Viejito esperando al cartero en lo alto de una loma (imagen visual)
“Desde entonces, al mediodía de cada lunes, el viejito se sentaba en lo alto de la loma. Allá esperaba que apareciera el cartero en el camino. No bien veía asomar el caballo, gordo de alforjas, por entre los árboles, el viejito se echaba a correr. El cartero, que ya sabía, le traía su carta en la mano” ("Sucedidos/2").
Un ladrón roba a un anciano las cartas antiguas de una mujer. Como fue una equivocación, decide devolvérselas. En lugar de enviarle el paquete completo, le envía las cartas de a una, a través del cartero. Como si las volviera a recibir por primera vez, el viejito aguarda con impaciencia a que el cartero llegue cada lunes a su casa.
Avance y ruido de un volcán (imagen visual y auditiva)
“El volcán vecino la mató. Nadie pudo correr más rápido que la avalancha de lodo hirviente: una ola grande como el cielo y caliente como el infierno atropelló a la ciudad, echando humo y rugiendo furias de mala bestia, y se tragó a treinta mil personas y a todo lo demás”. ("Elogio del sentido común").
Esta cita nos muestra el avance de un volcán sobre un enorme grupo de personas. Con su lava roja e hirviente y su intenso ruido de piedras rodando y chocando entre sí, arrolla una ciudad entera.
Aullidos de los perros atados (imagen auditiva)
“A veces, al fin de la temporada, cuando los turistas se iban a Calella, se escuchaban aullidos desde el monte. Eran los clamores de los perros atados a los árboles” ("La civilización del consumo").
Reflejando el típico movimiento de la sociedad de consumo, este fragmento recupera el llanto de los perros que, luego de ser usados por los turistas como mascotas pasajeras, quedan tristemente abandonados y atados a los árboles.
Mujer maquillándose y vistiéndose (imagen visual)
“Alina la miraba, mientras la madre, sentada ante el espejo, se pintaba los labios, se dibujaba las cejas y se empolvaba la cara. Después la madre se probó un vestido, y otro, y se puso un collar de coral negro, y una peineta en el pelo, y toda ella irradiaba una luz limpia y perfumada” ("El tiempo").
Aquí podemos ver a una mujer de edad madura poniéndose bella frente al espejo. Se maquilla y se viste de manera formal, mientras su hija la observa detenidamente.
Insultos de una mujer anciana a punto de morir (imagen auditiva)
"Conocía aquel vocabulario de marinero borracho. La agonía fue larga. Durante más de un mes, la abuela vomitó desde la cama un incesante chorro de insultos y blasfemias de los bajos fondos. Hasta la voz le había cambiado. Ella, que nunca había fumado ni bebido nada que no fuera agua o leche, puteaba con voz ronquita. Y así, puteando, murió: y hubo un alivio general en la familia y en el vecindario” ("La abuela").
De modo sorpresivo para sus familiares, la 'abuela' comienza a enunciar toda clase de insultos antes de morir. Como si de algún modo se liberara de todo el recato con el que vivió, esta mujer no tuvo ningún reparo en usar una voz ronca y cansada para decir en voz alta todas las blasfemias que se le vinieran a la mente.