"¿Quién es Malala? Yo soy Malala y esta es mi historia".
Malala termina el breve prólogo de sus memorias haciéndose eco de la pregunta que el militante talibán le hizo antes de dispararle en la cara. En estas páginas, finalmente tiene la oportunidad de responder la pregunta. Ella reclama su nombre y su identidad, a pesar del intento de los talibanes de silenciarla.
"Malala será libre como un pájaro".
A lo largo de la infancia de Malala, su padre le repite constantemente esta frase, lo que le recuerda que, aunque sea mujer, es libre y puede lograr lo que se proponga. En la sociedad conservadora pashtún, las mujeres son mucho menos valoradas que los hombres, pero el padre de Malala la estimula e incentiva desde su nacimiento, lo que la empodera para convertirse en una verdadera activista.
"Empecé a escribir mis propios discursos y a pronunciarlos de otra forma, desde el corazón, no desde una hoja de papel".
Al igual que su padre, Malala comienza a hablar en público, lo que luego le servirá de plataforma para poder manifestarse en contra del régimen talibán. Sin embargo, se da cuenta rápidamente de que hablar en público es más que solo leer un papel. Necesita expresarse con emoción e introducir sus propias experiencias personales si quiere causar un impacto en sus oyentes. Esta lección seguirá presente a medida que alcanza la fama internacional.
"Los mulás del TNSM empezaron a predicar que el terremoto era una advertencia de Dios. Si no nos corregíamos e instaurábamos la sharía o ley islámica —gritaban con voces atronadoras—, se nos infligirían castigos más severos".
Esta cita es un ejemplo de las tácticas de terror que los talibanes de Swat usaban para ganar seguidores de su brutal régimen. Se aprovechaban del temor de las personas a las catástrofes, en particular a raíz de un terrible terremoto que devastó la región y dejó a muchos habitantes sin nada. Hacía falta que activistas como Malala y su padre lograran hacerse camino entre el miedo y le dejaran en claro a la gente de Swat que no tenían que vivir de esa manera.
"Los talibanes podrían arrebatarnos los bolígrafos y los libros, pero no podrían impedir que nuestras mentes pensaran".
Esta frase es en respuesta al intento de los talibanes de detener la educación de las niñas y cerrar sus escuelas. Aunque queda devastada al escuchar que su escuela cerraría, Malala sabe que el tipo de aprendizaje que los talibanes temen no se hace necesariamente dentro de las paredes de un salón de clases. Ella puede seguir aprendiendo en todos los aspectos de su vida, y siempre podrá triunfar sobre la ignorancia y el miedo del que se alimentan los talibanes.
"El 5 de mayo de 2009 nos convertimos en PDI. Personas desplazadas internamente. Sonaba como una enfermedad".
Gran parte de la identidad de Malala giraba en torno al valle de Swat, su querido hogar, donde pasó toda su vida temprana. Esto hace que dejar Swat, no por decisión propia sino porque los talibanes obligaron a su familia a irse, le sea especialmente difícil. Es aún peor porque, en ese momento, no sabía con seguridad si regresaría alguna vez.
"Cuando cruzamos el paso de Malakand vi a una niña pequeña vendiendo naranjas. Con un lápiz estaba haciendo rayas en un trozo de papel para llevar la cuenta de las naranjas que había vendido, pues no sabía leer ni escribir. Le hice una foto y prometí que haría todo lo que estuviera en mi mano para que las niñas como ella pudieran recibir una educación. Ésa era la guerra que iba a librar".
Cuando se manifestaba a favor de la educación, a Malala nunca la motivaba el deseo de fama o fortuna. Ella sabía que había crecido con la suerte de poder asistir a la escuela y aprender, mientras que muchas otras chicas a su alrededor no tenían el privilegio de recibir una educación. Son momentos como estos, observando a las personas que la rodean, cuando ella recuerda por qué está luchando y por qué vale la pena.
"Dime cómo se puede vivir sin hijas".
Cuando Malala recibe un disparo, su padre siente que ha perdido una parte de sí mismo. Cree que esta fue la razón por la que los talibanes la atacaron: porque al matarla, ellos también lo destruirían a él. Esta pregunta, que le hace por teléfono a un amigo que había perdido a una hija, demuestra el profundo amor que ha sentido por Malala desde el día en que nació, así como el orgullo que siente por su activismo y su coraje para hablar abiertamente.
"No me daba cuenta entonces de que no iba a regresar a casa".
Este es un recordatorio del lado oscuro de la nueva fama y la vida de confort de Malala. Swat siempre ha sido muy importante para ella, y Pakistán fue todo lo que conoció en su infancia. Sin embargo, después de que le dispararan, muchas personas en su patria dudaron de la autenticidad del atentado y no quisieron recibirla. Su propia casa se había vuelto demasiado peligrosa, y aunque ella escapó del peligro, esto significó mantenerse alejada del lugar en el que había crecido. Nada volvería a ser lo mismo.
"Yo soy Malala. Mi mundo ha cambiado pero yo no".
Malala termina sus memorias casi de la misma manera en la que las inició, respondiendo a la pregunta que los talibanes le hicieron en la parte de atrás del autobús y que definió su vida. Una vez más, reclama su identidad y reconoce que, aunque ahora lleva una vida completamente diferente, aún mantiene los valores, los principios y los objetivos que ha cultivado a lo largo de toda su vida.