El Holocausto
La palabra holocausto refiere a la matanza de un enorme número de personas con el objetivo de desaparecer un determinado grupo social. A lo largo de la historia, han sucedido diversos holocaustos, pero cuando se habla de Holocausto, con mayúscula, se hace referencia, en particular, al Holocausto judío.
El Holocausto tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial, a partir del año 1939. Durante este conflicto bélico, los nazis exterminaron a la población judía de Polonia, matando a un estimativo de seis millones de judíos. El Holocausto, como tema, es abordado en gran cantidad de obras desde diferentes ópticas. En Maus, el Holocausto se constituye como una de las temáticas principales, que el autor aborda con inteligencia, originalidad y sensibilidad.
El cómic narra las visitas de Art a su padre, Vladek, un judío sobreviviente del Holocuasto. En estas visitas, el Holocausto se aborda desde la sombra que ha dejado en los sobrevivientes y en los familiares que los rodean. Art encuentra extremadamente complejo vincularse con su padre, ya que sigue con la mentalidad de la guerra y la aplica a su cotidiano. Por tal motivo, Vladek es extremadamente tacaño, tiende a acumular basura, reprende a su hijo por la forma en que derrocha y también lo culpa de los propios errores, lo que se puede pensar como un acto-reflejo adquirido durante la guerra. Además, Vladek padece otras consecuencias de los horrores por los que pasó, que no tienen que ver solo con su mentalidad, sino también con problemas de salud, como la diabetes y las dolencias coronarias.
En el cómic es posible observar que el carácter severo y hostil del Vladek anciano no son propios del hombre anterior al Holocausto. En el prólogo de la obra, un joven Art recurre a su padre en busca de consuelo por algo que le hicieron sus amigos. Vladek solo sabe darle una respuesta cruda: compara el accidente del niño con la crudeza del Holocausto. Desde esta primera escena se comprende cómo la psique de Vladek permanece atravesada por los hechos del pasado, y cómo aquello afecta la cotidianidad de su hijo Art.
En las visitas a la casa de Vladek para recuperar los acontecimientos pasados, Art registra las historias de su padre para escribir su cómic. En esta instancia de la historia, el Holocausto se aborda como tema de una forma mucho más directa, al desarrollarse la crudeza de aquellos años: los asesinatos, el amedrentamiento, las torturas, la denigración de las creencias judías, la violencia, el hambre, el frío y la enfermedad con que los alemanes diezmaron a la población judía. A través de Vladek y Anja, el cómic cuenta la historia del genocidio sistemático y planificado de millones de personas y ahonda en el horror de las matanzas masivas, pero mantiene el foco en la historia individual de aquella pareja. De esta forma, Maus trata la magnitud del Holocausto sin caer en la representación anónima de una comunidad de víctimas, sino profundizando en una de las millones de historias individuales que pasaron por la misma pesadilla.
La culpa
La culpa es otro de los temas principales que el autor aborda consistentemente a lo largo de Maus desde diversas dimensiones. Así, es posible destacar tres abordajes diferenciados: la culpa familiar, la culpa del superviviente y la culpa de la humanidad.
La culpa familiar se desarrolla principalmente a través del personaje de Art, que se atormenta por no ser un buen hijo para ninguno de sus padres. Art se siente culpable por el suicidio de su madre, puesto que le profesaba un trato totalmente apático, y lo último que recuerda antes de que ella se quitara la vida es que la había maltratado. A su vez, el trato negligente que tiene con su padre también lo llena de culpa. Luego, la culpa familiar también está vinculada a la publicación del propio cómic y la forma desfavorable en que Art representa a su padre, cuestión que se debate y desarrolla en su visita al psicólogo, Pavel, en el libro II.
La culpa del superviviente es un tanto más compleja: se trata de un sentimiento producto de las relaciones de los personajes con el Holocausto. Vladek, en el presente, manifiesta culpa por haber sobrevivido al Holocausto mientras que tantas otras personas (entre ellas, familiares y amigos) perecieron. Este sentimiento tiene mucho sentido, considerando que gran parte de la supervivencia se debe a cuestiones de azar, ya que ser o no fusilado por un oficial nazi depende, en última instancia, de la suerte. A diferencia de sus colegas y familiares, Vladek tuvo mucha suerte y descarga la culpa que siente por ello sobre su hijo, quien se cría abrumado por esta carga. Así, en una charla con su pareja, Art llega a confesar que siente culpa por no haber vivido el Holocausto, y que una parte de él preferiría haber estado ahí.
