El sabueso de los Baskerville

El sabueso de los Baskerville Citas y Análisis

Cabe que usted mismo no sea luminoso, pero sin duda es buen conductor de luz. Hay personas que sin ser genios poseen un notable poder de estímulo. He de reconocer, mi querido amigo, que estoy muy en deuda con usted.

Sherlock Holmes, página 16.

En este extraño halago de Holmes se ve la peculiar relación entre el detective y su compañero, Watson. Si bien destaca la inteligencia de su interlocutor, deja en claro que su valor fundamental es la transmisión del conocimiento de los otros. Así, la comparación con “un buen conductor de luz” implica que el deber de Watson es ayudar a dar a conocer la sabiduría de Holmes, el verdadero personaje "luminoso". La distinción entre “genio” y “notable poder de estímulo” también se entiende en el mismo sentido: si Watson cuenta con el impulso correcto, puede llegar a la verdad. Por supuesto, el personaje “genio” que incentiva a Watson a lograrlo es, una vez más, Sherlock.

Y usted, un profesional de la ciencia, ¿cree que se trata de algo sobrenatural?

Sherlock Holmes, página 32.

En esta pregunta que le hace Sherlock al doctor Mortimer se ve la importancia de la razón para el detective. Al protagonista le resulta interesante que un médico, un hombre de ciencia, lleve el caso de los Baskerville a Holmes, ya que, a pesar de su educación y profesión, sospecha que la maldición puede ser cierta. La ausencia de explicaciones racionales sobre el sabueso lleva a que los personajes más pragmáticos y racionales crean en las supersticiones y leyendas sobrenaturales. Así, el doctor Mortimer demuestra que, frente a los sucesos que se presentan como inexplicables, el ser humano tiende a decantarse por las explicaciones fantasiosas.

Yo sabía que a Holmes le eran muy necesarios la reclusión y el aislamiento durante las horas de intensa concentración mental en las que sopesaba hasta los indicios más insignificantes y elaboraba diversas teorías que luego contrastaba para decidir qué puntos eran esenciales y cuáles carecían de importancia.

John Watson, páginas 34-35.

En esta cita, Watson describe el proceso mental que implica el método de trabajo de Sherlock. A pesar de ser su compañero, Watson suele quedar al margen de la resolución de problemas por parte de Holmes. Aquí, el narrador exhibe que el genio necesita soledad para pensar de manera clara y precisa. Este aislamiento del detective muestra también su carácter autosuficiente: puede vivir en soledad, contactándose con su entorno únicamente cuando lo necesita.

Si la teoría del doctor Mortimer fuese correcta y tuviéramos que vérnosla con fuerzas que desbordan las leyes ordinarias de la naturaleza, nuestra investigación moriría antes de empezar. Pero estamos obligados a agotar todas las demás hipótesis antes de recurrir a ésa.

Sherlock Holmes, página 36.

Esta cita muestra la forma de ver el mundo que sostiene Holmes: antes de pensar en explicaciones sobrenaturales de los hechos, primero hay que descartar todo aquello que pueda probarse de manera empírica. Para lograrlo, Holmes observará todos los detalles y luego planteará una posible interpretación basada en la evidencia física y las pistas. Además, la cita muestra que en el método detectivesco, la fantasía no tiene lugar alguno. Así, la investigación de Sherlock no existiría si el propio Holmes creyera en las leyendas misteriosas del sabueso.

—¡Es extraordinario lo crédula que es la gente aquí! Todos están dispuestos a jurar que han visto a ese animal en el páramo —hablaba con una sonrisa, pero me pareció leer en sus ojos que tomaba el asunto más en serio—. La historia influyó mucho en la mente de sir Charles y no dudo de que le condujo a su trágico final.

Jack Stapleton, página 68.

Stapleton comparte su análisis de los habitantes del páramo con Watson. Este desprecio que tiene el naturalista hacia los campesinos refleja una mirada despectiva sobre las creencias populares. En el contexto histórico de El sabueso de los Baskerville, la fe en la razón y el racionalismo prosperaban como las únicas maneras de acceder al conocimiento. Así, las supersticiones eran creídas por aquellos incultos y poco ilustrados. En la novela, la división entre crédulos e incrédulos es también una división de clase: las clases altas y formadas creen en el valor de los hechos empíricos mientras que las clases populares se rigen por leyendas fantasiosas.

