"No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados".
Esta es la primera frase de la novela. Ha sido muy retomada por la crítica posterior a su publicación, dada la concentración conceptual que hay en ella. La idea de saber eso que no se quiere saber pero que resulta inevitable conocer será el punto más importante de esta historia.
El protagonista, un intérprete y traductor de idiomas llamado Juan, ignora los secretos de su familia durante mucho tiempo. Pero, finalmente, acaba por enterarse del tipo de persona que es Ranz, su padre. Esta primera escena remite al momento en que la segunda esposa de Ranz comete suicidio. Resulta que para esta mujer, llamada Teresa Aguilar, ha resultado insoportable cargar con el conocimiento del secreto que Ranz le ha compartido en su viaje de bodas: su reciente marido ha asesinado a su mujer anterior para poder estar con ella.
"Eso fue hace mucho tiempo, cuando yo aún no había nacido ni tenía la menor posibilidad de nacer, es más, sólo a partir de entonces tuve posibilidad de nacer. Ahora mismo yo estoy casado y no hace ni un año que regresé de mi viaje de bodas con Luisa, mi mujer, a la que conozco desde hace sólo veintidós meses, [...]".
Esta cita, conectada directamente con la anterior, revela la búsqueda del protagonista. Dado que él mismo ha contraído matrimonio recientemente, con una mujer llamada Luisa, ha decidido investigar el pasado de su historia familiar. A pesar de no querer saber demasiado, al mismo tiempo un impulso lo lleva a conocer los hechos, quizás para no repetir la historia.
Cuando expresa que "solo a partir de entonces tuve posibilidad de nacer", se refiere a que su padre lo concibió con Juana Aguilar, la hermana de Teresa, la mujer que se suicidó por saber que Ranz había matado a su primera mujer. Es decir, pareciera ser que Juan es hijo de la violencia de su padre, producto de sus conductas criminales.
"Y la prisa venía porque tenía conciencia de que lo que no oyera ahora ya no lo iba a oír; no iba a haber repetición, como cuando uno oye una cinta o ve un vídeo y puede retroceder, sino que cada susurro no aprehendido ni comprendido se perdería para siempre jamás. Es lo malo que tiene cuanto nos sucede y no es registrado, o aún peor, ni siquiera sabido ni visto ni oído, porque luego no hay forma de recuperarlo".
En esta peculiar escena del hotel de La Habana, donde Juan descansa con su mujer, encontramos un eje central de toda la novela. Para él, aquello que se oye ocurre en un instante preciso y, si no se presta atención, se puede perder para siempre. Hay algo en su trabajo como intérprete que lo lleva a pensar de este modo. Juan posee cierta obsesión por retener las palabras y entenderlas cabal, enteramente, incluso si, como en esta ocasión, eso implica distraerse del propio diálogo que está teniendo con su mujer.
"Ahora sé que la cita de Shakespeare procedía de Macbeth y que ese símil está en boca de su mujer, al poco de que Macbeth haya vuelto de asesinar al rey Duncan mientras dormía. Forma parte de los argumentos dispersos, o más bien frases sueltas, que Lady Macbeth va intercalando para quitarle hierro a lo que su marido ha hecho o acaba de hacer y es ya irreversible, y entre otras cosas le dice que no debe pensar 'so brainsickly of things' [...]".
La referencia a la obra Macbeth, del escritor William Shakespeare, es muy importante en esta novela. Al parecer, Javier Marías, el autor de Corazón tan blanco, se ha inspirado en esta obra al momento de escribir la historia. En Macbeth, el protagonista asesina al rey Duncan y su esposa solo es cómplice del acto criminal cuando su marido le cuenta lo que hizo.
En este sentido, Corazón tan blanco parece replicar esta historia en el caso del padre y la segunda esposa de Juan, es decir de Ranz y de Teresa. Cuando Ranz le confiesa a Teresa que ha matado a su mujer anterior para poder estar con ella, Teresa no reacciona con frialdad como Lady Macbeth. Antes bien, no puede soportar el hecho de tener esa información y acaba suicidándose.
"Ranz nunca había contado nada. Hace algunos años, siendo ya adulto, yo intenté preguntarle y me trató como si aún fuera niño. 'Qué te importa todo eso', me dijo, y cambió de tema. Al insistir yo (estábamos en La Dorada) se levantó para ir al lavabo y me dijo zumbón con su mejor sonrisa: 'Escucha, no me apetece hablar del pasado remoto, es de mal gusto y le hace recordar a uno los años que tiene. Si vas a seguir, es mejor que para cuando vuelva hayas abandonado la mesa. Quiero comer tranquilo y en el día de hoy, no en uno de hace cuarenta años.'".
Esta escena resulta de gran importancia para comprender la trama de la novela e incluso su posible vínculo con cuestiones políticas de España.
Ranz, el padre de Juan, lo trata como si fuera un niño al que no se le deben explicaciones. Mientras que Juan quiere comprender el pasado de su familia y le hace preguntas a su padre, este le deja en claro que del pasado no hace falta hablar.
Esta actitud parece remitir, a su manera, a las décadas de violencia y ocultamiento que tuvieron lugar durante el régimen del dictador Franco en España, así como es típico de otras dictaduras a lo largo del mundo. En esos casos, los que detentan el poder cometen actos criminales y los ocultan bajo un manto de supuesta superioridad.
Así, Juan encarna la generación que quiere saber, a pesar de que le duela enterarse. Podríamos afirmar que prefiere conocer los hechos y desea ser diferente de sus antecesores.