El naturalismo es un movimiento artístico que surge en la segunda mitad del siglo XIX como respuesta y en oposición al Romanticismo. Se desarrolla, sobre todo, en el ámbito literario, y podría decirse que se trata de una de las derivas del realismo, dado que comparte características y objetivos con este movimiento. Sin embargo, tiende a detenerse y mostrar aspectos más duros, a tomar como personajes a seres marginales e, incluso, a presentar sustento o lenguaje de origen científico en su intento de representar la realidad. El mayor exponente del movimiento es el escritor francés Émile Zola, ampliamente estudiado por Emilia Pardo Bazán, quien le dedica varios artículos que aparecen recopilados en La cuestión palpitante (1882). Emilia Pardo Bazán es, también, una representante de este movimiento, que tanto estudia en sus escritos sobre crítica literaria. El cuento "Las medias rojas" (1914) se configura como un relato naturalista, como hemos visto en esta guía.
Entre las características principales del naturalismo, encontramos la cuestión del determinismo. Los escritores del movimiento creen que la herencia genética y el entorno en el que los seres viven determinan su comportamiento. De esta forma, los personajes no cuentan, realmente, con libre albedrío, sino que sus acciones se ven determinadas por factores biológicos y ambientales.
Otra de las características centrales de esta literatura es la presentación objetiva, detallada y científica de los hechos. Para presentarlos de esta manera, muchas veces apelan a un lenguaje técnico o científico. Además, sus obras hacen hincapié en la presentación de los aspectos más duros de la vida. Por ello, sus personajes no son los hombres y mujeres de la burguesía, clásicos del realismo, movimiento del mismo periodo con el que se suele comparar al naturalismo, sino que son los representantes de las clases bajas, los proletarios e, incluso, seres marginales.
Las costumbres y la forma de hablar de estos personajes, atípicos para la literatura hasta el momento imitan los regionalismos y las costumbres de aquellos a quienes representan. A su vez, estos seres suelen estar enfermos, sufrir alienación laboral y violencias varias. En relación con esto, el tono de los textos es pesimista y fatalista, dado que el determinismo hace a los personajes impotentes: no puedan encontrar una salida positiva para sus problemas.
Vale decir que ños escritores naturalistas se valen de sus obras, muchas veces, para denunciar cuestiones sociales. La literatura, por tanto, funciona como un elemento artístico que, además, es una herramienta de lucha y denuncia.