Humanidad como mar de fueguitos (alegoría)
En el primero de los textos, el autor plasma una alegoría de la humanidad:
"El mundo es eso -reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos".
El modo particular de ser de cada persona es el brillo propio de cada fueguito. El color del fuego marca la diferencia entre una persona y otra, así como su modo de iluminar o de dar calor a otros.
Envejecimiento como jaula (alegoría)
“Fernando quería mostrarme una obra maestra del envejecimiento artificial: una jaula destartalada, leprosa, mordida por el óxido y la mugre antigua”.
(Cita extraída del fragmento titulado "El arte y la realidad/1").
Los seres humanos envejecen, cosa natural e indiscutida. Sin embargo, se puede comparar este proceso con algo agradable y suave, o con algo derruido e infame. En este caso, el narrador se dirige al montaje de una obra que está por tener lugar. Y ve que el director quería mostrar este proceso de un modo negativo, como si fuese una jaula y en las peores condiciones.
Es muy interesante que socialmente se vea de este modo el camino hacia la disolución del ser humano. Sin embargo, si leemos el resto del texto, veremos que se propone un giro hacia algo más esperanzador y positivo.
La burocracia como un cuerpo desarticulado o desmembrado (alegoría)
En el texto llamado “La burocracia 1”, podemos leer:
“Al tiempo le contestaron. Que no. No se podía: el brazo estaba en otro expediente. A él lo había procesado la justicia militar. Al brazo, la justicia civil”.
El proceder de las instituciones legales es presentado en esta cita como un proceso sumamente desmembrado y desarticulado. Es decir, como si se tratase de un cuerpo cuyas partes son guardadas en lugares diferentes. Enfrentar un trámite de cualquier índole es como tratar de juntar inútilmente cada parte para volver a formar un todo con sentido.
La escritura como símbolo de libertad
A lo largo de todo el libro, diferentes fragmentos recuperan el arte de la escritura y el uso de las palabras como algo liberador. Esta habilidad y práctica se relaciona con la libre creación de quien puede expresarse a pesar de estar sumido en plena dictadura o bien exiliado en otro país para huir de la muerte o la tortura.
Las palabras representan la creatividad, la soltura, la conexión con diferentes dimensiones del ser humano. De hecho, el arte mismo, en todas sus expresiones, funcionan como símbolo de libertad tanto física como de pensamiento y sentimiento.
El exilio (motivo)
Lamentablemente, en América Latina, el exilio se ha convertido en un motivo, es decir es una figura recurrente para intelecutales, artistas y escritores de las décadas de 1970, 1980, aproximadamente.
Con el fin de huir de torturas, persecuciones, e incluso de la muerte, han tenido que ir a refugiarse a países que los alojaran y protegieran. En Uruguay y Argentina, así como en otros países de Latinoamérica, han existido una serie de militares golpistas que tomaron el poder por la fuerza y que se ocuparon de vigilar que ninguna persona hiciera circular ideas "subversivas" y críticas hacia el poder vigente.
El libro en su conjunto constituye un reflejo de un escritor que debe exiliarse para evitar los castigos profesados a quienes intentaban pensar en un mundo mejor, castigos tales como la censura o la persecución policial.