El barco Dragón (imagen visual)
“El Dragón era, como he dicho, una urca, una urca coquetona y elegante; parecía una dama holandesa, blanca y rolliza, vestida de negro, que marchaba contoneándose con gracia por el mar. El Dragón era un buen barco, un barco seguro, en el que uno se podía confiar, con una arboladura gallarda y muchas velas de cuchillo. Era de esas embarcaciones que los franceses llaman ardientes".
La descripción del barco Dragón crea una imagen visual evocadora y metafórica. La comparación del barco con una "dama holandesa" destaca la elegancia y coquetería del Dragón. La referencia a la arboladura gallarda y las velas de cuchillo refuerza la idea de un barco seguro y confiable. La mención de que el Dragón es una "urca" y la asociación con el término "ardientes" utilizado por los franceses sugiere una conexión con la tradición marítima y cultural. La imagen del barco se convierte en un símbolo de la identidad y la habilidad náutica.
Mañana en el pueblo (imagen visual)
“Por las mañanas, al asomarme al balcón, veo el pueblo con sus tejados rojos, negruzcos, sus chimeneas cuadradas y el humo que sale por ellas en hebras muy tenues en el cielo gris del otoño. Después de las lluvias abundantes, las casas están desteñidas, las calles limpias; la carretera descarnada, con las piedras al descubierto. El azul del cielo parece lavado cuando sale entre nubes: es más diáfano, más puro".
La descripción de la mañana en el pueblo crea una imagen visual detallada de los tejados rojos, el humo de las chimeneas y el cielo gris del otoño. La paleta de colores, con el contraste entre los tejados rojos y el cielo gris, contribuye a la atmósfera melancólica. La referencia al cielo lavado por la lluvia y la limpieza de las calles después de las lluvias destaca la conexión entre la naturaleza y el entorno urbano. La descripción evoca una sensación de renovación y frescura.
Casa de la abuela (imagen visual)
“Había también en la sala una brújula, un barómetro, un termómetro, un catalejo y varios daguerrotipos pálidos, sobre cristal, de primos y parientes lejanos. Recuerdo también un octante antiguo muy grande y muy pesado, de cobre, con la escala para marcar los grados, de hueso. Sobre la consola solían estar dos cajas de té de la China, una copa tallada en un coco y varios caracoles grandes, de esos del mar de las Indias, con sus volutas nacaradas, que uno creía que guardaban dentro un eco del ruido de las olas".
La enumeración de objetos en la casa de la abuela, como la brújula, el barómetro, el termómetro y otros elementos, contribuye a crear una imagen visual detallada de la sala. La presencia de objetos antiguos y exóticos agrega un toque nostálgico y misterioso. La referencia a la copa tallada en un coco y los caracoles del mar de las Indias evoca sensaciones táctiles y visuales. La inclusión de daguerrotipos de parientes lejanos refuerza la conexión con el pasado y la herencia familiar.
La lluvia y el agua (imagen visual y sonora)
“Muchas veces me paso el tiempo en el balcón viendo cómo la carretera se llena de charcos y se ennegrecen las casas. De noche, el ruido de la lluvia, esa canción del agua, es como un rumor que acompaña resonando en los tejados y en los cristales; ritmo olvidado vuelto a recordar. Aun desde la cama lo oigo en la gotera del desván, que, al caer en un barreño, hace un ruido metálico. Y la lluvia, y el viento, y el agua, todo me encanta y todo me entristece".
La descripción de la lluvia como "una canción del agua" y el ruido metálico de la gotera del desván crea una atmósfera sonora. La relación entre el sonido de la lluvia y el viento y las emociones del narrador destaca la conexión íntima entre el entorno natural y el estado emocional. La afirmación de que la lluvia, el viento y el agua le encantan y entristecen sugiere una dualidad de emociones. Estos elementos naturales se convierten en una metáfora de la complejidad de la vida y las experiencias humanas.