Allí es donde se encuentran las plantas raras y las mariposas, si es usted lo bastante hábil para llegar.

Jack Stapleton, página 70.

Cuando Watson le pregunta a Stapleton qué interés encuentra en un sitio tan espantoso, el naturalista da a entender que su presencia allí se debe a que se dedica a rastrear plantas y mariposas raras en el lugar. En esta declaración, Stapleton se jacta de que solo una persona con ingenio como él puede manejarse con comodidad en esta ciénaga imprevisible. Así, se muestra como un hombre con las habilidades suficientes para vivir y permanecer en este páramo. Esto anticipa de manera irónica su desenlace: finalmente, el mismo Stapleton desaparecerá en el fango del pantano.

Un dogo espectral que deja pisadas reales y que llena el aire con sus aullidos es algo que no se puede creer. Stapleton se adhiere a esa superstición y lo mismo hace Mortimer. Pero si alguna cualidad poseo, ésa es la del sentido común, y nada me persuadirá a creer en tal cosa. Hacerlo sería rebajarme al nivel de esos pobres campesinos que no se contentan con un sabueso diabólico, sino que necesitan describirlo echando llamas por la boca y los ojos. Holmes no escucharía estas fantasías, y yo soy su enviado. Pero los hechos son los hechos y la verdad es que escuché estos gritos por dos veces en el páramo.

John Watson, página 98.

Cuando Watson registra este pasaje en su diario, ya lleva un tiempo alejado de Holmes. Esta cita refleja la tendencia humana a recurrir a explicaciones ocultas o sobrenaturales cuando no se presentan pruebas racionales. Incluso Watson, que insiste en que no considerará ninguna explicación oculta, parece estar sugestionado por los gritos. Al hacer que el personaje luche contra esta tendencia, el autor explora el conflicto entre lo racional y lo sobrenatural, y proporciona un obstáculo adicional que Holmes tiene que conquistar. En la cita, Watson habla como si tuviera que luchar contra sus instintos para seguir un curso racional. Esto sugiere que un hombre de su cultura y estrato social no debe dejarse sugestionar por fenómenos sobrenaturales, ya que estas creencias son propias de “pobres campesinos”.

Sería para mí un verdadero triunfo lograr capturarlo después del fracaso de mi maestro.

John Watson, página 111.

En esta cita, se ve que la amistad entre Watson y Holmes tiene también algo de competencia. La ausencia del detective le permite a Watson avanzar en la investigación, recolectando pistas, interrogando sospechosos. Esto ilusiona al narrador, que cree que puede resolver aquello que Sherlock no pudo y así lograr atrapar al misterioso desconocido que ronda el páramo. Sin embargo, poco después los lectores nos enteramos de que este hombre era, en realidad, el propio Sherlock. En este sentido, la novela muestra que el detective siempre está un paso adelante del propio Watson.

Siempre el sentimiento de una fuerza invisible, de una tupida red tejida a nuestro alrededor con habilidad y delicadeza infinitas, una red que apretaba tan poco que sólo en algún momento supremo la víctima advertía por fin que estaba enredada en sus mallas.

John Watson, página 115.

Aquí, Watson describe sus sentimientos al acercarse a la cabaña donde parece vivir el misterioso desconocido. Por supuesto, pronto descubre que Holmes había tejido esa "red" a su alrededor. La red representa la forma en que el conocimiento se utiliza para manipular a los demás como si fueran marionetas. Esta “red” atrapa a Watson y no le permite actuar con total libertad. Así, el narrador pasa de liderar la investigación a ser víctima de las manipulaciones de su propio compañero de aventuras.

-Un ingenioso preparado hecho con fósforo -dijo Holmes, acercándose al sabueso para olerlo-.

Sherlock Holmes, página 142.

Luego de haber matado al sabueso, Sherlock descubre la verdad detrás de los artilugios de la criatura. Esta cita muestra la confianza de Holmes en las explicaciones lógicas y reales de las circunstancias del caso. A lo largo de la novela, Conan Doyle crea muchas oportunidades para que tanto los personajes como los lectores crean en la maldición, lo cual es comprensible, ya que el señor Stapleton modificó al sabueso con ese fin. Al final, sin embargo, se demuestra que Holmes tiene razón: la maldición no es real, y el animal fue adornado con fósforo para darle a la criatura una apariencia sobrenatural.

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