“Chac Mool” posee algunas referencias literarias más o menos explícitas que nos permiten leerlo como un cuento que dialoga con la tradición que lo precede, elaborando cruces, montajes y reescrituras de diferentes tópicos y tramas.
Una de las referencias más explícitas es la mención al poeta y novelista Rainer Maria Rilke. Cuando Filiberto recuerda la época de juventud en la que proyectaba grandes cosas para el porvenir con sus amistades, reflexiona nostálgicamente sobre el pasado. Es entonces cuando dice: “No dejaba, en ocasiones, de asaltarme el recuerdo de Rilke. La gran recompensa de la aventura de juventud debe ser la muerte; jóvenes, debemos partir con todos nuestros secretos” (p.6). En su literatura, Rilke también reflexiona sobre la soledad, la juventud y la muerte. Aquí Filiberto se apoya en el escritor austríaco para idealizar ese momento prometedor de la vida que se ha perdido con el tiempo, dejándolo solo. Por eso llega a concebir la idea de morir antes de perder la ilusión que entonces tenía y que ahora, aislado de los demás, no puede recuperar.
Otra intertextualidad literaria que aparece en el cuento es la cita de unos versos atribuidos al escritor romántico Samuel Taylor Coleridge: “Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces qué…?” (p.9). Es posible que Carlos Fuentes haya tomado esta referencia de un ensayo de Jorge Luis Borges, “La flor de Coleridge”, publicado en Otras inquisiciones en 1952. Allí, Borges recupera la evolución de una idea recurrente en la literatura, la de un objeto de otro espacio y tiempo que aparece en el presente como prueba de un viaje espacio-temporal. Dado que Filiberto está obsesionado con la posibilidad de recuperar el pasado, podemos comprender por qué la estatua del Chac Mool, que encarna los poderes sobrenaturales de una divinidad pretérita, tenga para él la entidad de esa flor que aparece de repente como materialización de otra época.
Por otra parte, cuando Filiberto dice que el Chac Mool “sabe de la inminencia del hecho estético” (p.10), esto podría ser una alusión a otro texto de Borges, “La muralla y los libros” (1950), en la que se lee: “La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético” (Borges, Otras inquisiciones, 1997). La idea borgeana de algo o alguien que quiere transmitirnos un mensaje que no podemos decodificar del todo se relaciona con el deseo de Filiberto de poder asir aquello que ya no está y que se perdió con el tiempo.
En su análisis de “Chac Mool”, Carlos Campa Mancé propone que el cuento de Fuentes es una reelaboración que cruza dos historias previas: “El Horla”, de Guy de Maupassant, y “Casa tomada”, de Julio Cortázar. El cuento de Maupassant es un relato breve de terror publicado en 1882, en el que el protagonista cuenta en su diario íntimo cómo sufre la influencia maligna de un ser invisible que se inmiscuye en su casa y lo controla. El cuento de Fuentes emula de este relato la forma del diario, con las entradas del cartapacio de Filiberto, quien, al igual que el protagonista de Mauppasant, empieza a dudar de su propia cordura. En el final de “El Horla” se insinúa que el personaje se termina quitando la vida, hipótesis que no queda del todo descartada en el caso de “Chac Mool”, aunque el relato nos lleva a sospechar que Filiberto fue víctima de un ritual sacrificial realizado por la figura divinal. Campa Mancé sostiene que el final del cuento de Maupassant tiene una explicación más psicológica que sobrenatural, porque todo apunta a que el protagonista del relato ha sido víctima de sus propios delirios. Pero el final del cuento de Fuentes, en el que Pepe se encuentra con un hombre de rasgos indígenas en la casa de Filiberto, se inclina más por la explicación maravillosa o sobrenatural.
Dado que el Chac Mool empieza por inundar la casa de Filiberto hasta conseguir echarlo y quedarse con su propiedad, esto nos puede remitir también a la trama de “Casa tomada”, que Cortázar publicó en Bestiario en 1951. En aquel cuento, los protagonistas sienten una presencia que no llegan a ver y que se apodera de su casa hasta que finalmente los desaloja. La similitud entre ambos textos continúa en la descripción de la casa como un caserón viejo que es una herencia familiar que los personajes no quieren abandonar. Pero la presencia extraña en “Casa tomada” es más simbólica o inmaterial que la del Chac Mool en el cuento de Fuentes. En todo caso, se podría afirmar que estas entidades extrañas, en los dos relatos, funcionan como excusas para que los personajes abandonen un espacio que los aísla de los demás. No obstante, en el caso de Filiberto, la decisión de dejar la casa y escaparse de la influencia del Chac Mool termina con su muerte.