Nana habla de las mujeres decentes como “regalos”, queriendo significar que no son en realidad tan “decentes” como se cree (ironía verbal)
“—Si las mujeres decentes se dedican a quitarnos nuestros queridos…, pues son un regalo vuestras mujeres decentes”.
En una discusión con el conde Muffat, Nana se queja irónicamente de que se cree que las mujeres “decentes” realmente son rectas y no esconden ningún secreto ni ningún proceder indeseado.
Muffat no sabe que su esposa le engaña y Nana obtiene un resultado contrario al esperado cuando se lo cuenta (ironía dramática y situacional)
En la misma discusión entre Nana y el conde Muffat que incluimos en la ironía verbal anterior, observamos una sucesión de dos ironías más.
Por un lado, estamos ante la ironía dramática que sufre el personaje del conde, pues ignoraba que su esposa le era infiel, y es Nana quien se encarga de decírselo, aclarándole incluso quién es su amante. Al mismo tiempo, la ironía situacional se presenta cuando Nana es empujada con violencia por el conde, ya que este reacciona con bronca a sus palabras mordaces.
Comportamiento irónico de los personajes ante la enfermedad de Nana (ironía dramática)
Ante la desaparición de Nana, los diferentes personajes se encargan de crear una serie de rumores, disímiles y disparatados, que circulan en la sociedad. Ninguno de ellos sabe con certeza qué es lo que ha ocurrido con ella. Solo hacia el final se enterarán de que ha enfermado de viruela y se encuentra próxima a morir.
Asimismo, el comportamiento de estos personajes es irónico en el sentido de que trasluce lo contrario a lo que verdaderamente piensan y sienten. Ellos, que han criticado, envidiado y calumniado la figura de Nana a lo largo de toda la novela, se comportan como si realmente les apenara o siquiera les importara el estado de salud de la protagonista.