Para poder comprender adecuadamente la importancia y el alcance de Adiós a las armas en tanto novela de guerra, es necesario reponer el contexto histórico en el que se desarrolla su argumento. La Primera Guerra Mundial se desencadena en un contexto en el que los estados europeos se enfrentan en un conflicto surgido del colonialismo: en las últimas décadas del siglo XIX, el desarrollo económico de las potencias mundiales se basa en la conquista del territorio y el control de los mercados a un nivel cada vez más global. A la lucha por la expansión económica se suman las rivalidades históricas entre las potencias europeas. Por ejemplo, Francia quiere recuperar los territorios de Alsacia y Lorena tras su derrota en la guerra franco-prusiana (1871), mientras que Italia, para completar su unificación, busca anexionar los territorios del Friul y el Trentino. Gran Bretaña, por su parte, teme el crecimiento de Alemania como potencia militar, y Rusia está en contra del imperio Austro-Húngaro y sus intereses de control sobre los Balcanes. Mientras tanto, Alemania desea crear un espacio económico europeo bajo su liderazgo y, para ello, busca aislar la participación de Inglaterra y Francia en el panorama europeo. A inicios del siglo XX, estas alianzas se cristalizan en dos grandes grupos: por un lado, la Triple Alianza, compuesta por Alemania, Austria-Hungría e Italia; por el otro, la Triple Entente, formada por Francia, Gran Bretaña y Rusia.
Ya desde las últimas décadas del siglo XIX, los Balcanes son una zona de conflicto entre el Imperio Ruso, el Otomano y el Austro-Húngaro. Los nuevos estados nacidos de la lenta descomposición del Imperio Otomano -Grecia, Bulgaria, Rumania y Serbia- buscan su expansión y, en ese contexto, se producen las guerras balcánicas en 1912 y 1913. En la primera guerra, el Imperio turco termina siendo derrotado por Serbia, Bulgaria y Grecia y, en la segunda, Bulgaria es derrotada por Serbia y pierde sus territorios. Así, Serbia se convierte en la potencia de la zona y aspira a agrupar todos los pueblos eslavos de los Balcanes, incluso Bosnia-Herzegovina, en manos del Imperio Austro-Húngaro. Con este conflicto como telón de fondo, en 1914, el archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio Austriaco, es asesinado por un estudiante bosnio. Austria-Hungría acusa a Serbia de ser cómplice del asesinato y aprovecha para declararle la guerra. Rápidamente, se concretan alianzas en toda Europa y se forman dos bandos: Austria y Alemania, por un lado, y Rusia, Serbia, Francia y Reino Unido, por el otro.
A su inicio, las potencias piensan que la guerra va a ser corta; sin embargo, el conflicto se extiende durante más de cuatro años y se convierte en un exterminio sin precedentes. En la guerra se utiliza tecnología armamentística totalmente nueva y letal, como los carros de combate, artillería pesada, aviación y hasta gases mortíferos. Si bien, en un principio, se trata de un conflicto de rápidos avances -los alemanes llegan rápidamente a las puertas de París, por ejemplo-, pronto deriva en una guerra de posiciones en las que las potencias se disputan los territorios, enfrentamiento tras enfrentamiento. Entre los combates más devastadores destacan los de Verdún y el Somme, en Francia, y el de Caporetto en el frente italiano. Es este último el que sirve de contexto a la acción de Adiós a las armas.
Italia comienza en el bando de Alemania y Austro-Hungría, aunque no llega a combatir junto a estas potencias y, llegado el año 1915, termina por declararles la guerra y sumarse a la Triple Entente. La intervención de Italia abre un nuevo frente en el sur para los austriacos y, a partir de 1915, se suceden once batallas alrededor del río Isonzo, en la frontera entre los estados. La mayor victoria italiana en la zona es la conquista de Gorizia. Como se puede advertir en la lectura, al inicio de la novela esta conquista acaba de suceder y las tropas italianas se están movilizando. Tras la batalla, Henry pide una licencia y se toma un receso antes de regresar y ser herido en las piernas. En el otoño de 1917, italianos y austriacos vuelven a enfrentarse sobre el Isonzo, esta vez en Caporetto. Tal como se referencia en la tercera parte de la novela, la ofensiva austriaca rompe las líneas italianas y pone a todo el ejército en retirada hasta la línea del río Piave. Es en dicha retirada que Henry, profundamente decepcionado, deserta y regresa a Milán para reunirse con Catherine. Aunque no supone grandes avances para los austriacos, que acaban siendo detenidos contra el Piave, la batalla de Caporetto significa la enorme pérdida de 350.000 soldados para el ejército italiano. Al año siguiente, en octubre, los italianos logran la victoria de Veneto y firman el armisticio que pone fin a la guerra en Italia. El saldo de muertos para dicha nación alcanza la cifra de 650.000, sin contar el millón de soldados que sobreviven, pero mutilados.