estella habitando la antigua casa Satis y abriendo las ventanas para dejar entrar el sol y la brisa.
Pero apenas llega a la casa Satis, Pip se encuentra a Orlick en la puerta: el hombre ahora está trabajando para la señorita Havisham. Pip entra y tarda en reconocer a Estella, que ahora es adulta y más hermosa que antes. Pero la muchacha lo trata como al niño ordinario que él fue, y así se siente Pip. Estella viene de Francia y se propone vivir en Londres. La chica le sugiere a Pip que los amigos del pasado no le van con su vida presente, y automáticamente Pip decide no ir a ver ni a Joe ni a Biddy. En este momento, Pip ve algo sorprendentemente familiar en el rostro de Estella. No puede ubicar la mirada, pero una expresión en su rostro le recuerda a alguien.
Más tarde, todos cenan con Jaggers, quien curiosamente no mira a Estella en toda la comida.
Análisis
Londres es el escenario de las grandes expectativas de Pip, pero de inmediato este espacio se presenta decepcionantemente feo, lo cual configura un no muy buen indicio sobre la vida que el protagonista desarrollará allí. El primer lugar al que Pip asiste, el despacho de Jagger, es un ambiente que recuerda constantemente la muerte: una silla parece hecha de material de ataúd, y hay máscaras mortuorias sobre la chimenea. Esta es, entonces, la puerta de entrada al futuro de Pip. Las grandes esperanzas empiezan a contrastar con una realidad menos esperanzadora.
Aquellas situaciones menos pretenciosas son las que presentan cierta calidez para el protagonista. La mayoría de estas se dan de la mano de Herbert, quien se vuelve un gran compañero para Pip. Las cenas que ambos comparten, libradas de protocolos y elegancia, son las más divertidas y disfrutables para el protagonista. En este tipo de situación, la novela parece estar planteando una tesis: el verdadero lujo, la felicidad y el placer, no yacen en la riqueza ni en la elegancia de la alta sociedad, sino más bien en la calidez de una compañía sincera. El asunto de la riqueza, sin embargo, no está del todo ausente en la relación de Pip con Herbert, ya que el protagonista cree estar recibiendo el dinero de la señorita Havisham, dinero que les ha sido negado a los Pockett desde que Mateo fue echado de casa Satis. Esta sospecha empujará a Pip, más tarde, a donar secretamente parte de su dinero para ayudar a Herbert, a quien considera un hombre bueno y honesto.
En Grandes esperanzas se cifra una fuerte crítica a la clase alta. En la figura de la señora Pocket se deja en evidencia la obsesión de la alta sociedad inglesa con los títulos nobiliarios: la mujer está tan atrapada en esta clase de preocupación que pasa casi todo su tiempo leyendo sobre este tema. En este personaje también se expone un abismo entre una percepción atrofiada por los anhelos de superioridad y la realidad: la señora Pocket está decepcionada con la vida que le tocó en suerte, a pesar de que no debe trabajar ni realizar tareas domésticas y tiene por marido a un buen hombre. El personaje tiene su atención tan apuntada en el sistema de clases que no puede ver realmente lo que sucede a su alrededor. Pip logra ver, aunque no pueda interiorizarlo del todo en el momento, que la educación elegante que le brindaron a personas como la señora Pocket no sirve prácticamente para nada: la mujer es completamente inútil y, además, bastante infeliz, incapaz de disfrutar de lo que tiene.
Otra crítica que vuelve a aparecer en la novela de la mano de la familia Pocket es la que se dirige a denunciar el abuso infantil, así como los modos en que los niños son oprimidos y marginados. En la familia Pocket, los niños no son necesariamente maltratados físicamente (aunque sus vidas parecen estar en peligro a veces por falta de supervisión), ni mal alimentados, ni obligados a trabajar, pero resultan maltratados psicológicamente por su madre. Los padres, Matthew y la Sra. Pocket, tienen poco tiempo -si acaso tienen alguno- para criar decentemente a sus numerosos hijos.
La honestidad y la seriedad de Mateo Pocket contrastan con el carácter racional, aunque no necesariamente honesto, de Jaggers. De hecho, la moral de Jaggers no se preocupa por lo que es realmente justo: su virtud radica en resolver con ingenio cualquier situación, independientemente de la idea de justicia. La culpabilidad o la inocencia no se deciden en la mente de Jaggers por quién es realmente culpable o inocente, sino que el abogado toma cualquier caso como un desafío por demostrar su habilidad para conseguir el veredicto deseado. De algún modo, la novela está planteando una crítica al sistema judicial y a la moral de los abogados en general.
Wemmick deja en evidencia la despersonalización existente en los trabajadores de las grandes ciudades. La vida privada y la vida pública de Wemmick se distancian tanto entre sí que parecen constituir dos personalidades (incluso dos personas) opuestas: uno, un oficinista sombrío con una seca insensibilidad; el otro, divertido, cariñoso y generoso. Literalmente, el hogar de Wemmick es su castillo -lo cual evoca una época anterior a la urbanización de Londres-, y Wemmick habla en términos de defender este hogar privado contra la invasión de la dura vida de la ciudad. En su cena en lo de Wemmick, Pip conoce la personalidad entretenida, humana y solidaria de un hombre a quien antes prejuzgó como un aburrido eslabón más del entramado urbano.
La cena en casa de Jaggers puede compararse, por oposición, a la que Pip tuvo en casa de Wemmick. En lugar de ofrecer otra cara más amigable o humana de su personalidad, Jaggers confirma lo que parecía ser: un racionalista casi mecánico con una fría fascinación científica por la psicología de las personas y una total falta de compromiso emocional con ellas.
Por otro lado, la cena en casa de Jaggers presenta por primera vez algunas cuestiones que se desenvolverán más adelante. De todos los jóvenes invitados, Jaggers llama la atención sobre el antipático Drummle, quien no tardará en convertirse en un personaje importante en la trama. Por otro lado, es notorio que Wemmick llame la atención de Pip al sugerirle que observe a la sirvienta de Jaggers. Es el mismo dueño de casa, a su vez, quien exhibe con orgullo las muñecas de la mujer, llenas de cicatrices. La razón de estas heridas, así como la historia de este personaje, se develará mucho más adelante en la novela.
El capítulo 29 profundiza en el personaje de Estella. Es evidente que la señorita Havisham tuvo éxito al criarla como una mujer hermosa pero sin emociones. "No tengo corazón" (p.239), le advierte la muchacha a Pip. "La crié y la eduqué para que la amasen. E hice que llegara a ser como es para que pudieran amarla” (p.241), confiesa, orgullosa, la señorita Havisham, evidenciando su voluntad de vengarse del género masculino, sin importar quién resulte herido en el camino. “¡Ámala!“ (p.241), le ordena al pobre Pip.
El arquetipo maestro-aprendiz se ve en varias relaciones diferentes de Grandes esperanzas, a veces en un sentido positivo, otras en uno negativo. En el caso de la señorita Havisham y Estella, la relación maestro-aprendiz es decididamente negativa. La señorita Havisham crió a Estella no como a un individuo, sino como una extensión de sí misma, para vengar rencores pasados. Por su parte, Joe crio a Pip con generosidad y amor.