Adiós a las armas es una novela del autor estadounidense Ernest Hemingway, publicada en septiembre de 1929 por la editorial Scribner's Magazine, con una tirada de treinta y un mil ejemplares. La novela mezcla las experiencias vividas por el autor durante la Primera Guerra Mundial, reconstruye la vida de los soldados en el frente italiano y cuenta también la historia de amor que el narrador protagonista mantiene con una enfermera.
La Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra, como se la llamó antes de la Segunda Guerra Mundial, comienza el 28 de julio de 1914 y termina el 11 de noviembre de 1918. En ella combaten las potencias de la Triple Alianza -es decir, Alemania y el Imperio Austro-Húngaro, a quienes luego se les suman el Imperio Otomano y el Reino de Bulgaria-, contra los países de la Triple Entente -Inglaterra, Francia y Rusia, a quienes se les suma el Imperio de Japón, Estados Unidos e Italia-. Cabe aclarar que, en un principio, Italia es aliada de Alemania, pero deserta de la Triple Alianza en 1915. Estados Unidos, por su parte, se une a la guerra recién en 1917. El conflicto bélico es de una magnitud sin precedentes: las potencias mundiales combaten con armamentos modernizados nunca antes vistos y los resultados son devastadores. De los setenta millones de personas involucradas, aproximadamente la mitad termina muerta, herida o prisionera.
Adiós a las armas se basa en la experiencia de Ernest Hemingway durante la Gran Guerra. A los 19 años de edad, Hemingway está determinado a sumar su fuerza al conflicto bélico, pero al ser rechazado del ejército de los Estados Unidos por sus problemas de vista, termina por conseguir un puesto en la Cruz Roja como conductor de ambulancia en el frente italiano. Durante la guerra, Ernest se encarga de proveer chocolate y cigarrillos a las tropas en el frente, hasta que, el 8 de julio de 1918, un proyectil austriaco lo alcanza hiriéndolo en la pierna. En este estado, lleva a un soldado italiano abatido al puesto de mando cercano, pero una segunda herida, producida por el fuego de una ametralladora que alcanza su rodilla y pie, lo obliga a internarse en un hospital de Milán.
Allí, Hemingway tiene una aventura con una enfermera estadounidense, siete años mayor que él, llamada Agnes von Kurowsky. La experiencia de la guerra, la herida y el romance con la enfermera inspiran la sucesión de eventos narrada por el protagonista de esta novela, Frederick Henry. Sin embargo, los hechos ficcionalizados distan de lo sucedido realmente, especialmente en lo referido al vínculo con la enfermera, que no se cree que haya llegado muy lejos en la historia real, ni tampoco queda embarazada y muere en el parto.
El estilo de Adiós a las armas se aproxima al del periodismo de principios de los años XX en el que Hemingway se educó profesionalmente: se trata de un estilo parco y depurado de ornamentos, que se concentra en reponer acciones y eventos concretos sin analizarlos en profundidad o reflexionar en torno a ellos. Hemingway lo explica mediante lo que denomina la ‘teoría del iceberg’: una técnica narrativa, acuñada por él mismo, que consiste en la selección de una serie de acciones y de eventos para reponer en el relato, mientras se omiten muchos otros. Así, el lector debe reponer, a partir de lo poco que está dicho en el texto, una gran cantidad de información no expresada. En este sentido, la maestría de la obra literaria de Hemingway radica en la selección y la construcción de relatos cargados de omisiones que, sin embargo, logran transmitir al lector todo lo que no está dicho en relación con un contexto histórico y una forma de comprender e interpretar la realidad.
Adiós a las armas ha sido considerada por muchos críticos como la mejor novela personal del escritor y como una de las mejores a la hora de representar la desilusión generalizada que produjo la guerra. Este sentimiento marca a toda una generación, de la que Hemingway es parte, y que es conocida como la “Generación perdida”.