El número 21 (Símbolo)
21 es la edad simbólica de la madurez. Por eso Burgess elige el capítulo número 21 (capítulo 7 de la tercera parte) para mostrar a su personaje finalmente convertido en adulto. El autor mismo explica las razones de esto en el prólogo de su libro: "21 es el símbolo de la madurez humana, o lo era, puesto que a los 21 adquirías el derecho a votar y asumías las responsabilidades de un adulto" (6). Alex tiene 18 años cuando termina la novela, pero ha vivido muchas cosas y, por primera vez, siente genuinos deseos de dejar atrás la violencia y rehacer su vida. Además, se da cuenta de que, durante su juventud, ha actuado como un muñeco a cuerda, por impulso y no por voluntad propia.
La leche y el té (Símbolos)
La leche es símbolo de la infancia y por eso Alex y sus amigos la beben todo el tiempo. Esto resalta lo infantil e inmaduro de sus comportamientos. Pero la leche que beben no es tan inofensiva como la de un niño, puesto que está mezclada con drogas. La experimentación con las mismas les produce alucinaciones y los estimula: "primero el viejo moloco, ¿no te parece? Algo que nos levante"(34).
Por oposición, el té se presenta como la bebida de la edad adulta. Alex siente deseos de tomar una taza de té la noche que se da cuenta de que ha madurado. Deja atrás entonces el bar "lácteo" Korova y se dirige a un lugar de "té-y-café". En este lugar, se encuentra además con su viejo amigo Pete, que también ha madurado.
Alex también toma té en otros momentos de la novela, pero que no se relacionan con la diversión, sino todo lo contrario. Por ejemplo, lo hace en la cárcel y en el hospital, o en la casa de F. Alexander, después de ser golpeado por la policía.
El té está asociado a la edad adulta y, más aún, a la vejez. Alex tiene una súbita visión de sí mismo como un anciano en el capítulo final, cuando desea una taza de té: "Pensando en el chai tuve una súbita visión, como una fotografía de mí mismo sentado en un sillón ante un bolche fuego piteando chai, y lo más divertido y a la vez extraño era que yo parecía haberme convertido en un starrio cheloveco" (104).
Además, por oposición a la leche mezclada con drogas, el té está asociado a una bebida inofensiva. Alex la describe así cuando mira el interior del lugar de té-y-café: "a través de los grandes cristales videé que estaba atestado de liudos apagados, corrientes, de litsos pacientes e inexpresivos, que no harían daño a nadie, todos sentados allí goborando quedamente y piteando unos tés y cafés inofensivos" (104).
El té se presenta como reconfortante e inofensivo, mientras que la imagen de la leche oscila entre el consumo infantil y la fantasía alucinógena.
La oscuridad (Símbolo)
La oscuridad es un símbolo de la maldad en el mundo. Culturalmente se asocia también al peligro y a la incertidumbre. La oscuridad domina los escenarios sombríos donde Alex se mueve alegremente con sus amigos: los bares Korova y Duque de Nueva y las calles y callejones de la ciudad a la noche. Las acciones violentas ocurren a la noche. Incluso en la cárcel, cuando Alex y otros prisioneros matan a un hombre, lo hacen de noche, y en el momento en que las luces están apagadas. Alex se siente más seguro de noche, como si la oscuridad ocultara sus delitos.
La luz y la claridad (Símbolos)
La luz y la claridad son tradicionalmente símbolos positivos, opuestos a la oscuridad (ver más arriba "La oscuridad"). Pero en esta novela la luz representa más bien un símbolo de la opresión del gobierno. Alex es más vulnerable a la luz del día y no comete crímenes porque se siente expuesto. En las calles hay más policías durante las horas diurnas: "en esas horas de luz siempre parecía haber más militsos" (29). Los edificios donde experimentan con Alex la técnica de Ludovico se destaca por su blancura exterior, y la blancura está asociada a la claridad. Se los reconoce por ser los "nuevos edificios blancos" (49). Apenas Alex ingresa en él, el adjetivo "blanco" se repite tres veces: "Y me sonrió con los glasos y la rota grande y bien formada, de subos blancos y brillantes, y la verdad que simpaticé casi en seguida con este veco. En fin, me pasó a un veco de menos categoría también cortés y de chaqueta blanca, que me llevó a un dormitorio agradable, limpio y blanco (...)" (57). Finalmente, la luz también cae sobre Alex cuando los médicos hacen con él la demostración de los efectos de la técnica de Ludovico, ante una audiencia que lo observa y festeja las humillaciones a las que lo exponen.
Además, el día, asociado a la luz, está en estrecha relación con las obligaciones que impone el gobierno: los adultos están obligados por ley a ir a trabajar. También los jóvenes están obligados a ir a la escuela. La noche, por oposición, es el dominio de quienes cometen actos fuera de la ley: los jóvenes criminales (Ver "La noche" en la sección "Imágenes" de esta guía).
El macho cabrío (Símbolo)
En su primer noche en prisión, después de recibir una brutal golpiza por parte de la policía, Alex tiene un sueño que se presenta como el reverso de la corrupción de la civilización. En el sueño se presenta un paisaje de naturaleza idílica, con flores y árboles, y un macho cabrío:
"Pero no fue un verdadero sueño, era como meterse en otro mundo mejor. Y en ese mundo mejor, oh hermanos míos, yo estaba en un campo de flores y árboles, y se veía un macho cabrío con litso de hombre y tocaba una especie de flauta. Y entonces pareció que salía el sol, el propio Ludwig van, con el litso rugiente, la corbata suelta y el boloso desordenado y áspero, y entonces oí la Novena, último movimiento, con los slovos un poco cambiados.” (44)
El macho cabrío es símbolo de fertilidad, la vitalidad y la energía incesante. Es el epítome de la virilidad masculina y la energía creativa. Su imagen derivó en el dios griego Pan, y en Fauno de la mitología romana. Este ser mitológico tiene cuerpo humano en la parte superior y cuerpo de cabra en la parte inferior y, en muchas ocasiones, como en el sueño de Alex, se lo representa tocando una flauta. Es un dios lujurioso, que en casi todos los mitos persigue a las ninfas del bosque. También es considerado un dios profético que revela el porvenir por medio de voces oídas en el bosque o en los sueños. También se lo consideraba responsable de pesadillas. El sueño de Alex deriva en una suerte de pesadilla cuando empieza a escuchar en él el “Himno a la alegría” con las palabras cambiadas, y la violencia invade la sinfonía. Además, también es este un sueño profético: como ocurre acá con la Novena Sinfonía, después de que sometan a Alex a la técnica de Ludovico, la música clásica quedará asociada para él a la violencia y las consecuencias físicas que la acompañan.