Finalmente, la culpa de la humanidad se presenta de una forma más general y difusa, aunque aun así merece ser mencionada. En la metanarrativa del capítulo dos del libro II, Art reflexiona sobre el Holocausto mientras es hostigado por reporteros y propuestas de negocios. En ese momento introduce la noción de que toda la humanidad debería sentir culpa por haber permitido, como especie, un evento tan atroz como el Holocausto. Inclusive, destaca Art, en el presente de la emisión del cómic, hay empresas que le deben su prosperidad al Holocausto. Para Art, que la sociedad deje pasar por alto ese tipo de cuestiones amerita al menos un sentimiento de culpa generalizada.
Las relaciones filiales
Maus explora exhaustivamente los vínculos familiares entre los diferentes miembros de la familia Spiegelman. Aunque el vínculo prioritario sea el de padre e hijo (entre Vladek y Art), el autor no olvida las relaciones de todo el esquema familiar. A lo largo del cómic, entre los saltos del pasado y el presente se hace evidente la relación conflictiva entre Vladek y Mala, que contrasta poderosamente con el vínculo que Vladek tenía con su primera mujer, Anja, a quien amaba profundamente. En verdad, Vladek jamás supera a su primer amor y se lo hace notar constantemente a su pareja actual, Mala.
Por otro lado, Art es testigo de la pareja disfuncional que conforman su padre y Mala, pero no se involucra, puesto que a él le conviene que alguien se haga cargo de Vladek para que esa responsabilidad no caiga sobre sus hombros. Aunque el vínculo entre padre e hijo esté signado por la culpa, esta no llega a revertir la frivolidad y el desinterés profundo de Art por su padre. En este sentido, el cómic explora la incomprensión del hijo sobre las decisiones y las actitudes de sus padres.
Al mismo tiempo, esta incomprensión se da también en un sentido inverso: Vladek no comprende las decisiones de su hijo y solo puede ver el error en lo que este hace. Así, Vladek se vincula únicamente desde la exigencia y desde el juicio sobre la vida de su hijo. Tal es la angustia que le causa esto a Art que llega a confesar que se dedica al arte para alejarse de los deseos de su padre. Resentido por la severidad y la falta de afecto, Art no responde a los pedidos de ayuda de su padre y, de esta manera, se construye un vínculo en constante tensión: la relación padre-hijo es extremadamente disfuncional, y poco pueden hacer para entenderse.
La supervivencia
La superviviencia es el principal objetivo de los judíos durante el Holocausto. En Maus, Vladek es el representante por excelencia de esta búsqueda. La lucha por sobrevivir comienza cuando a Vladek lo atrapan los alemanes en el frente de batalla y continúa luego cuando es liberado y regresa a una ciudad bajo el control nazi. Vladek debe arriesgar su vida para comerciar en el mercado negro y luego, a medida que la brutalidad nazi crece, debe construir búnkers para su familia e intercambiar todos sus objetos de valor por algo de comida o de resguardo. La supervivencia como instinto se intensifica a medida que progresa la narración, en tanto el trato de los nazis hacia los judíos continúa volviéndose cada vez más cruento. En los últimos meses antes de que todos los judíos sean llevados a los campos de concentración, los lazos amistosos, familiares y comunitarios se deterioran y cada sujeto trata de sobrevivir individualmente, incluso si para eso debe sacrificar a conocidos de toda la vida.
En la carrera por sobrevivir hay personajes que delatan a otros, como el judío que descubre el búnker de la familia Spiegelman y decide informarle a los oficiales nazis. Están también quienes sirven a la fuerza policial judía, como los que entregan a los abuelos de Anja a los nazis. Otros se transforman en los llamados kombinator, personas que estrechan vínculos con los nazis y a menudo cumplen el rol de soplones para conseguir ciertos privilegios, como es el caso de Haskel.
