Emily, Wargrave, Vera, y Lombard salen del tren al mismo tiempo, y encuentran taxis esperando por ellos. Un conductor les dice que si bien hay dos taxis, por lo menos una persona tendrá que esperar - otro tren está llegando, trayendo más invitados. Vera se ofrece a quedarse y esperar, y Lombard rápidamente decide esperar con ella, y se presentan mutuamente.
Emily y Wargrave entran en el taxi y hablan por un momento acerca del clima. Emily estuvo impresionada de que uno de los otros huéspedes sea tan alto: "Completamente diferente de las personas que se encuentran en las pensiones familiares de las playas baratas. Es evidente que los señores Oliver conocen la gente del gran mundo...". Capítulo 2, pág. 18. En su conversación, ambos afirman que nunca han estado en esta parte de Devon, y luego el taxi parte.
Mientras siguen esperando en la estación, Lombard y Vera también hablan sobre el clima y su familiaridad con el área. Vera se apresura en señalar que aunque ella no ha estado en Devon antes, eso sólo se debe a que aún no ha conocido a su empleador. Lombard halla ello extraño, pero Vera le asegura que es perfectamente normal que alguien contrate a una secretaria sustituta sin conocerla primero. Para ello existen las agencias de empleos. Vera luego le pregunta a Lombard como son los Owen, y él cambia el tema, evitando una respuesta hasta que se acerca el tren a la estación.
Macarthur baja del tren y es recibido por Vera, quien se presenta a sí misma y a Lombard. Macarthur inmediatamente se siente inseguro acerca de Lombard, percibiendo algo un poco extraño en él. Todos suben al taxi, que luego los lleva hasta Sticklehaven.
Cuando llega el taxi, todo el mundo da su primer vistazo a la isla del Negro. Vera se muestra instantáneamente cautelosa al respecto, notando que se encuentra bastante lejos, y lo único visible es la tenue silueta de la cabeza de un negro. Esperando fuera de una posada se encontraban Wargrave y Emily, así como un tercer hombre, Davis. Davis se presenta a los recién llegados, anunciando que procede de Sudáfrica. Emily y Wargrave claramente ya habían tenido suficiente de Davis: "El juez Wargrave le lanzó una mirada torva. Se diría que tenía deseos de dar la orden de despejar la sala del tribunal. La Srta. Emily Brent no estaba segura si le gustaban los habitantes de las colonias". Capítulo 2, pág. 23
Davis, entonces habla de sus anfitriones en la isla, pero no se da cuenta de cuan incómodos se sienten todos al oír que se les menciona. Le hace señas a Fred Narracott, quien ofrece llevar seis invitados a la isla en barco. Les dice que deben llegar dos invitados más en auto, pero ya que podrían llegar en cualquier momento, el resto no tiene porque esperar.
Después de que se les asegura las óptimas condiciones de navegabilidad, todo el mundo sube al barco. Todavía no se producía conversación alguna entre los integrantes del grupo, pues todo el mundo parecía incómodo el uno con el otro. Cuando el barco está a punto de partir, Marston llega manejando hasta el muelle, causando una impresión en todos: "Al volante estaba sentado un joven con su cabello ondeado por el viento. A la luz del crepúsculo parecía, no un hombre, sino un joven Dios, un héroe nórdico...En este instante fantástico, Anthony Marston parecía estar por encima de los pobres mortales. Esta escena quedó grabada en la mente de quienes fueron testigos de su entrada en aquel pueblecito". Capítulo 2, pág. 24
Mientras transportan a todos a la Isla, Fred reflexiona sobre lo extraños que son todos los invitados del Sr. Owen. El fue utilizado para llevar gente a la isla para fiestas cuando era de propiedad de los millonarios estadounidenses, pero la mezcla de personas que estaba llevando en esta oportunidad simplemente no tenía sentido para él. ¿Por qué personas de tan diferente estilo de vida y estrato social habían sido invitadas a la misma fiesta por el Sr. Owen? Fred no lo podia comprender.
Llegan a la Isla, y todo el mundo está impresionado por el tamaño y la magnificencia del lugar, pero se sienten inquietos por el aislamiento. Fred les dice que si hay un mal viento del sureste será imposible acercarse a la isla. De hecho, la isla podría fácilmente estar completamente incomunicada durante una semana o más. En el interior ellos conocen al mayordomo, Rogers, quien les dice que el Sr. Owen se ha retrasado, y no llegará hasta el día siguiente. El les informa cuando será la cena, y les muestra sus habitaciones.
