"El sueño cayó sobre mí, como una parva sobre un chingolo" (p. 47). (Símil)
El narrador alude con este símil a que el sueño cayó pesadamente sobre él luego de una extensa jornada de trabajo en la estancia de Don Leandro Galván. En el símil, él mismo se compara con un chingolo, un ave típica del territorio argentino, parecida a un gorrión. El término de comparación aporta un color local a la descripción de la escena y, además, permite hacer una asociación entre la fragilidad del joven, que recién se inicia en las tareas del campo, y un ave pequeña.
"Esa isoca no me haría daño porque ya estaba en parva mi lino" (p. 57). (Metáfora)
Cuando se extiende en el pueblo la noticia del paradero del protagonista, él utiliza esta metáfora para referirse a que ya encontró su destino, y a que sus tías no podrán revertir su situación actual. El lino ya cosechado, que se asocia, en este caso, al destino que forjó el protagonista, no puede ser atacado por la isoca (un parásito que ataca diversas plantas), con la cual el narrador asocia, metafóricamente, a sus tías.
"En sus rostros indiferentes el agua resbalaba como sobre el ñandubay de los postes, y no parecían más heridos que el campo mismo" (p. 87). (Símil)
En este símil, el narrador compara a los reseros con la madera del ñandubay y con el campo, para destacar su entereza y la indiferencia que muestran frente a las adversidades. Estas son algunas de las cualidades que caracterizan a los reseros, y que el narrador exalta en varias ocasiones.
"Pensé en don Segundo Sombra que en su paso por mi pueblo me llevó tras él, como podía haber llevado un abrojo de los cercos prendido en el chiripá" (p. 90). (Símil)
En esta novela abundan las comparaciones con elementos que remiten a la vida en el campo. En este caso, el narrador se refiere a la atracción inmediata que sintió hacia Don Segundo Sombra, que lo impulsó a salir del pueblo tras sus pasos, y a la forma en que lo acompañó incondicionalmente, comparándose con un abrojo (un fruto con espinas que se adhiere con facilidad a cualquier superficie) pegado a una prenda de vestir típica del gaucho, el chiripá.
"Si sos gaucho endeveras, no has de mudar, porque andequiera que vayas irás con tu alma por delante como madrina e tropilla" (p. 231). (Metáfora y símil)
Don Segundo utiliza esta metáfora para sugerirle al narrador que su condición de gaucho, si es auténtica, lo va a guiar en las diferentes circunstancias de su vida. La madrina de una tropilla es la yegua que, en el arreo, va al frente del resto de los animales, guiando el camino. Por otro lado, la condición de gaucho se compara en esta metáfora con un alma, es decir, que posee carácter espiritual, de manera que puede permanecer intacta, a pesar de que cambien las condiciones económicas y materiales del protagonista.