Don Segundo Sombra

Don Segundo Sombra Resumen y Análisis Capítulos X-XVI

Resumen

Capítulo X

Transcurren cinco años desde el momento en que el narrador realiza su primer viaje como resero. Él se encuentra frente a un río, vestido como un gaucho, con un caballo y un recado. Piensa en su situación actual y en Don Segundo Sombra, de quien no se ha separado en todo este tiempo, y con quien se ha instruido en el oficio de resero. El narrador lo considera su padrino y aprecia las enseñanzas que le transmitió, las cuales lo transformaron en un gaucho. Entonces, repasa los conocimientos que aprendió de Don Segundo. Además de los que conciernen a las labores del resero, su padrino le transmitió sus valores y le enseñó a bailar y a tocar la guitarra. Asimismo, Don Segundo es un hábil contador de historias, y con sus cuentos despertó su imaginación. Finalmente, el protagonista afirma que su maestro es un hombre libre, anárquico y solitario.

Cuando concluye sus evocaciones de los años previos, el protagonista se dirige hacia una estancia, donde se ha organizado una gran fiesta por Navidad. Camino al lugar del evento, se encuentra con Pedro Barrales, a quien no había visto desde su primer arreo. Ambos conversan sobre los años transcurridos, luego comen y se dirigen juntos a la fiesta.

Capítulo XI

Al comienzo de la fiesta, los hombres y las mujeres muestran timidez, por lo que el patrón de la estancia los incita a bailar. En el transcurso de la noche, los invitados se divierten comiendo, bebiendo y bailando, y el narrador encuentra una joven compañera de baile, con quien comparte varias piezas.

Al final de la noche, el protagonista intenta besar a su compañera, pero ella lo rechaza. Luego, decepcionado por el rechazo de otra mujer, se retira del baile y se va a descansar.

Capítulo XII

La noche previa a la partida para un arreo, los reseros toman mate y Don Segundo les narra un cuento. Entre los oyentes se encuentran el protagonista, Pedro Barrales y Perico. El narrador admira la habilidad de su padrino para contar cuentos y para captar la atención de los oyentes.

El relato trata sobra las peripecias de Dolores, un joven a quien, al comienzo, le gusta espiar a las mujeres, hasta que un día, tras presenciar un hechizo del hijo del Diablo, se propone rescatar a la mujer que sufrió el maleficio, Consuelo, quien fue raptada por el hechicero. Para lograr su objetivo, el joven debe bajar a las “islas del encanto” (109) y seguir las instrucciones de una anciana sabia.

El desafío consiste, en primer lugar, en matar a un caburé, guardar su corazón en un frasco, y hacer un collar con sus plumas. Luego, el joven debe encerrar al hijo del Diablo en aquel frasco. Tras seis días de marcha, Dolores cumple el primer objetivo y, al día siguiente, consigue rescatar a la joven, deshaciendo el hechizo. Desde entonces, los jóvenes viven en una estancia en aquella isla prósperamente.

Capítulo XIII

Después de dos días de marchar con la tropa, los reseros llegan al pueblo de Navarro. Allí, un antiguo amigo de Don Segundo lo invita a asistir a una riña de gallos, a la que se dirige junto al narrador luego de almorzar. El joven, aunque es inexperto, apuesta por uno de los gallos. Finalmente, su animal resulta vencedor y se retira del sitio con una abundante suma de dinero.

Capítulo XIV

El narrador y su padrino se dirigen a una feria cerca del pueblo de Navarro. En el camino, entran a una pulpería para realizar algunas compras. En aquel lugar, un policía intenta detener a Don Segundo, pero él, manteniendo la calma, termina de hacer el pedido al pulpero y luego se dirige a la comisaría junto al oficial. Allí, el comisario lo apercibe por haber pasado al galope frente al establecimiento policial, pero Don Segundo se defiende de la acusación sosteniendo que no había escudo ni bandera que lo identificara.

En la feria, un hombre que conocía a Don Segundo le ofrece trabajar en un arreo de seiscientos novillos hacia un campo cerca del mar. Junto al narrador, ingresan a un galpón para arreglar las condiciones del trabajo. El narrador compra allí un caballo y un anciano que está ebrio, Pastor Tolosa, reconoce a su antiguo amigo Don Segundo y mantiene una ligera conversación con él. Luego, el narrador se retira junto a su padrino y otros peones para comenzar un arreo que dura aproximadamente un mes. Los reseros no sufren mayores contratiempos, excepto en una oportunidad, en la que las reses sedientas se precipitan y atropellan algunos alambrados para beber en un cause de agua.