Vera sigue a la Sra. Rogers a su habitación. Vera se sorprende de lo pálida y asustada que luce la Sra. Rogers. Ella se pregunta que puede provocar tanto temor y espanto en una mujer. Vera señala que es la nueva secretaria de la Sra. Owen, pero la Sra. Rogers no sabe nada al respecto. De hecho, ninguno de los Rogers han visto nunca a los Owen. La Sra. Rogers se disculpa, dejando a Vera con una sensación incómoda acerca de la situación.
Vera observa su habitación y nota que tiene solo dos piezas de decoración inusual - un gran reloj de mármol en forma de oso, y encima una canción de cuna colocada en un marco de plata. La canción se llama "Diez negritos": "Diez negritos se fueron a cenar; uno de ellos se asfixió y quedaron Nueve. Nueve negritos trasnocharon mucho; uno de ellos no se pudo despertar y quedaron Ocho. Ocho negritos viajaron por el Devon; uno de ellos se escapó y quedaron Siete. Siete negritos cortaron leña con un hacha; uno se cortó en dos y quedaron Seis. Seis negritos jugaron con una avispa; a uno de ellos le picó y quedaron Cinco. Cinco negritos estudiaron derecho; uno de ellos se doctoró y quedaron cuatro. Cuatro negritos fueron a nadar; uno de ellos se ahogó y quedaron Tres. Tres negritos se pasearon por el zoológico; un oso les atacó y quedaron Dos. Dos negritos se sentaron a tomar el sol; uno de ellos se quemó y quedó nada más que uno. Un negrito se encontraba solo; y se ahorcó y no quedó... ¡Ninguno!" Capítulo 2, pág. 31
Vera no encuentra sospechosa la canción, después de todo, ella se encuentra en la isla del Negro. Ella se desplaza a la ventana y mira al mar. Empieza a pensar en lo profundo que es, con qué facilidad la gente se ahoga... Luego, se obliga a sí misma a dejar de pensar en el pasado.
Armstrong llega a la isla después que todos los demás, cuando el sol se ocultaba. Se encuentra feliz de estar de vacaciones, en una isla, lejos de su apretada agenda como médico de la gente de clase alta. En la terraza él divisa a Wargrave y lo reconoce. Armstrong ha dado testificado en una audiencia ante él en una oportunidad, y recuerda la reputación de Wargrave de ser un juez feroz, enviaba a la horca al acusado con la mayor facilidad, y ejercía una gran influencia sobre el jurado. Por su parte, Wargrave también se mostraba receloso sobre Armstrong: "El juez Wargrave se decía: '¿Armstrong? Me parece haberle visto informar como testigo. Una persona estimable, pero muy prudente. Todos los médicos son unos asnos, y los de Harley Street son los peores'. Recordaba la reciente entrevista que había tenido con uno de ellos en esa misma calle". Capítulo 2, pág. 34
Wargrave le dice a Armstrong que sus anfitriones no han llegado aún, luego le pregunta a Armstrong si conoce a Constance Culmington. Armstrong le dice que no, y el juez manifiesta su preocupación en voz alta de haber llegado a la casa equivocada. Armstrong sale y Rogers sale a la terraza. Wargrave le pregunta si ha oído hablar de Lady Culmington. Rogers responde que no.
Arriba, todo el mundo se está preparando para la cena. Marston está tomando un baño, con muy pocos pensamientos. Blore luchaba con el nudo de su corbata, preocupado por su trabajo. ¿Alguien sospecharía porque razón estaba realmente allí? Macarthur también es cauteloso, inseguro de todo, analiza la posibilidad de dar una disculpa y simplemente irse al día siguiente. También tiene muchas sospechas de Lombard. Lombard, por otra parte, está contento de estar en la isla. Sale de su habitación "silenciosamente y sin hacer ruido", listo para disfrutar de su semana.
Emily se sienta sola en su habitación, leyendo su Biblia. Se encuentra con un pasaje especialmente importante: "Los paganos están precipitados al abismo que ellos mismos habrán cavado; en el cepo que han ocultado se cogerán el pie. El señor se dará a conocer el día del Juicio Final. El pecador en sus propias redes caerá y será arrojado al infierno". Capítulo 2, pág. 38
Seguimiento del Tema: Culpabilidad y Responsabilidad 2
Seguimiento del Tema: Confianza y Sospecha 1