El vínculo entre Vladek y Anja es casi el único ejemplo que demuestra una sólidez constante. Durante gran parte de la historia, la pareja permanece unida, e incluso luego de separados Vladek encuentra formas de mantenerse en contacto con su esposa. Aun así, cuando los rusos avanzan sobre Auschwitz y Birkenau, la pareja finalmente se separa de una forma más definitiva, y en todo este tramo del relato Vladek no vuelve a mencionar a Anja. Recién cuando la guerra finaliza puede iniciar la búsqueda de su amada.
La supervivencia como reflejo afecta a Vladek hasta el presente. Indicios de esto se pueden encontrar en varias situaciones, como cuando le explica a su hijo que toma más pastillas de las recetadas como método de prevención, bajo el argumento de que debe luchar para salvarse la vida. Otro ejemplo de esto tiene lugar cuando Vladek accidentalmente vuelca el frasco de pastillas y culpa a Art por esto; aquí el lector puede suponer que, durante el Holocausto, cometer una torpeza podía resultar en condena de muerte, por lo cual no es extraño que la reacción primaria sea desvincularse del accidente ocurrido.
La suerte
La suerte cumple un rol fundamental en la experiencia del superviviente. Aunque demuestra ser una persona resolutiva y con numerosas aptitudes que le salvan la vida, Vladek le debe el éxito de su supervivencia, en buena medida, a la suerte. Sobrevivir o no durante el Holocausto es algo que queda, en última instancia, en manos del azar. En otras palabras, ser fusilado por un oficial alemán depende finalmente del oficial que tiene el poder en ese momento.
Se pueden mencionar numerosas situaciones en las que la suerte salva la vida de Vladek: cuando la Gestapo lo encuentra transportando azúcar ilegalmente, cuando se resguarda en el cobertizo del conserje y una señora senil grita para alertar la presencia de judíos pero nadie la escucha, cuando se encuentra a familiares en puestos de poder que le garantizan la supervivencia, e incluso cuando se esconde en el baño para evitar la Selektion y nadie lo descubre. Así, todo el relato es una historia sobre la suerte necesaria para sobrevivir.
Finalmente, cabe destacar que la suerte gracias a la que Vladek sobrevive le causa luego la llamada culpa del superviviente. En el fondo, él sabe que está vivo por una cuestión de azar, por una fortuita coincidencia de los acontecimientos. Esta suerte no existió para la mayoría de los prisioneros, y dicha arbitrariedad se constituye como una parte de la culpa del sobreviviente que aqueja al protagonista del cómic.
La clase social y la etnia
Resulta imposible abordar la temática del Holocausto sin hablar de la clase social y la etnia. Los problemas de etnia y clase se presentan a lo largo de la trama de Maus en diferentes niveles. En el plano más visible, se aborda a través de la discriminación étnica que se desarrolla durante la ocupación de Polonia, y que se retrata con toda la brutalidad característica de aquel acontecimiento histórico.
A su vez, la etnia se representa a través de la animalización de los seres humanos en el cómic: los judíos son retratados como ratones y los alemanes, como gatos. Esta alegorización funciona en varios sentidos. En un principio, la propaganda nazi representa a los judíos como una plaga animal que debe ser exterminada. En este sentido, el cómic se apropia del discurso y subvierte el grupo con el que el espectador empatiza. Por otro lado, el ratón se esconde y se escabulle del gato que lo acecha, como lo hacían los judíos en sus búnkers para escapar de los nazis. Además, el gato se caracteriza por jugar con su presa antes de matarla, lo que también resulta una metáfora adecuada para la relación entre los nazis y los judíos durante el Holocausto.
Por otro lado, la decisión de retratar las diferentes etnias como especies de animales ilustra la estratificación inflexible propia de la época. Un ejemplo de esto se da cuando un prisionero asegura ser alemán y no judío, lo que le vale el fusilamiento. Por su parte, Vladek, no puede asegurar si el hombre mentía o decía la verdad, porque no existe forma de saber el origen de alguien solo por su apariencia, y durante esos tiempos muchos alemanes confundidos por judíos fueron asesinados. Así expone Maus lo absurdo de la clasificación étnica de la época.