Capítulo XV

Camino a la costa con la tropa, el narrador y Don Segundo descansan en una estancia. Allí los recibe Sixto Gaitán. El narrador sale a recorrer la zona junto a sus caballos y tiene un mal presentimiento. Poco después, una de sus yeguas, Garúa, se hunden en un cangrejal y luego, con gran esfuerzo, logra liberarse. El narrador, abatido, regresa entonces a la casa.

Durante esa noche, mientras intenta dormirse, escucha gritos y, un momento después, ve que Don Sixto está hablando solo, dando hachazos y cuchillazos al aire. El protagonista entiende que el hombre está alucinando, luchando imaginariamente con un demonio que intentaba llevarse a su hijo. Con la ayuda de don Segundo, llevan al hombre afuera de la casa, en donde finalmente se duerme. A la mañana siguiente, el narrador se enteran de que Don Sixto fue a ver a un hijo que se encuentra enfermo. Don Segundo se mantiene reservado respecto al diagnóstico, pero insinúa que el incidente de la noche anterior esconde un mal presagio. El narrador se pregunta si su padrino posee también algún poder sobrenatural, y si las historias que cuenta son ciertas. Ambos se retiran de la estancia esa mañana y continúan su camino.

Capítulo XVI

Al atardecer, el narrador y don Segundo llegan a una nueva estancia. Allí se reúnen varios peones con el objetivo de arrear ganado hacia la costa al día siguiente. Algunos de ellos elogian el caballo de Don Segundo, y él comenta que se lo cambió por unas tortas a un paisano ebrio.

Antes del amanecer, los arrieros inician la marcha. El narrador está acompañado por dos jóvenes, uno aindiado y el otro rubio. Al llegar a la costa, el narrador ve los médanos y el mar por primera vez. Ocurre un incidente con su caballo, que pierde la estabilidad en el suelo arenoso y comienza a hundirse en un cangrejal. No obstante, el narrador logra apartarlo y continúa la marcha sin mayores contratiempos. Los reseros conducen el ganado hacia un rodeo y allí se encuentran con el resto de la tropa. En el rodeo hay aproximadamente cinco mil reses, y el narrador observa con asombro que un gran número de animales, aunque son la minoría, están lisiados o enfermos.

Durante la noche, mientras el narrador acomoda su bayo, un toro arremete en su dirección. Él logra detenerlo mediante una maniobra peligrosa, golpeándolo en un costado de su cuerpo con su caballo y, así, lo derriba. El narrador siente que este es un buen inicio para las duras tareas que se aproximan.

Análisis

El comienzo del capítulo X remite al del capítulo I, puesto que el narrador evoca el día en que se encontraba frente a un arroyo recordando los días pasados de su infancia. En esta ocasión, el narrador reflexiona frente a un río. Han transcurrido cinco años desde entonces, y él puede comprobar su evolución observando su vestimenta, su caballo y los objetos que posee, todo lo cual lo caracterizan como gaucho: “¡Qué distintas imágenes surgían de mi nueva situación! Para constatarlo no tenía más que mirar mi indumentaria de gaucho, mi pingo, mi recado” (p. 76).

Al mismo tiempo, en el inicio de este capítulo, el narrador detalla el “programa” de su aprendizaje junto a Don Segundo Sombra, enumerando una lista pormenorizada de saberes que adquirió junto a él. Estos no conciernen exclusivamente a las tareas rurales, sino también a valores y a apreciaciones sobre la vida, y a otros saberes como la danza o los floreos en la guitarra. Don Segundo es un personaje que se presenta como un dechado de virtudes, de quien el personaje aprende durante toda la novela para convertirse finalmente en un gaucho.

En este capítulo encontramos más características de Don Segundo, entre las cuales se destaca la libertad que el personaje posee y que defiende a ultranza. Además, el narrador lo define como “un espíritu anárquico y solitario, a quien la sociedad continuada de los hombres concluía por infligir un invariable cansancio” (p. 91). También se insiste en caracterizar al personaje como un hombre impasible e infatigable, amistoso y con una gran fortaleza de ánimo. Sin embargo, como podemos advertir, se trata también de un hombre misógino, cuyo desprecio hacia las mujeres se hace explícito en este capítulo, cuando el narrador enumera, entre las ideas que él le transmitió, “la desconfianza para con las mujeres” (p. 90). En capítulos posteriores se añaden otras características al personaje, como su afamado talento para contar historias (Capítulo XII). Además, el narrador sugiere que Don Segundo posee poderes extraordinarios como la adivinación, cuando él anticipa las lamentables noticias acerca del hijo de Don Sixto (Capítulo XV).

