Mantener las apariencias
Gran parte de la acción dramática en El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde consiste en el control de daños. En otras palabras, Utterson trabaja incansablemente para evitar que su buen amigo, el doctor Jekyll, sea arrastrado hacia los horribles asuntos de Mr. Hyde, y Jekyll hace todo lo posible para evitar que se descubra su otra identidad, de modo que nadie sepa de su cuestionable trabajo científico y de su comportamiento moralmente despreciable. La novela tiene lugar en la Inglaterra victoriana y los personajes principales son todos miembros masculinos de la clase alta británica. Enfield, Utterson, Lanyon y Jekyll son muy conscientes de las expectativas sociales y de la importancia de la apariencia. Incluso en el primer capítulo, Enfield desconfía de compartir su historia de la puerta misteriosa porque odia los chismes, que suelen destruir reputaciones. Del mismo modo, Utterson se abstiene de informar a la policía que Jekyll es un amigo cercano de Hyde después del asesinato de Sir Danvers Carew. En cambio, para mantener la reputación de su amigo y proteger su imagen pública, Utterson se dirige directamente a Jekyll para discutir el asunto.
Este tema también se presenta en relación a las apariencias físicas, particularmente con la arquitectura. En el primer capítulo, nos enteramos de que la misteriosa vivienda de Hyde está descuidada y en mal estado. En contraste, la casa de Jekyll está extremadamente bien conservada, es majestuosa, rica y hermosa. Irónicamente, luego sabremos que la puerta misteriosa está conectada a la casa de Jekyll, aunque se trata de una entrada trasera que apenas se usa. Por lo tanto, queda claro que, aunque es idílica para el público, también la casa de Jekyll, al igual que su personalidad, tiene una parte oculta que está descuidada, en mal estado y es quizás peligrosa.
La dualidad de la naturaleza humana
Claramente, El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde es un análisis de la dualidad de la naturaleza humana, como se expresa con la mayor claridad en la revelación de que Mr. Hyde es, de hecho, la personificación de lo siniestro en el carácter del doctor Jekyll. El descubrimiento de Utterson del asombroso trabajo de Jekyll tiene lugar en el capítulo final de la novela, después de que Stevenson haya sentado las bases de la evidencia de la extrema dualidad inherente a la naturaleza humana. Ya hemos sido testigos de la poderosa y terrible violencia de Hyde y hemos conocido, en contraste, al amable y gentil doctor Jekyll. Al abordar el misterio de la novela, Utterson nunca imagina que Hyde y Jekyll sean el mismo hombre, ya que le resulta imposible reconciliar comportamientos tan sorprendentemente diferentes.
Al perseguir sus experimentos científicos y al validar su trabajo, Jekyll afirma que "el hombre no es realmente uno, sino dos". Así, según el punto de vista de Jekyll, cada alma contiene tanto elementos del bien como del mal, pero uno de ellos es siempre dominante. En el caso de Jekyll, su lado bueno es dominante, pero él sabe que hay maldad dentro de él. Sin embargo, en tanto miembro respetable de la sociedad y honorable caballero victoriano, Jekyll no puede cumplir sus malvados deseos. Por lo tanto, trabaja para desarrollar una manera de separar las dos partes de su alma y liberar sus características malvadas. Sin embargo, como explica Vladimir Nabokov en la introducción a la versión Signet Classic del libro en inglés, "[Jekyll] es un ser compuesto, una mezcla del bien y el mal... [y] Jekyll no se transforma realmente en Hyde, sino que proyecta una concentración de mal puro que se convierte en Hyde". Desafortunadamente, en lugar de separar y balancear estas fuerzas del bien y del mal, la poción de Jekyll solo logra que su lado puramente malvado adquiera fuerza. Jekyll es de hecho una combinación del bien y del mal, pero Hyde es solo maldad pura. Así, no hay ninguna manera de fortalecer o separar la pura bondad de Jekyll. Incapaz de contrarrestar su identidad malvada, Jekyll le permite a Hyde hacerse cada vez más fuerte y, eventualmente, tomar el poder por completo, destruyendo quizás totalmente la pura bondad que Jekyll alguna vez tuvo.
