No puedo hablar bien -dijo Naoko-. Me pasa desde hace un tiempo. Cuando intento decir algo, solo se me ocurren palabras que no vienen a cuento o que expresan todo lo contrario de lo que quiero decir. Y, si intento corregirlas, me lío aún más, y más equivocadas son las palabras, y al final acabo por no saber qué quería decir al principio. Es como si tuviera el cuerpo dividido por la mitad y las dos partes estuviesen jugando al corre que te pillo. En medio hay una columna muy gruesa y van dando vueltas a su alrededor jugando al corre que te pillo. Siempre que una parte de mí encuentra la palabra adecuada, la otra parte no puede alcanzarla.
En este fragmento, Naoko intenta explicar a Toru el problema que tiene para expresarse tal como le gustaría. A lo largo de la novela, la incapacidad de expresarse se hace cada vez más grave en Naoko, hasta que para la joven es imposible comunicar sus deseos y sus sentimientos más básicos. Esta incapacidad de comunicarse, que, a su vez, constituye uno de los temas más importantes de la novela, pone de manifiesto el profundo problema que abruma a Naoko y que termina empujándola al suicidio.
Se mató aquella misma noche en el garaje de su casa. Conectó una manguera al tubo de escape de su N-360, selló los resquicios de las ventanillas con cinta adhesiva y puso en marcha el motor. No sé cuánto tiempo tardó en morirse. Cuando sus padres, que volvían de visitar a un pariente enfermo, abrieron la puerta del garaje para meter el coche, Kizuki ya estaba muerto. La radio del coche permanecía encendida. Había un recibo de la gasolinera prendido en el limpiaparabrisas.
En este pasaje, el narrador describe el suicidio de Kizuki, su mejor amigo y el novio de Naoko. Es la muerte de este personaje la que marca las formas de ser y de comprender el mundo tanto de Toru como de Kizuki, y su presencia atraviesa toda la novela.
La muerte no existe en contraposición a la vida, sino como parte de ella.
Este axioma que formula Toru en el capítulo 2 tras presentar la muerte de Kizuki fija el tono de la novela. El joven Toru, ya desde sus 17 años, está marcado por el suicidio de su amigo y comienza a comprender que la muerte es una parte integral de la vida, y que lo acompañará durante el resto de sus días.
Sentía compasión por Naoko. No era mi brazo lo que ella buscaba, sino el brazo de alguien. No era mi calor lo que ella necesitaba, sino el calor de alguien. Entonces sentía algo rayano en la culpabilidad por ser yo ese alguien.
Este pasaje ilustra los sentimientos complejos que la relación con Naoko suscita en Toru. Como puede verse, Toru comprende que él no ocupa el lugar especial que le gustaría en la vida de su amiga, quien lo ve como un apoyo más, a falta de otros apoyos. Toru quisiera ser amado por Naoko y poder acompañarla desde el lugar de una pareja, pero entiende que eso es algo imposible, al menos de momento. Así, Toru se acerca a ella con una mezcla de compasión y culpa, por no poder ayudarla más y sacarla del pozo de depresión en el cual Naoko se hunde lentamente.
Era incapaz de soportar aquel desconsuelo, pero no podía encerrarlo en ninguna parte. No tenía contornos, ni peso, igual que un fuerte viento soplando a mi alrededor. Ni siquiera podía investirme de él.
Este fragmento ilustra los sentimientos de Toru cuando Naoko se marcha de Tokio sin darle ninguna explicación. El joven queda totalmente devastado por aquella pérdida y se sume en una profunda tristeza que apenas es capaz de dimensionar.
... por lo que la recordaba, con el pelo largo era una chica muy normalita. En cambio, la que estaba sentada frente a mí destilaba vida y frescura por cada uno de sus poros, como si fuera un animalito que acabara de irrumpir en el mundo para recibir la primavera. Sus pupilas se movían como si tuvieran vida propia, riendo, enfadándose, asombrándose, conformándose. Hacía mucho tiempo que no veía un rostro tan expresivo, y me quedé unos instantes mirándola impresionado.
De esta manera describe el narrador a Midori durante su primer encuentro. Ya en esta aproximación, un rasgo de su personalidad destaca como el principal: su vitalidad. En el extremo opuesto de Naoko, Midori se presenta como una joven expresiva y enérgica que llega a ser comparada con la llegada de la primavera. Así, será Midori y la energía que esta aporta las que rescaten a Toru en sus momentos más oscuros.
