Resumen
En la húmeda y oscura cima de la montaña, Simón se queda dormido. Al despertar, Simón se habla a sí mismo, preguntándose qué hará luego. Su nariz está sangrando. Él sube más arriba en la montaña, y en la luz tenue, ve la Bestia. Esta vez, sin embargo, la reconoce como el cuerpo del hombre que había llegado en paracaídas a la isla. Agobiado por disgusto y terror, Simón vomita. Él se da cuenta que debe informarle a los otros chicos que se han equivocado, y se tambalea bajo la montaña hacia el campamento de Jack para decirles lo que ha encontrado.
Ralph ve nubes y cree que volverá a llover. Ralph y Piggy están jugando en la laguna, y Piggy se enoja cuando Ralph le tira agua encima, mojando sus espejuelos. Ellos se preguntan a dónde se han ido la mayoría de los niños, y se dan cuenta de que deben haber ido al banquete de Jack por la diversión infantil de pretender ser una tribu y pintarse como guerreros. Deciden encontrarlos para asegurarse de que no se descontrolen.
Cuando Ralph y Piggy llegan al campamento de Jack, encuentran a los otros niños sentados juntos en un grupo, riendo y comiendo a la cerda asada. Jack, ahora el líder, está sentado en un gran tronco, pintado y vestido como un ídolo. Cuando ve a Ralph y a Piggy, ordena a los otros niños que les den algo de comer, y luego ordena a otro niño que le traiga algo de tomar. Jack le pregunta a todos los niños quién se unirá a su tribu, ya que les ha dado comida y ha demostrado que sus cazadores los protegerán. A Ralph le angustia ver que la mayoría esté de acuerdo con unirse a su tribu. Intentando convencerlos de que no lo hagan, Ralph provoca otra pelea con Jack, y los dos se gritan sobre quién debe ser el líder. Sintiendo que está perdiendo, Ralph recurre a su símbolo de autoridad, la concha. Jack, sin embargo, no reconoce el significado de la concha y le dice a Ralph que eso no cuenta en su lado de la isla.
Perturbado por lo hostil que se ha convertido la discusión, Piggy le urge a Ralph que se vaya del campamento de Jack antes de que hayan problemas serios. Comienza a llover. Ralph le advierte al grupo que viene una tormenta e indica que la tribu de Jack no está preparada para tal desastre, ya que no tienen algún albergue. Los peques se asustan, y Jack trata de calmarlos ordenando al grupo que hagan su baile ritual de la caza de cerdos. Los niños comienzan a cantar y bailar descontroladamente, y pronto son consumidos por un frenesí. La tormenta comienza, y una figura emerge repentinamente del bosque. Es Simón, corriendo a contarle a los otros sobre el paracaidista muerto. Sin embargo, perdidos en la locura del baile, no lo reconocen. Al Simón gritar sobre el cuerpo muerto en la montaña, los niños corren tras de él con malicia violenta. Caen sobre Simón, atacándolo repetidamente hasta que muere.
Mientras tanto, en la montaña, la tormenta se intensifica y se dispersa a través de la isla. Los niños corren a los albergues, buscando protección del viento y la lluvia cada vez más violentos. Los vientos fuertes levantan el paracaídas y el cuerpo pegado a él y lo soplan sobre la isla hasta el mar, una vista que aterroriza a los niños, los cuales todavía confunden al cuerpo con una bestia. A la misma vez, una ola fuerte, propulsada por el viento, toma el cuerpo de Simón y se lo lleva al mar, donde un banco de peces brillantes lo rodean.