En otros capítulos, además, se exploran prácticas habituales del ámbito rural, que se recrean a modo de cuadros costumbristas, con detalladas descripciones. Entre ellos encontramos la ejecución de piezas musicales y las diferentes danzas, como la mazurca, la "polca e’ la silla" (p. 96) y el gato (Capítulo XI); los cuentos folklóricos narrados alrededor de un fogón (Capítulos XII y XXI ); la riña de gallos (Capítulo XIII); la feria (Capítulo XIV); el rodeo (Capítulos XVI y XVII), y la carrera de caballos (Capítulo XX).

Otra característica que encontramos en la novela es el empleo recurrente de elementos del ámbito local en los símiles, las metáforas y las metonimias. Así, podemos observar que en los símiles, muy abundantes en la narración, proliferan los elementos propios del campo, que funcionan como término de las comparaciones, por ejemplo: “la olla, rodeada de pavas como un ñandú por sus charabones” (p. 50). En este caso, la comparación remite a un ave local, el ñandú, que es propia de América, y a los “chambones” (los pichones del ñandú). Además del uso de un referente local, como el animal señalado, a nivel léxico observamos el empleo de una palabra que pertenece al habla rural ("chambones").

Un procedimiento similar se observa, por ejemplo, en esta metonimia, de uso muy extendido, pero cuya forma habitual “ganarse el pan” se modifica introduciendo una comida típica de los gauchos: “Yo era, una vez por todas, un hombre libre que ganaba su puchero (…)” (p. 57). Asimismo, en las metáforas, el narrador recurre muchas veces a elementos rurales, como vemos en este caso: “Esa isoca no me haría daño porque ya estaba en parva mi lino” (p. 57). Por último, también encontramos la variante de un refrán: “Nunca faltan encontrones cuando un pobre se divierte” por “nunca faltan encontrones cuando un gaucho se divierte” (p. 180).

Por otra parte, los modos de vida rurales se perciben en esta novela como la esencia de la nacionalidad. Los valores que los mismos portan se juzgan apreciables y dignos de ser conservados. Esto se debe a que, como observamos en el siguiente pasaje, Güiraldes encuentra en el gaucho un personaje propio de la nación recién formada, la cual, según él, carece de identidad propia: "(…) cuando en la calma de los momentos actuales el país se me presentó liso y aparentemente hecho, vi que todo en él era imitación y aprendizaje y sometimiento, y carecía de personalidad, salvo en el gaucho que, ya bien de pie, decía su palabra nueva (citado en Lois, Élida, 2012, p. 9)".

Esta novela comparte algunos rasgos de la vertiente nativista de la literatura argentina, por darle un lugar prioritario a la descripción por sobre la acción en el relato. Esta corriente literaria también se ocupaba del gaucho, de sus costumbres y destrezas, pero no le da la palabra al personaje, salvo en ocasiones excepcionales. Puede considerarse La cautiva (1837), de Esteban Echeverría, como el texto inicial de esa serie. Sin embargo, a diferencia de Don Segundo Sombra, esta literatura se alineaba con movimientos literarios como el Romanticismo, el Realismo o el Naturalismo. La novela de Güiraldes se separa de esos lineamientos y aporta nuevos recursos estéticos, por lo que suele ubicarse dentro de la variedad criollista. El proyecto de Güiraldes se concentra en renovar los presupuestos de la literatura nativista, articulando el tema tradicional con novedades estilísticas. En una carta a Valéry Larbaud, de 1921, el autor hace explícito su deseo de crear una forma de expresión original para elaborar una obra de temática nacional:

Me parece que hay tanto por decir en este país, que me desespera no ser un hombre orquesta capaz de desentrañar el aspecto poético, filosófico, musical y pictórico de una raza inexpresada (…). Aquí todo el secreto estaría en apartarse de normas ajenas y dejar que los sujetos mismos fueran creando en uno la forma adecuada de expresarlos. ¡Y pensar que en cada una de las formas del arte hay un alma que está esperando su palabra! En los yaravíes y los estilos está la rudimentaria expresión de la montaña y la pampa (citado en revista Sur, 1931, pp. 105-106).

Asimismo, más adelante en la misma carta, explica que encuentra en la voz del gaucho una forma de expresión autóctona que desea elaborar: "En el lenguaje pulcro y malicioso del gaucho [está] el embrión de una literatura viva y compleja. Todo estaría en ser capaz de llevar estas enseñanzas a una forma natural y noble" (Ibid., p. 106).

Como explica Romano, la solución que encontró Güiraldes en Don Segundo Sombra para elaborar una literatura nacional “apartada de normas ajenas” fue construir “un régimen verbal bifónico, donde la voz del artista y la del gaucho confluyan en un mismo espacio textual, sin obstruirse ni superponerse” (p. 256).