-Este sanatorio no es una empresa con ánimo de lucro -continuó-. Por eso puede funcionar sin cobrar cuotas muy altas. Todo este terreno lo donó su propietario. Creó una corporación (...) Si quieres saber cómo empezó todo, te diré que el hijo de este señor tenía problemas psicológicos y un especialista le recomendó hacer terapia de grupo. Según las teorías de este doctor, algunas enfermedades mentales podían curarse si los enfermos vivían en un lugar apartado, ayudándose los unos a los otros (...)
-Veo que la cura de recuperación es efectiva.
-Sí, pero no para todas las enfermedades. Hay muchas personas que no se curan. Pero muchas otras, a quienes no les habían funcionado otras terapias, aquí se recuperan y hacen vida normal. Lo mejor es la ayuda mutua. Como todos sabemos que somos imperfectos, intentamos ayudarnos los unos a los otros.
Este pasaje corresponde a la primera charla que Toru tiene con Reiko, la compañera de Naoko, en su visita a la Residencia Amy. Reiko le explica la naturaleza del sanatorio y su funcionamiento: el lugar trabaja con terapias no convencionales, y está lejos de funcionar como un hospital psiquiátrico. En verdad, más que un sanatorio, la Residencia Amy se asemeja a una comunidad autosustentable para individuos que buscan escapar de la sociedad y sanar sus heridas en un contexto de contención y apoyo mutuo.
Estoy mucho más enferma de lo que crees, las raíces son mucho más profundas. Por eso quiero que, si puedes, sigas con tu vida. No me esperes. Si te apetece acostarte con otras chicas, hazlo. No te reprimas por mi causa. Haz todo lo que quieras.
Justo después de contarle sobre el suicidio de su hermana, Naoko revela ante Toru la profundidad de los traumas que la aquejan. Tal como lo deja en claro, Naoko es muy consciente de sus problemas y no quiere arrastras a Toru a su mundo, por lo que intenta convencerlo de que no se reprima para estar con ella y desarrolle una vida plena.
Midori me parece una chica fantástica. Leyendo tu carta, he comprendido por qué te sientes atraído por ella. También puedo entender que al mismo tiempo te sientas atraído por Naoko. Esto no es ningún pecado. Cosas así pasan todos los días en este mundo. Es igual que ir en bote por un lago en un día soleado y decir que el cielo es hermoso y que el lago es bello. Deja de atormentarte por esto. Las cosas fluyen hacia donde tienen que fluir, y por más que te esfuerces e intentes hacerlo lo mejor posible, cuando llega el momento de herir a alguien lo hieres. La vida es así.
Este fragmento corresponde a una carta que Reiko le envía como respuesta a Toru. Como puede observarse, Reiko es un personaje empático que comprende los sentimientos de Toru y lo apoya. Ella sabe que el amor no es algo que pueda ni controlarse ni reprimirse, y eso es lo que trata de indicarle a su joven amigo: es posible amar a Midori y a Naoko a la vez, más cuando existe una imposibilidad muy concreta de que su amor por Naoko pueda derivar en una relación. Por eso, Reiko alienta a Toru a que inicie una relación con Midori.
¿Dónde estaba? Todavía con el auricular en la mano, levanté la cabeza y miré alrededor de la cabina. ¿Dónde estaba? No logré averiguarlo. No tenía la más remota idea de dónde me hallaba. ¿Qué sitio era aquel? Mis pupilas reflejaban las siluetas de la multitud dirigiéndose a ninguna parte. Y yo me encontraba en medio de ninguna parte llamando a Midori.
Este es el párrafo final de la novela. Toru se ha despedido de Reiko en la estación de trenes y está llamando a Midori desde una cabina telefónica, para decirle que ya puede comenzar una relación con ella. Son tan extraños y potentes los sentimientos de Toru al cerrar la historia que tuvo con Naoko, que el joven se siente perdido. Esa pregunta que se repite en el párrafo remite a un nivel simbólico de la experiencia de Toru: el problema no es en qué lugar físico se halla, sino en qué lugar de su vida y qué es lo que va a suceder ahora. En verdad, encontrarse "en medio de ninguna parte" es la mejor de las potencialidades: ahora Toru tiene un sinfín de posibilidades por delante.