Vigilante demasiado amable (ironía situacional)
“Yo me extralimito en mis funciones si le hablo tan amistosamente... Pero espero que, aparte de Franz, nadie me oiga: Franz mismo es, contra toda convención, demasiado amable con usted”.
K. fue arrestado repentinamente sin explicación alguna. Sus vigilantes no paraban de darle órdenes en su propia habitación, sin fundamentos. No obstante, para uno de ellos el trato hacia él era mucho más amable de lo necesario.
Fracaso del plan para acudir al primer interrogatorio (ironía situacional)
“Al final, K. ya ni tuvo necesidad de preguntar, sino que fue arrastrado de piso en piso. Maldecía su plan, que le había parecido tan ingenioso”.
K. había sido citado a su primer interrogatorio. Al llegar al domicilio indicado para tal fin, se encontró con un edificio de interminables escaleras y puertas, todas habitadas por personas de diversa índole que en nada se parecían a funcionarios judiciales. Desorientado, decidió idear un plan: fingir que buscaba a un tal carpintero de nombre Lanz, con la esperanza de encontrar la sala de interrogaciones en algún momento. Este plan acabó por desorientarlo aún más, siendo arrastrado por los vecinos cada vez a pisos más elevados, complicando su situación aún más que al inicio.
Reunión con el abogado y con el director de secretaría (ironía dramática)
“¡Chico! —gritó—, ¡cómo pudiste hacer eso! Has perjudicado enormemente tu causa, que estaba en tan buen camino".
K. estaba en la casa del abogado, el doctor Huld, junto a su tío. Estaban tratando de encontrar una solución al proceso a través de la influencia del abogado, amigo del tío. Participaba de la reunión el influyente señor director de secretaría, gran oportunidad para K.
En un determinado momento, la criada del abogado, Leni, llama la atención desde afuera de la habitación con el propósito de encontrarse a solas con K. Aquella lo logra, y luego seduce a K. durante un largo periodo de tiempo. La ausencia de K. de aquella reunión resultó en que echó a perder su gran oportunidad de conocer al señor director de secretaría, y solicitarle que lo ayude a resolver su proceso.
El abogado como obstáculo (ironía situacional)
“Desde este punto de vista, era imperioso retirarle pronto la defensa al abogado, a ser posible esta misma tarde. Según los relatos del abogado, esto era algo inaudito y, probablemente, injurioso, pero K. no podía permitir que sus esfuerzos chocasen con obstáculos que, tal vez, eran creados por su propio abogado”.
El tío de K. había conseguido a su amigo como influencia en el tribunal, un eminente abogado, aunque muy anciano y enfermo. Al principio, K. se había reconfortado en la oportunidad de ser representado por una personalidad tan influyente, pero con el paso del tiempo veía que obtenía casi ninguna notificación importante acerca de su proceso, ni avance favorable alguno respecto a su solución. Por esta razón, K. empieza a dudar seriamente de que la labor del abogado podría resultar ineficiente e incluso contraproducente para acabar favorablemente con el proceso.
Nunca se ha visto una absolución real (ironía dramática)
“Apenas estuve en edad de ir yo mismo al tribunal, no me perdía ni una ocasión; he presenciado innumerables procesos en sus fases más interesantes y los he seguido hasta donde era posible, pero no he visto ni una absolución real”.
Ya convencido de que los alegatos y los recursos estrictamente judiciales iban a resultar siempre insuficientes, K. recibe el dato de un pintor, Titorelli, que trabaja para los jueces del tribunal, cuya influencia suele ser decisiva para resolver los procesos. Sin embargo —luego de una ardua búsqueda del domicilio del artista—, el pintor finalmente le presenta tres modos de resolver el proceso, siendo solo una de ellas real y, las otras dos, aparentes. El pintor confiesa que solamente tiene influencia para lograr las soluciones aparentes, pero no la absolución real, que es inaccesible incluso para los jueces, ya que depende de una instancia jurídica superior. Esto desilusiona a K. profundamente.