Sin embargo, el racismo no solo se trata en las páginas que narran el Holocausto. Uno de los aspectos más interesantes de la historia aborda el racismo propio de Vladek. Cuando Françoise recoge un autoestopista afroamericano, Valdek no puede contener su enojo y chequea durante todo el viaje que el shvartser ("negro" en yiddish; forma peyorativa de referirse a un afroamericano) no les robe los alimentos que compraron en la tienda. De esta forma, el cómic recuerda que el racismo se extiende hasta el presente, y que nadie está exento de esas formas de pensamiento discriminatorias que, aún después de un Holocausto, persisten en la sociedad.
La clase social es un eje estructurante de la vida antes y durante la Segunda Guerra Mundial. En un principio, se puede notar a través de los relatos de Vladek que los judíos socializan casi exclusivamente con judíos, y que el poco trato que llevan con polacos no judíos es porque les sirven como conserjes o institutrices. Así, resulta claro que los judíos en Polonia eran considerablemente más ricos que el resto de sus compatriotas. La posibilidad de ahorrar y tener riquezas resulta fundamental para la supervivencia durante el Holocausto, ya que los ahorros les garantizan la comida, la posibilidad de sobornar oficiales o de pagar a otros judíos para que les otorguen favores. Las tensiones por clase social serán abordadas en la historia con la introducción de Yidl, el jefe de Vladek en la hojalatería de Auschwitz. Yidl es un comunista que siente una fuerte antipatía por Vladek, ya que sabe que era dueño de una fábrica y ahora debe tenerlo como empleado a pesar de ser una persona sin capacitación obrera. Mientras que los alemanes mandan a la cámara de gas a los obreros capacitados pero pobres, Vladek goza de ciertos privilegios durante el Holocausto porque antes de la guerra pudo garantizarse otra formación y acumular cierta cantidad de riquezas.
La muerte
En la novela, la muerte y la inminencia de la muerte están presentes de manera constante. En la narrativa del Holocausto esto resulta más evidente: la desaparición de los miembros de la comunidad judía levanta sospechas, mientras que los maltratos y los abusos de los oficiales en la vía pública multiplican el temor. Luego, cuando los cadáveres de Nahum Cohn y su hijo son colgados en público, la muerte toma otra presencia. El miedo a ser asesinado o que perezcan los seres queridos rige los comportamientos de los judíos en los guetos.
Con el tiempo, la muerte se vuelve una constante. En la familia Zylberberg, los primeros en morir son los abuelos de Anja, y más tarde le siguen Tosha y los niños, Bibbi, Lonia y Richieu. Al mismo tiempo, Wolfe, el cuñado de Vladek, muere fusilado cuando intenta escapar del que lo lleva hacia Auschwitz. A esto le sigue la muerte de los padres de Anja, que son llevados a los campos de concentración, al igual que el padre de Vladek, Fela y sus cuatro hijos.
Eventualmente, la gran familia queda reducida a Vladek y Anja, ambos profundamente marcados por la pérdida de Richieu y el resto de sus familiares. La muerte del hijo pequeño, en particular, se transforma en un rasgo constitutivo de la pareja. Anja, con tendencias depresivas, pierde el deseo de vivir y anhela la muerte, mientras que Vladek, mucho más afianzado en la supervivencia, cumple un rol fundamental en la contención de Anja. Después de la guerra, ella no logra reconstruir su vida; la muerte de Richieu y las experiencias de la guerra son demasiado para ella, y finalmente se suicida. Así, la muerte se hace presente incluso después de la guerra, y reformula toda la dinámica familiar, así como el vínculo entre Vladek y Art.
Por otra parte, en el presente de la historia la muerte sigue siendo una problemática que acecha a los personajes, no solo por el ya mencionado suicidio de Anja, sino también por la conciencia de Vladek de su propia vejez. A lo largo de los encuentros con Art, Vladek manifiesta reiteradas veces su preocupación de que, tras su muerte, Mala se apodere de sus ahorros, dejando sin nada a Art. Cuando Vladek muere, Art se cuestiona la forma en que lo representa en Maus y padece un bloqueo que le imposibilita la continuación del cómic durante mucho tiempo.