Esta novela constituye una máxima expresión del policial clásico. Es decir, es un ejemplo del género policial típico, en el cual encontramos un enigma, un detective, sospechosos, una investigación, pistas, víctima, crimen, culpable/s y resolución del crimen.
Esos elementos, en este caso, serían los siguientes:
* Crimen: asesinato de un pasajero del tren.
* Víctima: un gángster y criminal americano que viajaba encubierto en el tren, pero que en realidad se estaba escapando de las autoridades, viajando por el mundo con identidades falsas.
* Enigma: Podemos cifrarlo en la siguiente pregunta: ¿quién y cómo ha asesinado a la víctima?
* Detective: Hércules Poirot. Es un detective de origen belga, de habla francesa, muy meticuloso con su manera de hablar y vestir, así como muy perspicaz e inteligente. Su método de investigación se configura por una mezcla entre observación, deducción y reflexión solitaria en la que logra unir los cabos sueltos de lo que la gente le dice y no dice, con especial énfasis en los motivos que los llevaron a actuar de tal o cual manera.
* Sospechosos: se van turnando ante el punto de vista del detective, pero todos lo son, ya que el crimen ha ocurrido arriba del tren, y dado que afuera hay nieve y no hay ninguna huella de pisada, se sobreentiende que el o los asesinos aún están arriba del tren.
* Pistas: las múltiples conversaciones que Poirot oye entre los pasajeros revelan que se conocen entre sí; el parentesco de cada uno con la niña muerta muestra el vínculo de estos con la víctima del tren; las mentiras en las que va incurriendo cada uno de los interrogados y que ponen en evidencia ciertas contradicciones hacen a Poirot investigar en la línea de una hipótesis que encuentra culpables a todos los sospechosos.
* Culpable: resultan ser culpables todos los pasajeros. Son 12 personas, de las cuales cada una ha dado una puñalada a la víctima, y estaban vinculadas de un modo u otro con el asesinato que el muerto había perpetrado contra la niña Daisy.
* Resolución del enigma: Todos los pasajeros se hallaban vinculados entre sí, por motivos emocionales, y sentían la necesidad de ejercer la justicia que el jurado anterior no había sabido ejercer sobre el culpable del secuestro y crimen de Daisy. Incluso el conductor del tren estaba implicado, y de hecho estaba todo organizado para llevarse a cabo ese día en ese lugar. Lo que no contaban era que viajara con ellos el famoso detective Hércules Poirot.
En alguna medida, podríamos decir que esta novela, asimismo, rompe el pacto de lectura implícito con el lector típico de novelas policiales, en las que suele haber uno o a lo sumo dos culpables del crimen cometido. En este caso, todos los sospechosos resultan culpables, lo cual es como una suerte de excepción a la regla.
Resulta también relevante diferenciar la figura del detective aquí presentada de la de otros detectives famosos de la literatura, en particular del engendrado por el escritor Arthur Connan Doyle: Sherlock Holmes. Holmes es un detective dedicado a resolver los crímenes con un método que se articula sobre todo en base a una lógica racional, de deducción y abducción que se basa sobre todo en la observación de objetos, hechos y pistas concretas del mundo físico.
Por su parte, Poirot es un detective que, si bien también utiliza el raciocinio y la lógica para atar los cabos entre sí, se basa fundamentalmente en los motivos psicológicos que pueden tener los sospechosos para llevar a cabo determinado acto delictivo. Así como Holmes puede detectar que alguien estuvo casado por ver la marca del sol en un dedo del que ya se ha quitado el anillo, Poirot puede detectar en microgestos pasiones ocultas de los personajes.
La psicología es en todas las obras de Agatha Christie, y en Asesinato en el Orient Express en particular, un aspecto fundamental que guía los interrogatorios y las investigaciones de Poirot. Él se ve a sí mismo como un gran conocedor del alma humana, y por eso resulta muy difícil engañarlo.