Otros teóricos han argumentado que quizás Stevenson concluye que el hombre no es en realidad un ser puramente dual, sino que hay en su corazón un ser primitivo, domesticado y civilizado por las leyes de la sociedad. Cuando Stevenson retrata a Hyde lo describe como un animal: bajo, peludo y como un troglodita con manos nudosas y una cara horrible. En contraste, Jekyll es descrito en los términos más caballerescos: alto, refinado, educado y honorable, con dedos largos y elegantes y una apariencia atractiva. Por lo tanto, el experimento de Jekyll tal vez reduce su ser a su forma más básica, en la que el mal corre libremente sin considerar las limitaciones de la sociedad y la civilización.
Jekyll y Hyde no son los únicos ejemplos de dualidad en la novela. La ciudad de Londres también se retrata en términos de contraste, como un lugar brumoso, lúgubre y pesadillesco, y también como un centro de comercio bullicioso y bien cuidado. De hecho, no solo los hombres tienen cualidades tanto positivas como negativas, sino también la sociedad.
La violencia
El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde contiene escenas poderosamente violentas. En cada una, el culpable es Mr. Hyde y la víctima, un inocente. Por ejemplo, en el primer capítulo nos enteramos de cómo Mr. Hyde pisoteó literalmente a una niña en la calle a las tres de la mañana, y más tarde sabremos que Hyde asesinó a golpes, de la nada y sin piedad, a Sir Danvers Carew. Peor aún, hacia final de la novela descubrimos que Hyde disfrutó mucho cometiendo este acto de violencia, y luego sintió una oleada de emoción y satisfacción. A través de esta imaginería de violencia sin sentido contra víctimas inocentes, Stevenson expresa la verdadera depravación y el mal puro de Hyde.
Curiosamente, las últimas víctimas de Hyde, cuando se suicida justo antes de que Utterson y Poole entren en su gabinete, son Jekyll y él mismo. En este acto final, ninguna de las víctimas es inocente. Claramente, Hyde es responsable de una gran cantidad de crímenes, y Jekyll, por lo tanto, también es culpable, en tanto creó a Hyde, lo dejó libre, y habita el mismo cuerpo. Quizás en este final Stevenson sugiere que aquellos que promuevan y cometan actos de violencia sin sentido serán castigados.
Las mujeres
Dr. Jekyll y Mr. Hyde contiene muy pocas referencias a las mujeres. De hecho, incluso aquellas que aparecen son retratadas como débiles y sin pretensiones. Incluso en las descripciones del comportamiento moralmente depravado de Hyde, no se mencionan encuentros sexuales o relaciones ilícitas. Al racionalizar esta omisión, Nabokov razona: "Se ha sugerido que Stevenson, 'trabajando como lo hizo bajo las restricciones victorianas', y no deseando poner en la historia colores ajenos a sus patrones monacales, se abstuvo conscientemente de colocar una máscara femenina sobre el placer secreto al que se entregó Jekyll". Curiosamente, ninguno de los personajes principales parece tener ninguna relación femenina. Más bien, Lanyon, Enfield, Utterson y Jekyll parecen ser solteros que buscan, en la relación que tienen entre ellos, amistad y estimulación intelectual. Algunos han razonado que esta falta de sexualidad femenino sugiere que "las aventuras secretas de Jekyll eran prácticas homosexuales, tan comunes en Londres detrás del velo victoriano".
