La historia de Cosimo Piovasco di Rondò se desarrolla en 1700 en Ombrosa.
Cosimo procede de una familia de barones Piovascò di Rondò, aristócratas muy conscientes de las apariencias y ambiciosos. La novela está narrada por su hermano Biaggio, que cuenta el acto de rebeldía de Cosimo, que decide, a los 12 años, irse a vivir a los árboles.
Durante sus primeros días en los árboles, conoce a la hija de los vecinos, Violante (llamada Viola). Cosimo se enamora de ella.
En los árboles también conoce a algunos ciudadanos de Ombrosa, que le hacen confidencias. También conoce a un abad, el bandido Gian, y también adopta un perro.
Cosimo, a pesar de su noble linaje, no muestra ningún interés por las riquezas y no tiene las aspiraciones de su padre (a este, de hecho, le gustaría ser duque). A diferencia de su familia, Cosimo muestra sensibilidad hacia los ciudadanos de a pie. En su juventud los escucha y los ayuda, y más tarde incluso lidera la Revolución. En comparación con sus parientes, Cosimo es sensible y abierto; no es obediente como su hermano Biaggio, que confía ciegamente en los dictados de su padre; tampoco es ambicioso y presumido como su padre, que se preocupa tanto por las apariencias que se avergüenza de su hijo y de su decisión de vivir en los árboles.
La curiosidad y predisposición de Cosimo por el conocimiento se hace más evidente en la relación que el joven barón establece con el abad, que le permite leer libros. El chico, a pesar de ser un noble, no tiene prejuicios sociales; habla con todo el mundo independientemente de su estatus social y profesión (como demuestra con el bandido Gian). Esta sensibilidad suya se combina con el altruismo, el deseo de crear una comunidad de personas y de vivir en armonía con la naturaleza. De hecho, desde que Cosimo se va a vivir a los árboles, pretende conocer todos los aspectos naturales, cada hoja, cada rama, cada árbol. Siente un profundo respeto por la naturaleza y, a lo largo de su vida, intenta formar parte de ella, vivir en comunión con ella. En este sentido, su decisión de morir, como anciano, arrojándose al mar es emblemática.