Manuela
Protagoniza la obra. Se trata de una travesti cuyo nombre de nacimiento es Manuel González Astica. Cuando llega al prostíbulo de la Japonesa se gana su simpatía, así como la de Don Alejo. Mediante una apuesta sugerida por Don Alejo, Manuela y la Japonesa consiguen la copropiedad del prostíbulo. Juntos tienen a su hija, la Japonesita.
Las veces en las que a Manuela "le entra el diablo al cuerpo", se convierte en el alma de la fiesta. A pesar de sus años y los achaques de la vida que lleva, Manuela no pierde oportunidad para ponerse su vestido de española y bailar.
La Japonesa
En el presente del relato, la Japonesa lleva muerta cuatro años debido a una aflicción del hígado, aunque, según su hija, murió de pena. Regenta el prostíbulo de El Olivo cuando Manuela llega al pueblo. Se rumorea que está enamorada de Don Alejo, para quien pone a disposición todos sus recursos con tal de que él sea electo diputado. Mediante una apuesta propuesta por Don Alejo, la Japonesa obtiene el título de propiedad del prostíbulo que va a heredar su hija, la Japonesita. Para ganar la apuesta, confabula con Manuela para que Don Alejo piense que consiguió seducir a la travesti.
La Japonesita
Es la hija de la Japonesa Grande y Manuela, aunque muchos en el pueblo pusieron en duda la paternindad de Manuela. Físicamente se parece mucho a su padre: es flaca, de pechos pequeños, pelo ralo y tez morena. En el presente del relato, a pesar de sus cortos 18 años, administra el prostíbulo con austeridad y jamás se da un lujo para sí misma y, por ello, ha amasado una modesta fortuna. A diferencia de las otras mujeres en el prostíbulo, la Japonesita no tiene dotes para la seducción e incluso parece que su desarrollo se estancó, ya que no le llega la menstruación y sigue siendo virgen. De su madre no solo heredó el negocio, sino la esperanza de progreso para el pueblo una vez que se instale electricidad. Su seriedad contrasta con la actitud alegre y despreocupada de Manuela.
Don Alejo
Don Alejo Cruz es parte de una prominente familia de la zona vinícola. Es el dueño de las tierras que rodean la estación de El Olivo. De hecho, es él quien fundó el pueblo alrededor de la estación de tren que utilizaba para comerciar su vino. Su figura se asemeja a la de un padre o Dios que les concede a las personas en su fundo su benevolencia, o los castiga con su furia. Aparece vestido con una manta de vicuña y un sombrero y rodeado de cuatro perros que amedrentan a los habitantes del fundo. Tiene tanto poder económico como político, procurado gracias a las personas del pueblo a quienes llevó a votar por él. En el presente del relato ocupa el puesto de Senador, y en las escenas retrospectivas recién ha sido electo diputado.
Misia Blanca
Esposa de don Alejo. En el presente del relato es una anciana. En su casa, durante el verano, se reúnen sus hijos y nietos. Cuando su hija Moniquita muere a causa del tifus, se corta su larga trenza para enterrarla junto a su hija. Todavía visita a Ludovinia, quien sirvió en su casa cuando era más joven.
Pancho Vega
Nació y se crió en el fundo de don Alejo. Es un hombre orgulloso, varonil y mujeriego. Todos en el pueblo saben que la tiene jurada contra Manuela. Cuando chico, él y Moniquita se enfermaron de tifus, pero solo él se recuperó y Moniquita murió. Misia Blanca y don Alejo le ofrecen educación, pero cuando a Pancho le va mal en los estudios, deciden llevarlo a trabajar en el fundo.
En el presente del relato, Pancho está casado con Ema y tiene una hija, Norma. Su sustento es un camión, que pudo comprar gracias a un préstamo que le hizo don Alejo. Hace algunos meses que debe la cuota al patrón, y este le ha bloqueado la posibilidad de contratación.
Octavio
Cuñado de Pancho Vega, trabaja en una estación de servicio. Le presta dinero a Pancho para que salde su deuda. Es un hombre orgulloso a quien no le gusta presenciar el trato humillante de don Alejo hacie el esposo de su hermana. Trata despectivamente a los señores poderosos, a quienes llama “futres”. El rechazo que siente por Manuela muestra su transfobia.
Ludovinia
Amiga de Manuela. Es una mujer anciana que ha perdido la vista. No tiene anteojos porque los enterró junto a su esposo. Fue sirvienta de la familia Cruz y todavía tiene contacto con Misia Blanca. Fueron tan importantes para ella los años en que trabajó para ellos que sus recuerdos más nítidos son aquellos que se refieren a la familia de los patrones. Don Alejo quiere comprar su casa en el pueblo.
Don Céspedes
Peón del fundo de don Alejo. Duerme en los galpones, entre los costales. Muchas veces nadie se acuerda de él, aún a la hora de comer, y cada vez está más flaco. Conoce mejor que nadie el fundo y al patrón. Tiene la capacidad de recorrer los viñedos prestando atención a los sonidos. Está encargado de seleccionar y criar los perros que van a acompañar a don Alejo. Es el único a quien don Alejo le brinda gratis el vino que produce, pero a él eso le es indiferente, porque bebe poco.
Lucy, Cloty y Nelly
Son las prostitutas que trabajan en la casa de la Japonesita. Lucy es la más cotizada porque es gorda. Cloty es la más vieja y, al ser poco solicitada, su rol en la casa se asemeja a la de una sirvienta más que una prostituta. Nelly es la más joven; es la más melancólica, ya que llora todas las madrugadas.
Lila
Es una de las tantas mujeres a las que Pancho Vega intenta seducir. Trabaja en el galpón donde funciona el correo. Le reprocha a Pancho su condición de mujeriego, pero también da lugar a sus juegos de seducción.
Moniquita
Hija de Misia Blanca y don Alejo. Durante su niñez, comparte mucho tiempo con Pancho, a quien Misia Blanca le encarga la tarea de entretener y cuidar a su hija.
Ema
Esposa de Pancho Vega. Si bien no tiene un papel importante en la novela, y solamente aparece mencionada por otros personajes, sabemos que es una mujer ambiciosa y con firmes proyectos para mejorar su condición económica y social. Quiere que su hija se eduque, tenga una profesión y pueda elegir con quién casarse con mayor libertad que ella. Insiste con que Pancho le compre una casa en Talca y pague por un colegio de monjas para su hija.
Norma
Hija de Pancho y Ema. Su madre quiere que se eduque en un colegio de monjas y estudie obstetricia.
Las hermanas Farías
La Japonesa contrata a las hermanas Farías junto con Manuela para el festejo por la victoria de don Alejo en las elecciones. Las hermanas Farías son cantantes profesionales, célebres en la zona.