No resulta extraño, al terminar de leer el cuento “El ahogado más hermoso del mundo”, pensar en Los viajes de Gulliver (1726), de Jonathan Swift. En el libro de Swift se narran en primera persona las historias de un tal Lemuel Gulliver, un explorador que cuenta sus aventuras a lo largo de diferentes viajes. En la parte más popular de este texto, “Viaje a Liliput”, Gulliver naufraga y llega a una costa en la que es hecho prisionero por una raza de personas diminutas, conocidas como liliputienses. Gulliver, pese a ser de una estatura normal en su tierra, cumple para los habitantes de Liliput el rol del gigante encallado en la playa.
Otro texto que podemos traer a colación para pensar el relato de García Márquez es el cuento “El gigante ahogado”, de J. G. Ballard, publicado en 1966, en el libro El hombre imposible, dos años antes de que el autor colombiano escribiera “El ahogado más hermoso del mundo”. En el relato de Ballard se cuenta también la llegada del cuerpo exánime de un gigante a una playa. En este caso, el tamaño del gigante es comparable al de Gulliver para los liliputienses. Al poco tiempo de ser encontrado, la noticia hace que miles de personas vayan todos los días a visitarlo. A lo largo del cuento, se relata la descomposición del cadáver del gigante y la explotación que hacen de él diferentes personas. Es decir, Ballard explora también el tema de un cuerpo inmenso y desconocido que es encontrado en una playa, pero su enfoque está puesto en la fascinación ligada al horror que provoca en los habitantes, y retrata cómo el ahogado saca lo peor de ellos. García Márquez, por su parte, se enfoca en la idea de la transformación positiva que el cuerpo del ahogado produce en la comunidad y en cómo este cuerpo se convierte en un símbolo de belleza y perfección místicas.
En Los viajes de Gulliver, como dijimos, Swift también juega con la idea de un cuerpo gigante que es encontrado en una playa, pero en este caso el gigante no solo está vivo, sino que es el narrador de la historia. Esto cambia completamente el punto de vista del relato, ya que no se trata tanto del asombro, positivo o negativo, de una sociedad ante un cuerpo nunca antes visto lo que predomina, sino que es el descubrimiento de una comunidad de gente pequeña lo que fascina al gigante y, por identificación, al lector. Swift utiliza, por su parte, esta idea como una forma de sátira y crítica a sus contemporáneos, representados por los pequeños liliputienses y sus enemigos.
J. G. Ballard también emplea el argumento de su relato para hacer una crítica de la sociedad contemporánea en la que vive, pero en este caso emplea el procedimiento inverso de Swift: introduce un elemento extraño, el ahogado, y trabaja con la recepción de la gente. El gigante ahogado se convierte en un símbolo de la forma en que la sociedad consume y utiliza la tragedia y la muerte. Los habitantes de la ciudad costera en la que aparece el gigante rápidamente comienzan a explotarlo con fines turísticos. Los políticos y empresarios locales buscan aprovechar la atracción que el gigante genera para obtener ganancias y beneficios. Los reporteros y fotógrafos que llegan al lugar se obsesionan con la historia del gigante y su potencial comercial, y en lugar de informar sobre la aparición del gigante, comienzan a inventar historias sobre su origen y su supuesto valor. La realidad se transforma en una leyenda que se utiliza para la explotación y la comercialización.
Como podemos ver, "El ahogado más hermoso del mundo" tiene elementos en común con ambos relatos. Pero, en este caso, el argumento no esconde una crítica social feroz hacia los contemporáneos, ni se ancla en el rechazo del otro diferente o en la espectacularización de este otro. En el caso de la historia de García Márquez, el ahogado cumple una misión transformadora para la sociedad que lo encuentra, lo incorpora a su vida y lo convierte en motivo de orgullo. Contrariamente a lo que sucede con el “gigante” en el relato de Swift y el muerto enorme de Ballard, el cuerpo de tamaño descomunal del ahogado trae, irónicamente, vitalidad al pueblo y un propósito de vida a su gente.