Análisis
En este capítulo particularmente importante, Ralph finalmente pierde su liderazgo sobre los otros niños, los cuales sucumben al carisma creciente de Jack y a la oportunidad que él les da para satisfacer sus intereses violentos e infantiles. Golding subraya la tragedia de este cambio de poder con la tormenta violenta que ataca la isla, una tormenta para la cual el Jack, con su falta de previsión, no estaba preparado. Justo cuando el juicio tranquilo y la practicidad de Ralph son más necesarios, no tiene la autoridad para ayudarlos a mantenerse seguros. La tormenta sirve como un recordatorio de los peligros que enfrentan; mientras Ralph ha construido albergues para los niños y está preparado para esta situación, Jack solo se ha enfocado en cazar y entretener a los niños, a su detrimento>. Golding, de nuevo, dirige la simpatía del lector hacia Ralph, cuya preocupación principal sigue siendo el bien del grupo.
La autoridad de Jack sobre los otros niños es cada vez más perturbadora y peligrosa en este capítulo. Cuando Ralph encuentra a Jack, está pintado y decorado, sentado en un tronco como un ídolo. Esta imagen tan distintivamente pagana no concuerda con la sociedad ordenada de la que viene Jack, y es la manifestación final de su rechazo de la civilización. Podemos notar una vez más la presencia del canto y el baile entre los niños en su grupo y recordar que, antes de llegar a la isla, Jack y sus chicos eran miembros de un coro. Tradicionalmente, los coros de niños cantaban himnos y canciones cristianas. Jack y los miembros de su tribu todavía cantan, pero ahora son cantos que fuertemente evocan las tradiciones religiosas animistas de culturas nativas. Su elección de rito y canto, añadido a la apariencia de Jack como “ídolo,” indica el rechazo completo y final de los niños de la civilización de los Home Counties.
En este capítulo, Golding también enfatiza el ascenso al poder de Jack y presagia las consecuencias brutales de su autoridad. Otra vez, Jack rechaza las reglas establecidas para la isla, diciéndole a Ralph que la concha no da autoridad cuando Ralph intenta citar el precedente. Él demuestra su poder sobre su tribu a través de su cuerpo pintado y sus decoraciones, una imagen que hace alusión a la novela corta de Joseph Conrad de 1902, El Corazón de las Tinieblas, en la cual el capitán de un bote, Marlow, acepta la asignación de encontrar un agente de gobierno que ha desertado, Kurtz, en África. En la historia de Conrad, Marlow descubre a Kurtz en un área remota del continente, viviendo con un grupo de nativos que lo adoran como su líder y dios. En este capítulo del Señor de las Moscas, Golding traza un paralelo deliberado entre Jack y Kurtz para enfatizar el alcance del poder de Jack sobre los niños y para llamar la atención del lector a la severidad de la tensión entre Ralph y Jack, la cual, al igual que la tensión entre Marlow y Kurtz, es fuertemente ideológica (Marlow y Ralph representan la civilización, mientras Jack y Kurtz representan el salvajismo). Esta tensión lleva eventualmente a un conflicto violento.
Podemos también notar la importancia de la bestia para los niños en este capítulo, y su rol central en el usurpo del liderazgo de Ralph por parte de Jack. Como descubren Ralph y Piggy, Jack y su tribu han construido una mitología elaborada alrededor de la bestia, a la cual ahora le atribuyen muchas cualidades que no estaban presentes en descripciones anteriores. Ellos creen que la bestia es inmortal y que puede cambiar de forma como desee, y aseguran que debe ser tanto adorada como temida. Jack ha establecido las reglas de su sociedad alrededor de esta mitología. Los niños están unidos por su creencia en la bestia y, sobre todo, su creencia que Jack es la única persona que los puede proteger de la bestia. Sus bailes y cantos ritualistas, así como el maquillaje y los adornos de Jack, expresan su compromiso con esta mitología, dentro de la cual el Señor de las Moscas funciona totémicamente.
