[Parte 5: pp. 116-124]
Resumen
David le dice a Amanda que va a empujarla. Comenta: “Yo empujo a los patos, empujo al perro del señor Geser, a los caballos” (2918:115). Amanda se pregunta por su responsabilidad en lo ocurrido, se pregunta si es una mala madre y si la pregunta de David tiene algo que ver con la distancia de rescate. Finalmente reconoce el momento de la intoxicación. Dice que había sido en el césped, al lado de los bidones, frente a la granja de Sotomayor, y agrega: “fue la distancia de rescate: no funcionó, no vi el peligro” (2018:116).
David le anticipa a Amanda que el hilo de su distancia de rescate iba a cortarse. Amanda no lo puede creer, pero luego siente ese desprendimiento en el cuerpo. Le pregunta a David si está por morirse y él le contesta que sí, que va a empujarla hacia adelante para que pudiera escuchar a su padre, Omar. David le dice que solo tendría unos segundos de claridad y le pide que se concentre.
Amanda describe a su marido, lo ve conduciendo su auto y entrando al pueblo y a la casa de Carla. Está nervioso y aplaude en la puerta de la casa. Omar lo saluda y lo deja entrar a su cocina. Le cuenta que su mujer, Carla, se ha ido de su casa. El marido de Amanda dice que ha pasado más de un mes desde la muerte de su mujer y que su hija, Nina, no está bien. Dice: “hay algo más y no sé qué es" (2018:120). Le pregunta a Omar si sabe qué le ha pasado a Nina. Omar contesta que no, pero el marido de Amanda insiste. En ese momento aparece David y se queda mirándolos. El marido de Amanda inspecciona la “mirada extraña” (2018:121) de David.
Omar comenta que David ha estado atando todo con hilo sisal. Señala al living donde muchas cosas cuelgan del hilo. David sale por la puerta de entrada.
Omar lleva al marido de Amanda hacia afuera. Le cuenta que antes se dedicaba a criar caballos y le dice que tiene que irse porque se quedaría atrapado si se ponía a llover. Cuando el marido de Amanda camina hacia el coche ve a David sentado en el asiento trasero de su auto. David lo mira a los ojos “como rogándole” (2018:123). Amanda ve a través de su marido en los ojos de David, “esos otros ojos” (2018:123). Entiende en ese momento que una parte del alma de Nina había ido a parar al cuerpo de David. Los ojos que descubre son los de su hija. Entiende que David está sentado de la misma forma que Nina, con las piernas cruzadas sobre el asiento y el cinturón de seguridad puesto. “Los ojos buscan desesperados la mirada de mi marido” (2018:123) pero el marido no se da cuenta, se sube al coche furioso y se aleja del pueblo. Amanda dice que su marido “no ve lo importante: el hilo finalmente suelto, como una mecha encendida en algún lugar; la plaga inmóvil a punto de irritarse” (2018:124).
Análisis
El final de la novela echa luz sobre el tema de la maternidad, los modos que tienen los padres de hacerse cargo de sus hijos y la distancia de rescate. Aparecen algunos símbolos que tienen que ver con estos temas: los ojos y el hilo sisal. Además, la novela cierra con una revelación que incita a los lectores a revisitar los sentidos de la historia y presenta una modificación en el tipo de narrador.
La epifanía final sucede cuando Amanda entiende que una parte del espíritu de Nina -que había sido migrado por la mujer de la casa verde- se había depositado en David. Esto explica, de alguna manera, que David cuide, acompañe y converse con Amanda durante toda su estadía en la salita de emergencia. Un hecho que se revela en el final de la novela carga de nuevos sentidos toda la obra.
Como hemos mencionado, hay algo monstruoso en el no reconocimiento de las madres de sus propios hijos. Luego de las intoxicaciones por agrotóxicos y los ritos de migración de las almas, los niños de ese pueblo quedan con dificultades físicas, con la mitad de sus espíritus y con una parte de un espíritu ajeno. Son niños monstruosos porque sus madres no los reconocen. Sin embargo, en la parte final de esta novela, la cuestión del reconocimiento pone en tensión las diferentes maneras en las que los personajes ejercen sus maternidades y paternidades. El padre de Nina visita al padre de David para entender qué está sucediendo con su hija. Omar no le da ninguna respuesta y parece no comprender a su propio hijo. En este episodio Amanda reconoce en los ojos de David una parte de Nina. En cambio, el marido de Amanda no descubre la mirada de su hija en los ojos de David. Es significativo que Amanda haya conocido el relato de Carla y haya entendido qué sucedía en la casa verde. El padre de Nina, que no conoce el pueblo y sus costumbres, no tiene por qué imaginar que David contiene una parte del alma de su hija.
