Bestia
Otro de los símbolos más importantes utilizado para representar el tema de la novela es la bestia. En la imaginación de muchos de los niños, la bestia es una fuente tangible del mal en la isla. Sin embargo, en realidad representa el mal naturalmente presente dentro de todos, lo cual causa que la vida en la isla se deteriore. Simón comienza a entender esto aún antes de su encuentro con el Señor de las Moscas, y durante una discusión sobre la existencia de la bestia intenta compartir su perspicacia con los demás. Tímidamente, Simón les dice, “Quizás, quizás hay una bestia. Lo que quiero decir es que quizás es sólo nosotros” (p. 89). En respuesta a la aseveración de Simón, los demás niños, quienes alguna vez llevaban sus reuniones con algún sentido de orden, inmediatamente comienza a discutir más ferozmente. La multitud da un “grito salvaje” cuando Jack regaña a Ralph, diciendo “Abajo con las reglas! Somos fuertes, cazamos! Si hay una bestia, la cazaremos!” (p. 91). Claramente, el miedo a la bestia de los niños y su deseo irónico de matarla demuestra que el control que antes tenían las reglas de la sociedad sobre ellos se ha relajado durante el tiempo que han pasado sin supervisión en la isla.
Espejuelos
El mal dentro de los niños tiene un mayor efecto en su existencia mientras más tiempo pasan en la isla, aislados del resto de la sociedad. Este decline es demostrado por los espejuelos de Piggy. A lo largo de la novela, Piggy representa la civilización y las reglas de las cuales los niños han sido separados; interesantemente, mientras Piggy pierde la capacidad de ver, también los otros niños pierden vista de esa civilización. Cuando comienza la historia, Piggy puede ver claramente con ambos lentes de sus espejuelos intactos, y los niños todavía son bastante civilizados. Por ejemplo, en una de sus primeras reuniones, los niños deciden que “no pueden hablar todos a la vez” y que “tienen que levantar las manos como en la escuela” (p. 33). Sin embargo, después de un tiempo, los cazadores se preocupan más por matar a un cerdo que por ser rescatados y regresar a la civilización. Cuando regresan de una caza exitosa a la jungla cantando “Mata el cerdo. Córtale el cuello. Derrama su sangre,” Ralph y Piggy intentan explicarle a los cazadores que tener carne para sus comidas no es tan importante como mantener encendido el fuego de señal (p. 69). En un altercado consiguiente, Jack tumba los espejuelos de Piggy de su cara, rompiendo uno de los lentes contra las piedras de la montaña y profundamente afectando su visión. Finalmente, luego de que Jack forma su tribu de salvajes, él y dos de sus seguidores emboscan a Ralph, Piggy y Samyeric, y en el medio del caos, los espejuelos de Piggy son robados, dejándolo prácticamente ciego. Mientras tanto, Jack regresa a Castle Rock, “trotando resolutamente, celebrando su logro,” habiendo abandonado prácticamente todas las ataduras a la vida civilizada (p. 168).
Jungla
La mayor parte de la isla es una jungla, lo cual es usado por muchos autores como un arquetipo que representa la muerte y el deterioro. De hecho, ya que la jungla es la guarida de la bestia, ella también simboliza la oscuridad naturalmente presente en los seres humanos, la cual es capaz de gobernar sus vidas. Este mal eventualmente se esparce a casi todos los niños en la isla, al igual que en la jungla “la oscuridad se desbordó, sumergiendo los caminos entre los árboles hasta que eran sombríos y extraños como el fondo del mar” (p. 57).
Cazas
La sensación de liberación que resulta de llevar máscaras le permite a muchos de los niños participar en las inhumanas y bárbaras cazas de cerdos. Estas cazas pueden ser interpretadas como símbolos de los deseos primitivos de los niños o hasta anarquía. De hecho, muchos de los niños se envuelven tanto en su misión por conseguir la sangre de un cerdo que parecen olvidar sus esperanzas de regresar a la civilización y abandonan la tarea de mantener el fuego de señal encendido. Cuando Ralph intenta explicar lo importante que es el fuego de señal, Jack y los demás cazadores siguen ocupados con pensamientos sobre la exitosa y repugnante caza en la que acaban de participar. “Habían paladas de sangre,’ dijo Jack, riéndose y temblando, ‘lo debiste haber visto!’” (p. 69). También, durante otra celebración de una caza exitosa, los niños se dejan llevar mientras recrean la masacre. Sin embargo, los niños se han convertido tanto en salvajes que no logran controlarse, y por un momento, equivocan a Simón con la bestia. “Las lanzas cayeron y la boca del círculo crujió y gritó. La bestia estaba en sus rodillas en el centro, sus brazos plegados frente a su cara” (p. 152). Como resultado de sus instintos descontrolados, los niños pronto matan a uno de los suyos.