Rebelión y contraste generacional
Cosimo, el protagonista de la novela, decide rebelarse contra sus padres, que querían obligarle a comer un plato que no le gustaba, los caracoles. Este acto de Cosimo no es un simple capricho de un adolescente, sino que condiciona toda su vida: la decisión de vivir en los árboles y en el bosque, rechazando las comodidades de la vida en el palacio de Ombrosa, las riquezas familiares será radical.
La decisión de Cosimo contrasta con la imagen que su padre Arminio pretende dar de sí mismo y de su familia; el hombre es ambicioso, distinguido y se niega a adaptarse a los cambios políticos que se están produciendo, como se desprende de su deseo de convertirse en duque (sin conseguirlo) y de mantener su título nobiliario. El rechazo de Cosimo a la vida noble y a las riquezas provoca vergüenza y desprecio en el hombre, que se niega incluso a ser visto en público. La relación entre padre e hijo sólo se restablecerá en parte unos meses antes de la muerte de Arminio, cuando el anciano se entera de que Cosimo es un hombre respetable y bondadoso y, por tanto, decide regalarle una espada perteneciente a la dinastía Piovasco di Rondò.
Nobleza y nobleza de ánimo
Como indica el título, Cosimo es un barón y pertenece a la familia Piovasco da Rondò. Su decisión de abandonar a su familia y trasladarse a los árboles también se ve como un rechazo a la riqueza y al título de nobleza. De hecho, en comparación con el resto de su familia (y, en particular, con su padre Arminio), el carácter del barón es abierto hacia los ciudadanos de a pie, demostrando su desprecio por la ostentación del título de nobleza y una notable apertura de miras, que le permitirá liderar a los rebeldes y ser sensible a la Revolución. Cosimo, por tanto, demuestra la diferencia real entre la nobleza adquirida a través de la riqueza, las posesiones y el título y la nobleza real, la del alma, que se muestra en la bondad y la disposición hacia otras personas y la naturaleza.
Naturaleza
La relación entre el hombre y la naturaleza se expresa en la obra de múltiples maneras. Cosimo decide refugiarse en los árboles y el bosque y vivir allí, demostrando tanto su espíritu de adaptación como su voluntad de explorar todo lo que le rodea. Cosimo pretende, de hecho, conocer cada árbol en sus más mínimos componentes, convertirse él mismo en parte integrante de la naturaleza, no queriendo limitarse a ser un simple habitante de la misma. En los árboles, entre encinas, robles, alisos y álamos, experimentará todas las vicisitudes y todas las estaciones de su vida. Cosimo, de este modo, puede descubrir otro mundo, no humano, libre, que sigue sus propios ritmos incondicionalmente.
No es solo Cosimo quien se interesa y es sensible al mundo natural; Biaggio, su hermano, también se queja de la escasez de árboles y del valle desnudo que circunda la mansión.