El reconocimiento se da a través de los ojos y la mirada. Schlickers entiende que “como los ojos son los espejos del alma, es consecuente que la ocularización interna dé la clave” (2015:14). Amanda distingue en los ojos de David “esos otros ojos” (2018:123). En cambio, aunque el padre de Nina ha inspeccionado la “mirada extraña” (2018:121) de David, no logra identificar a su hija. Además de los ojos, Amanda detecta en David un comportamiento típico de Nina por el modo en el que se sienta en el auto con las piernas cruzadas y se engancha el cinturón de seguridad. El padre no se percata del gesto habitual ni del mensaje corporal de su hija.
Además de esta revelación, en esta parte final Amanda tiene otro hallazgo: logra identificar el momento de la intoxicación. Admite que “fue la distancia de rescate: no funcionó, no vi el peligro” (2018:116). En sintonía con esto, De Leone reconoce que “por más calculada que esté, la distancia de rescate ―abstraída en la imagen de un hilo imaginario que sigue conectando madre con hijo por fuera del vientre― falla en los momentos de mayor riesgo y evidencia tanto la contingencia de las relaciones personales como la precariedad de los vínculos” (2018:71). Amanda y su hija se intoxican estando a metros de distancia, durante una conversación entretenida con Carla y un juego de Nina. Incluso con la sobreprotección que ejerce Amanda y los recaudos que toma en el pueblo nuevo, los accidentes y las eventualidades suceden. Sin embargo, esto no significa que la intoxicación de los suelos por la industria sojera sea un accidente. Como ya hemos mencionado, la intoxicación es la consecuencia lógica de la utilización de agrotóxicos utilizados para maximizar el rendimiento de las cosechas de soja en el campo argentino. En el caso de la intoxicación de David sucede lo mismo, Carla no quiere separarse de él, lo lleva con ella tras el padrillo y se intoxica a metros de su madre.
Siguiendo con la distancia de rescate, hay un símbolo que aparece ligado con este concepto y es el hilo sisal. En la primera definición de esta noción, Amanda hace mención a un hilo que la une con Nina. Siente la distancia de rescate físicamente en la panza como un hilo que se tensa. Luego, el hilo reaparece en el relato de Carla sobre la migración de David. Ella cuenta que la mujer de la casa verde entra con su hijo intoxicado a una habitación con “un gran ovillo de hilo sisal y un ventilador de mano” (2018:30). Finalmente, en la última parte de la novela, el hilo aparece en una pequeña campana en la entrada de la casa de Omar y en varias fotografías de la casa: “cada foto cuelga de la anterior atada por el mismo hilo sisal” (2018:120). Omar le muestra al padre de Nina que David está atando varios objetos de la casa con el hilo sisal. Dice “se le dio por atarlo todo” (2018:120). Significativamente, David y la parte de Nina que vive en él utilizan el hilo para atar varios objetos, ya que los hilos que los unían con sus madres han sido cortados. Este gesto final implica un intento de los niños por recomponer los lazos quebrados con sus madres ausentes.
Por último, es importante mencionar los cambios a nivel del discurso que suceden en la parte final de la novela que trastocan la fiabilidad de la narración. David empuja a Amanda a presenciar un evento que ocurre un mes posterior a su muerte. Siguiendo a Schlickers, “la narración no fiable se revela al final: allí destaca una focalización cero de Amanda, dirigida a David, que supera su saber narrativo, puesto que Amanda cuenta detalladamente la llegada de su marido un mes después de los hechos” (2015:14). La focalización cero supone a un narrador con un grado de conocimiento total sobre lo que sucede en el relato. Esto implica que el tipo de focalización de Amanda se modifica en esta última parte, ya que durante el resto de la novela se configura como una narradora protagonista que incluso confunde la realidad con el sueño.
En esta última parte, la alternancia de tiempos y de voces se detiene: Amanda toma la palabra y viaja “al futuro”. En este sentido, según Grenoville, Amanda pasa de ser una narradora protagonista a ser una narradora omnisciente (2020). Es interesante que esta “suerte de ascenso a la omnisciencia” (2020:71) suceda en el limbo final entre la vida y la muerte en el que se encuentra Amanda. Siguiendo a Grenoville, “la palabra de Amanda ha ganado plena autonomía: ya no necesita seguir los mandamientos de David para describir el cuadro total, que ahora ve con gran claridad” (2010:71). La voz de Amanda se libera de su cuerpo desplomado por la intoxicación y logra ver, por primera vez en la novela, con nitidez.