La primera mujer de quien leemos es a la niña que corría por una calle de Londres a las tres de la mañana, camino al doctor. El monstruoso Hyde la pisotea sin pensarlo dos veces. La niña es victimizada de inmediato, representada como una criatura pasiva e indefensa que requiere de una gran cantidad de personas, incluido Enfield, para rescatarla y vengar el crimen. A continuación, nos encontramos con la criada que presencia el asesinato de Sir Danvers Carew. Ella es descrita de forma bastante pasiva, mientras se sienta contemplando la luz de la luna. Cuando reconoce a Sir Danvers Carew (a quien no identificaba desde tan lejos), lo mira y observa cuando se encuentra con Hyde en el camino. Cuando Hyde comienza a golpearlo, la criada pierde el sentido y se desmaya. Pocas horas más tarde, momento en el que hay pocas esperanzas de atrapar a Hyde, la criada se despierta y denuncia el crimen. Muy similar a la niña, esta testigo del asesinato se muestra débil y pasiva, y su reacción emocional a la violencia de Hyde provoca un retraso en la investigación. La última mujer que conocemos es una de las sirvientas de Jekyll. Cuando Utterson y Poole hacen sus últimos esfuerzos por salvar a Jekyll de Hyde, de quien piensan que ha invadido la casa y tiene a Jekyll como rehén, hay un grupo de sirvientas agrupadas en una parte de la casa. Todos están bastante asustados, pero es una sirvienta la que estalla en fuertes sollozos, poniendo en peligro toda la misión, ya que Hyde podía escucharla y huir, o prepararse para enfrentar a sus visitantes, quienes esperaban atraparlo con la guardia baja. Una vez más, esta mujer es retratada como débil e indefensa ante el peligro. En su ensayo introductorio a la novela, Nabokov escribe: "Excluyendo a dos o tres sirvientas, una arpía convencional y una niña sin rostro que corre al médico, el sexo femenino no tiene ningún rol en la acción".
La falta de comunicación
A lo largo de la novela, los personajes demuestran una incapacidad de expresarse plenamente, u optan por retener información sumamente importante. Por ejemplo, en el primer capítulo, Enfield afirma que no quiere divulgar el nombre de la persona que pisoteó a la niña para evitar chismes. Sin embargo, después de nombrar finalmente a Hyde, él y Utterson terminan la conversación de manera abrupta, ya que consideran que seguir discutiendo el tema sería inapropiado para todos los involucrados. Del mismo modo, Utterson le oculta información relevante a la policía luego del asesinato de Sir Danvers Carew, al elegir mantener secreta la relación de Hyde y Jekyll. Estos silencios reflejan los límites de la naturaleza moral de la época victoriana. Como se señaló anteriormente, en la época victoriana les daba mucha importancia a las apariencias externas. Para protegerse a sí mismos y entre ellos contra amenazas a la respetabilidad, Enfield, Lanyon, Utterson y Jekyll trabajan para ocultar o mantener en secreto cualquier información que pudiera dañar la reputación de alguno.
En otra manifestación de silencio en la novela, ninguno de los que conocen a Hyde puede describir exactamente qué de su aspecto lo hace parecer malvado, pero todos están de acuerdo en que al cruzarse con él, o al verlo, se sintieron horrorizados. Finalmente, muchos de los detalles importantes relacionados con la naturaleza de Jekyll y Hyde se transmiten por escrito y no oralmente. En una carta escrita justo antes de su muerte, Lanyon le indica a Utterson que no lea el contenido hasta la muerte o desaparición de Jekyll. Del mismo modo, Jekyll escribe su confesión final en una carta a Utterson, en lugar de compartirle sus secretos en persona. Curiosamente, ninguna de estas cartas proporciona detalles sobre los aspectos invisibles de la vida de Hyde. El lector nunca sabe qué otras acciones malignas llevó a cabo Hyde, y solo puede asombrarse por el grado de violencia, la brutalidad y la depravación moral que lo caracterizan. En el mundo de Utterson, donde todos los detalles de la vida y la ley se encuentran en documentos oficiales, el lenguaje se presenta como un bastión de la racionalidad y la lógica. Por lo tanto, la falta de lenguaje o comunicación entre personajes en relación a Hyde quizás demuestre que los acontecimientos sobrenaturales en la novela empujan al mundo más allá de la lógica y, por lo tanto, más allá del discurso.
