“Nada de esto es importante. Estamos perdiendo el tiempo”.
Este enunciado de David se repite como un motivo durante toda la novela. La cuestión de la “importancia” es recurrente en las intervenciones de este personaje en su conversación con Amanda. El diálogo entre estos personajes es extraño, inusual y ambiguo y está guiado por David, por su apuro y sus preguntas.
Amanda entiende qué es lo importante en la parte final de la novela. Lo que David quiere que ella descubra es el momento exacto en el que ella y su hija se han intoxicado. Todos los detalles del relato de Amanda que no son funcionales a develar ese misterio significan para David una pérdida de tiempo.
“Ya no me pertenece”.
Carla hace este comentario refiriéndose a su hijo David. Entiende que luego de la intoxicación y la migración de su alma, deja de “pertenecerle” en el sentido de que no la llama más “mamá” y ella no lo identifica más como su hijo. Esta cita da cuenta de la transformación que sucede en David y también en el lazo que lo une con su madre. Hay una falta de reconocimiento entre Carla y David.
La idea de la “pertenencia” en los lazos de maternidad es puesta en tensión en esta novela. Aunque, por un lado, se reivindica la importante y singular conexión entre las madres y sus hijos o hijas, también se acentúa, siguiendo a De Leone, “tanto la contingencia de las relaciones personales como la precariedad de los vínculos” (2018:71). David y Nina se intoxican estando a pocos metros de sus madres, no logran cuidarlos de una amenaza invisible. La novela expone la imposibilidad de las madres para proteger a sus hijos de los nuevos peligros del siglo XXI.
“Lo llamo «distancia de rescate», así llamo a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería”.
Este enunciado constituye la primera definición que realiza Amanda del concepto de “distancia de rescate” que da nombre a la novela. Amanda pasa los días calculando la distancia de rescate, controlando dónde se encuentra su hija y cuánto tardaría en socorrerla ante situaciones de peligro.
Es interesante cómo en la primera mención del concepto, Amanda incluye un juicio negativo sobre su propia labor en el cuidado de su hija. Durante toda la novela, los sentimientos de culpa se muestran vinculados con la maternidad.
“Buscamos gusanos, algo muy parecido a gusanos, y el punto exacto en el que tocan tu cuerpo por primera vez”.
Este enunciado es la primera pista que otorga David en su conversación con Amanda. Aunque ya había mencionado a los gusanos, en esta oportunidad aclara que los gusanos tocan el cuerpo de la protagonista. Se incorpora el factor corporal y físico a la investigación de Amanda de “lo importante”. De todos modos, ni Amanda ni los lectores entienden a qué se refiere David en la primera parte de la novela. Luego se deduce que él compara la sensación de la intoxicación por agrotóxicos con el contacto de gusanos con la piel.
“«Tarde o temprano algo malo va a suceder», decía mi madre, «y cuando pase quiero tenerte cerca»”.
Amanda hereda el concepto de distancia de rescate de su madre y su madre lo ha heredado de su propia madre. Hay una genealogía femenina del cuidado maternal.
El concepto de la distancia de rescate no propone evitar los peligros, sino encontrarse cerca de los hijos para ayudarlos cuando llegue alguna amenaza. El enunciado de la madre de Amanda evidencia cierta fatalidad, la confirmación de que algo malo sucedería y no podrían evitarlo.
“Es el momento de salir del pueblo, ahora es el momento”.
Amanda decide que no quiere quedarse más en esa casa del pueblo, empaca todas sus pertenencias, se sube al auto y decide ir a despedirse de Carla a la granja de Sotomayor. Cuando Amanda le relata que había tomado esa decisión, David le comenta que es una elección equivocada. Es decir, David reprocha esa elección porque en la granja de Sotomayor es donde Amanda y Nina se intoxican. Sin embargo, es extraño que David le indique cómo actuar cuando las decisiones ya se habían tomado y Amanda ya se encontraba al borde de la muerte. Aunque el enunciado de David confunde las distintas líneas temporales que organizan la historia, también funciona como una advertencia para el lector, que suma intriga a la historia. A pesar de que desde el comienzo de la historia se sabe que Amanda está en su lecho de muerte, las palabras de David indican que se aproxima el momento de la intoxicación.
