El zorro de arriba y el zorro de abajo

El zorro de arriba y el zorro de abajo Resumen y Análisis Tercer diario

Resumen

Este Tercer diario se compone de tres entradas en las que volvemos a encontrar la voz del autor, señalada en letras cursivas. La primera de ellas es la más extensa y está fechada el 18 de mayo de 1969 en Santiago de Chile. Han pasado apenas un par de meses desde la escritura de las entradas del Segundo diario. En primer lugar, el autor declara que debe interrumpir nuevamente la escritura de la ficción. De inmediato propone un comentario directo sobre los capítulos anteriores: cree que en el III ha logrado cerrar el espacio abierto del II. Además, asegura que en el Capítulo IV ha presentado a "sus amigos" Esteban de la Cruz y el loco Moncada.

Entonces declara que ha salido de la depresión por un tiempo y ha encontrado a su mujer en Arequipa, Perú, ciudad por la que ha paseado Ángela Rama. Arguedas se refiere entonces a este crítico literario uruguayo y rápidamente vuelve a polemizar con Julio Cortázar. Se burla del escritor argentino por coquetear con la fama y por salir en revistas de los Estados Unidos. También resalta que se siente un escritor "provinciano de este mundo" y que ha aprendido más de las experiencias que de los libros.

Tras dedicarle ese mensaje a Cortázar, declara que ha entrado en la parte más "intrincada" de las vidas que quiere narrar. Cuenta que ha pasado por un pueblo llamado Moquegua y describe su arquitectura tradicional, perfectamente adecuada para sus habitantes originarios. Sin embargo, según ha conversado con un paralítico del lugar, otros hombres modernizados pretenden destruir el pueblo. Relaciona ese contraste entre lo tradicional y lo moderno con los próximos capítulos de la novela.

Arguedas ha pasado doce días en Arequipa y ha escrito las últimas quince páginas del Capítulo III. Allí se ha sentido feliz con su mujer. Narra que un pino ha llegado a ser su mejor amigo; lo considera superior de alguna manera, ya que el árbol es una entidad que conoce la profundidad de la tierra y también los cielos. El árbol transmite ese conocimiento en forma de música. Arguedas le ha hablado y asegura que ese pino gigante lo ha escuchado. No le ha pedido fuerzas al árbol porque solo después de visitarlo ha vuelto a sentirse debilitado y deprimido.

Dos días después, el 20 de mayo, escribe una nueva entrada del diario. Le quedan tres meses de licencia de la Universidad, no sabe si podrá terminar de escribir el libro. Ha visitado Valparaíso invitado por Nelson Osorio. En su casa se ha sentido libre como en la de Pedro Lastra. Nelson es un joven comunista, a quien Arguedas describe como un intelectual que podría debatir con Julio Cortázar, Alberto Escorbar y Mario Vargas Llosa. Él mismo se incluye en la conversación, pero como oyente.

Entonces manifiesta su impresión sobre Vargas Llosa, otro escritor e intelectual peruano fundamental del siglo XX, que por entonces es todavía muy joven. Vargas Llosa ha estado en su casa. Arguedas cree que sus caminos y visiones son diferentes desde el comienzo. Eso no lo sorprende porque sus experiencias de vida han sido muy distintas: Mario es un hombre de ciudad.

Cierra esta entrada asegurando que no puede escribir el Capítulo V de la novela porque se siente mal y porque, tal vez, le faltan experiencias urbanas, vivencias en las ciudades. Asimismo, cree que la novela se le escapa. Si no logra superar ese obstáculo, piensa que volverá a Chimbote y luego subirá hacia los Andes.

Por último, encontramos una brevísima entrada fechada el 28 de mayo. De vuelta de un viaje en tren, dice haber encontrado la "técnica" para continuar la ficción: no será un quinto capítulo, sino una Segunda Parte. El libro todavía le resulta incierto al propio autor, pero anuncia que esta segunda parte está compuesta por "Hervores" y ya ha escrito los tres primeros: uno sobre Chaucato con "Mantequilla", otro sobre don Hilario con "Doble Jeta" y el último sobre la Decisión de Maxwell.

Análisis

Las tres entradas del Tercer diario cierran la Primera Parte de la obra. El autor ha vuelto a Chile; retoma los temas y relatos fundamentales presentados desde el comienzo y explica rápidamente el modo en que continuará la novela. Al igual que en todos los segmentos autobiográficos, Arguedas habla de las dificultades que tiene para escribir, vuelve recurrentemente a la cuestión de la depresión y el suicidio, y enlaza su escritura con su lucha contra la muerte.