Lo racional vs. lo irracional
Al escribir Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Stevenson se mantuvo en una delgada línea entre el realismo y lo sobrenatural. Utterson, a través de quien el lector percibe la acción, es un hombre muy racional y lógico, que se considera a sí mismo un ciudadano recto y honrado de la Inglaterra victoriana. En contraste, el final de la novela es sumamente sobrenatural, y no encaja en el realismo del mundo en el que viven los personajes. De hecho, al desarrollar personajes muy racionales, el efecto del final y del descubrimiento del trabajo horroroso de Jekyll es aún más poderoso, en tanto el contraste es tan grande. Sin lugar a dudas, Stevenson se enfrentó a un gran desafío al equilibrar estos dos mundos, logrando con éxito que la parte fantástica y sobrenatural de la novela fuera creíble. Sorprendentemente, cumplió este reto escribiendo la novela en tan solo tres días.
En su introducción a la versión en inglés de la novela, Nabokov analiza el método de Stevenson para equilibrar lo racional y lo irracional, y así alcanzar un gran logro artístico. En su opinión, para hacer creíbles los detalles fantásticos del trabajo de Jekyll, Stevenson los presenta a través de las mentes altamente racionales de Utterson y Enfield. Estos dos hombres lógicos "transmiten algo al lector del horror de Hyde, pero al mismo tiempo, no siendo artistas ni científicos (...) no se les puede permitir (...) notar detalles", tales como los rasgos específicos del horrible rostro de Hyde. Aún más, al describir la vida cotidiana con gran detalle, Stevenson contrasta aquella de los caballeros londinenses con "vagas pero ominosas alusiones a los placeres y a los terribles vicios ocultos en algún lugar detrás de escena. Por un lado, hay "realidad" y, por el otro, "un mundo de pesadilla".
Para los personajes sumamente racionales y socialmente respetados, como el doctor Lanyon, la revelación del trabajo de Jekyll es demasiado difícil de soportar. De hecho, el doctor Lanyon muere a causa de la conmoción que sufre al observar la transformación de Hyde en Jekyll. En la muerte de Lanyon, Stevenson parece sugerir que es de verdad imposible unir la vida respetable y la moral con la obra de Jekyll. Simplemente no pueden coexistir. En los momentos finales de la novela, la racionalidad prueba ser más poderosa, ya que Jekyll y Hyde mueren, y Utterson, la personificación de la lógica y la razón, queda allí para ordenar las piezas del rompecabezas.
La ciudad de Londres
La novela comienza en una calle de Londres que demuestra ser central para gran parte de la acción de la novela. Las descripciones de la ciudad varían, desde idílicas y majestuosas hasta peligrosas, misteriosas y oscuras. En el Londres victoriano, la ciudad moderna comenzó a establecerse poderosamente. En su epílogo de la versión en inglés de la novela, Dan Chaon señala que Stevenson confió en la ciudad moderna para proporcionar un escenario realista en el que Hyde podía vivir. Chaon explica que "[Hyde] necesita el anonimato de las masas, y necesita las calles recientemente iluminadas a gas, el paisaje nocturno de los pubs, los burdeles y los mendigos, el bajo mundo urbano que más tarde se transformaría en el mundo del cine negro". Así, la ciudad de Londres, en pleno crecimiento y desarrollo, le dio a Hyde una capa para ocultar su despreciable comportamiento, y una preciosa libertad en el anonimato. En este mundo, Hyde podía caminar a través de la sociedad sin ser notado, ignorado por los muchos extraños que vagaban por las calles. Sin esta posibilidad del anonimato absoluto, Jekyll nunca habría podido llevar a cabo su experimento. Por lo tanto, la bulliciosa y creciente ciudad de Londres, con todas sus capas, apoyó el trabajo de Jekyll, dándole a él la libertad de sostener su doble vida.