“Pienso que esta es la despedida y que tal vez esta es la manera de Nina de despedirse. Así que me siento junto a ella y miramos juntas las maniobras”.
Este comentario de Amanda funciona como un anticipo en tanto es la última vez que ve a Nina antes de la intoxicación. Se encuentran sentadas en el pasto enfrente de la granja de Sotomayor mientras varios hombres bajan bidones con agrotóxicos de un camión. En ese momento un bidón se cae al piso y Amanda y Nina se mojan la ropa con ese líquido.
Cuando Amanda menciona una despedida se refiere a la despedida del pueblo, porque esos tenían que ser los momentos previos a volver a la ciudad. Sin embargo, en función de cómo se desarrollan los hechos, es la despedida entre Amanda y Nina. Unos días posteriores a este momento Amanda muere y Nina atraviesa una migración.
"Sí, el hilo se tensa pero estoy distraída"
Este enunciado pertenece a Amanda. Ella responde esto a la pregunta de David respecto de cómo se encuentra la distancia de rescate entre ella y Nina. Es el momento de la intoxicación, cuando Amanda y Nina están sentadas en el pasto en la granja de Sotomayor y un bidón con fertilizante cae al piso y les moja la ropa.
Amanda no se da cuenta en ese momento que se intoxican pero sí es consciente de su dispersión. Recién en el final de la novela reconoce que ese es el momento exacto en el que los pesticidas tocan su cuerpo y comienza la intoxicación.
“Yo creo que Omar algo sabía y prefería no saber. Cuando pasó lo de la mujer de la casa verde y los días de fiebre él no hizo preguntas. Por ahí es que simplemente no le interesaba”.
Carla vuelve a conversar con Amanda sobre la intoxicación de David mientras Nina juega a su alrededor en la granja de Sotomayor. Este enunciado refiere a Omar, su marido. Carla lo caracteriza como un hombre pasivo e indiferente frente al sufrimiento de su hijo. Lo que varias veces se sugiere en la novela es cómo los padres no se dan cuenta de los sufrimientos de sus hijos. Carla incluso critica cómo prefiere mantenerse en la ingenuidad que involucrarse en la transformación de David.
La novela echa luz sobre las diferentes responsabilidades que recaen en el mundo patriarcal sobre las madres y sobre los padres respecto de las tareas de cuidado de los hijos. Mientras las madres de la novela sobreprotegen a los hijos y son responsables de su bienestar, los padres prefieren no involucrarse y no comprenden a sus descendencias.
“No ve lo importante: el hilo finalmente suelto, como una mecha encendida en algún lugar; la plaga inmóvil a punto de irritarse”.
La oración final de la novela refiere al momento en el que el marido de Amanda y padre de Nina abandona el pueblo en donde transcurre la historia. Ha ido a visitar a Oscar para entender qué había pasado con su hija y se ha marchado sin respuestas. En esta oración, Amanda retoma el motivo tan utilizado por David sobre “lo importante” para evidenciar que su marido no ha reconocido la parte de Nina que vive en David. No ve lo importante porque no reconoce a su propia hija.
Además, el hilo finalmente suelto alude al hilo de la distancia de rescate que se corta entre Amanda y Nina. Esto sucede cuando Amanda muere y cuando Nina es llevada a la casa verde para que le realicen la migración de su alma. Es interesante que el hilo suelto es comparado con una mecha encendida. Se utiliza una imagen visual pero también sonora y cinética. El lector puede imaginar el color de la mecha, su brillo, su temperatura y el modo apresurado de quemarse y moverse.
La parte final de la oración supone cierta tensión, alude al momento inmediatamente previo a que algo suceda. Es un recurso que continúa el clima tenso y apresurado que recorre toda la novela. Se nombra una plaga que podría vincularse con el problema de los agrotóxicos en la novela y luego se la califica como inmóvil. La oración final de la novela repara en el momento de quietud previo a una explosión.