Los animales
Las imágenes del mundo animal van construyendo, en la obra, un universo simbólico que sirve para describir a los personajes. La mayoría de las expresiones del campo léxico de los animales están en boca de Torvaldo y son dirigidos a Nora. Helmer se refiere a su mujer como “ardilla”, “alondra”, “estornino”, “paloma asustada”. La elección de esos apodos a lo largo de la obra se ajustan según lo que le parece más apropiado para dar cuenta de la actitud de su mujer en cada momento. Así, Nora es una “alondra” en la primera escena, cuando canta alegremente; es “estornino” cuando derrocha y es “paloma asustada” cuando padece sus recriminaciones.
Respecto a la significación, es importante remarcar que todos los animales con los que Helmer apoda a su mujer son pequeños. Esa idea se puede asociar a la de “mascota”, respecto de la cual Torvaldo sería “amo”. De esa manera, la imagen animal funciona como metáfora de mansedumbre y subordinación.
Sin embargo, también es importante recordar que, si bien son pequeños, ninguno de esos animales es doméstico. Es decir, las imágenes del mundo animal presentan a Nora como un animal exótico en una casa, un ser que no pertenece al ámbito doméstico y sin embargo está encerrado en él, como si fuera una mascota. Esta condición apoya la tesis de “liberación” al final de la obra. Nora sale de la casa que la oprimía como un pájaro saldría de una jaula.