Además, este diario continúa una función que ya presentaba el Segundo diario: sirve como guía para la lectura de la ficción, ordena los relatos y explica la novela: “Luego de haber escrito el Capítulo III en el que creo que pude encauzar el abierto espacio, como de un redondo y algo aturdido hormiguero de hombres y destinos que es el segundo capítulo; luego de haber presentado confidencialmente a mis amigos don Esteban de la Cruz y el loco Moncada en el Capítulo IV…” (243). En estas palabras, el autor declara que los primeros capítulos son abiertos y confusos, están repletos de personajes como un hormiguero. Esto transmite tranquilidad a los lectores que sentimos tanta confusión al leer los Capítulos I y II, gracias a la explicación del diario sabemos que esa confusión es parte del proyecto de Arguedas. Es interesante observar también que el autor habla de los personajes como si fueran sus amigos. Por lo tanto, podemos ver que la autobiografía y la ficción se siguen mezclando y entrecruzando.

Otro punto muy importante de este segmento es la discusión con Julio Cortázar que ha comenzado desde el principio. La primera entrada del Primer diario se publica en la revista Amauta y a partir de su lectura, el escritor argentino polemiza con Arguedas. Cortázar cree que los escritores latinoamericanos no deben ser “provincianos”, es decir que no deben concentrarse en los temas locales de sus regiones, sino que deben explorar todos los temas del mundo. Arguedas responde que, en realidad, todos son inevitablemente provincianos:

Don Julio ha querido atropellarme y ningunearme, irritadísimo, porque digo en el primer diario de este libro, y lo repito ahora, que soy provinciano de este mundo, que he aprendido menos de los libros que en las diferencias que hay, que sentido y visto, entre un grillo y un alcalde quechua, entre un pescador del mar y un pescador del Titicaca, entre un oboe, un penacho de totora, la picadura de un piojo blanco y el penacho de la caña de azúcar: entre quienes, como Pariacaca, nacieron de cinco huevos de águila y aquellos que aparecieron de una liendre aldeana, de una común liendre, de la que tan súbitamente salta la vida. (244)

Así, Arguedas vuelve a afirmar su postura y sostiene que se puede aprender del entorno y de la naturaleza tanto como de los libros; combina su tradición serrana con su tradición blanca. Pero resalta sobre todo a la primera, la originaria, y su posicionamiento cercano a los indígenas y los trabajadores. También se burla porque Cortázar sale en revistas de moda, es un escritor más frívolo y más cercano a Europa y Estados Unidos. Al igual que en todos los fragmentos autobiográficos, menciona a otros escritores e intelectuales latinoamericanos y de esa manera presenta sus ideas sobre el canon de la literatura latinoamericana de su época.

A su vez, retoma la dimensión mítica en la que se enmarca El zorro de arriba y el zorro de abajo, ya que vuelve a mencionar al dios Pariacaca y su nacimiento a partir de cinco huevos. Esta línea sobre el pensamiento mágico y mítico de la cultura serrana también se manifiesta en la relación de Arguedas con el pino que encuentra en Arequipa y que llega a ser su mejor amigo. El árbol tiene la capacidad de conversar con él y tiene una fuerza superior porque conoce la profundidad de la tierra gracias a sus raíces y los altos cielos gracias a su copa. Esta visión animista de la naturaleza es propia de la cultura serrana.

Finalmente, el autor declara que no podrá escribir un Capítulo V. Entre otros motivos, relacionados con su malestar y su depresión, dice que tiene dificultades para continuar la ficción porque los zorros se les escapan, se le van de las manos, como si la ficción tuviera vida propia: "Estos «Zorros» se han puesto fuera de mi alcance; corren mucho o están muy lejos" (252). Como no logra continuar con capítulos, el resto de la ficción tomará la forma de una Segunda Parte. Así, hacia el final de este diario, vuelve a ofrecernos una guía de lectura, esta vez para lo que sigue.

La Segunda Parte entonces se compone de tres grandes secuencias llamadas “Hervores” (primero, la de Chaucato y “Mantequilla”, luego la de Callauma y “Doble Jeta” y finalmente la de Cecilio Ramírez, Maxwell, Bazalar y el padre Cardozo). El autor no explica de ninguna manera por qué las llama “Hervores” e incluso dice que le sigue resultando confuso e incierto a él mismo. Por lo tanto, si bien la lectura se ordena de a poco a medida que avanzamos, nunca deja de ser un texto desparejo, irregular y abierto.

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