El Señor de las Moscas encarna y expresa la mitología de la bestia que une a la tribu de Jack. Como ofrenda al cuerpo del paracaidista en la montaña, el cual los niños, excluyendo a Piggy, consideran que es la bestia, simboliza el reconocimiento de Jack y su sumisión los impulsos malévolos que residen dentro de la psiquis individual. En capítulos anteriores, él había prometido que mataría la bestia; aquí, Jack intenta aplacarlo para ganar su favor. Como tótem, un artefacto que une la tribu de Jack (como la concha servía de tótem para el grupo de Ralph), el Señor de las Moscas simboliza la solidificación del grupo de Jack alrededor de un grupo de valores e intereses compartidos que, como hemos visto, son egoístas y permisivos. Finalmente, como un recuerdo de la caza de la cerda, el Señor de las Moscas representa la imposición de la voluntad humana sobre la naturaleza, otra de las metas de Jack para la vida en la isla. La cabeza del cerdo le recuerda a los niños la esencial oposición entre el hombre y la naturaleza, una oposición que Jack ve como intrínsecamente hostil, y una que los niños pueden ganar.
Sin embargo, el evento más importante del capítulo es el asesinato de Simón por parte de la tribu de Jack. Ellos están en un estado como de trance a cause de su baile ritualista, aunque esto no excusa sus actos. El asesinato continúa el paralelo entre Simón y Jesús que había sido establecido en el capítulo anterior al presentar el asesinato como un sacrificio, al igual que el asesinato de Cristo en la cruz. Como Jesús, el cual fue el único portador de la voluntad de Dios, solo Simón posee la verdad sobre la bestia. También como Jesús, la tragedia de Simón es gobernada por el hecho de que es malentendido o desconfiado por todos los que lo rodean. Por ejemplo, los otros chicos creen que Simón está loco; sin embargo, él es el único que descubre la verdad sobre la supuesta bestia. Esta ironía es agravada cuando los cazadores de Jack confunden a Simón con la bestia. Su asesinato representa la culminación de las tendencias violentas prevalentes en la banda de cazadores de Jack, los cuales finalmente van de brutalidad hacia animales a brutalidad entre ellos. El cambio es sutil: ellos asesinan a Simón siguiendo su instinto, caen sobre él antes de darse cuenta de que no es una amenaza para ellos. Aún así, ésta es otra línea que los chicos cruzan en su camino de descenso de civilización a salvajismo inhumano, y otro paso hacia violencia completa y premeditada contra sí mismos. El asesinato de Simón revela la brutalidad inherente del espíritu humano. A nivel metafórico y estructural, Golding presenta a Simón como el mártir, una figura cuya muerte es instructiva por lo menos para el lector.
Los paralelos entre Simón y Cristo continúan aún después de la muerte de Simón. Podemos notar no solo el subtexto religioso de la imagen final del capítulo, sino también el tono distintivamente pesimista de este subtexto. La tormenta simultáneamente remueve de la isla los cuerpos del paracaidista y de Simón. Sin embargo, mientras al paracaidista parece ascender con los vientos, Simón es arrastrado bajo la marea. El paracaidista, el cual representa tanto la guerra que causó los eventos que trajeron a los niños a la isla, siendo un soldado, como, en un sentido más general, el mal que está presente la psiquis humana (parece un ángel caído, comúnmente asociado con Satanás), es levantado hacia el cielo, mientras Simón, el cual representa a Cristo, parece descender bajo la superficie de la tierra. Esta imagen, por lo tanto, reversa la historia tradicional, con Satanás elevándose hacia el cielo y Cristo descendiendo hacia el infierno. La implicación es que el orden ideal del bien y el mal ha sido revertido en la isla. El mal ha triunfado, lo cual refleja el ascenso al poder de Jack y presagia los eventos aún más trágicos por venir. Aún así, queda un poco de optimismo: el cuerpo de Simón, mientras se lo lleva el mar, está rodeado por pequeños peces brillantes, los cuales funcionan como un halo vivo. Ellos no necesariamente quieren comerse el cuerpo; tal vez lo están honrando metafóricamente. La implicación es que la verdad del mensaje de Simón, y la injusticia de su muerte, serán reconocidas eventualmente, como es el caso con los profetas y santos martirizados.