Capítulo 3: John Ferrier habla con el profeta
Resumen
John Ferrier piensa en el compromiso matrimonial de su hija, se siente feliz por ella pero lamenta su próxima partida. Recuerda su determinación de no permitir que se case con un mormón. Mantiene en absoluto secreto sus discrepancias respecto al credo mormón, puesto que algunos miembros de dicha comunidad ahora persiguen a quienes disienten.
La organización de los Santos de los Últimos Días se ha vuelto una maquinaria de persecución invisible y aterradora. Quienes se oponen a la religión desaparecen misteriosamente. Además escasean las mujeres solteras, ya que se practica la poligamia. Hay rumores de muertes y saqueos a inmigrantes cuyas mujeres ingresan a la comunidad. Por otra parte, hay pandillas de hombres armados y con máscaras que se han hacho conocidas como “La banda de los danitas” o “Los ángeles vengadores”.
Una mañana, el propio líder de los mormones, Brigham Young, se presenta en la casa de Ferrier. Young acusa a Ferrier de no haber abrazado completamente su fe, porque nunca contrajo matrimonio. Ferrier argumenta que escasean las mujeres y que además tiene a su hija que lo cuida. Young le dice que le han llegado rumores de que ella planea casarse con un gentil. Esto se considera un pecado en el credo mormón, por lo que ella debe casarse con uno de los hijos de los Ancianos, que son jóvenes y ricos. Young le informa que su hija tiene un mes para elegir entre el hijo de Stangerson o el de Drebber para casarse. Con palabras y gestos amenazantes, Young sale de la casa y Ferrier se queda pensando en el asunto.
Su hija interrumpe sus cavilaciones. Lucy ha escuchado la conversación y está afligida. Ferrier la consuela y le dice que a la mañana siguiente parte una expedición hacia Nevada, y que con ella le hará llegar a Hope la noticia de la situación en que se encuentran. Ferrier tiene la esperanza de que él vuelva de inmediato. Recaudará la mayor cantidad de dinero posible y los tres se irán lejos de Salt Lake City, antes de que se cumpla el plazo establecido. Ferrier anhela ser libre desde hace tiempo y confía en que Hope podrá ayudarlos a escapar. Esa noche, Ferrier cierra las puertas con más diligencia y carga su escopeta.
Análisis
En este capítulo se muestra lo temible que se ha vuelto la organización religiosa de los mormones: ”Los perseguidos de antaño se habían constituido a su vez en porfiados y crudelísimos perseguidores” (p. 129). Se compara a la organización con la Inquisición sevillana, la institución que nació en la Edad Media y que enjuiciaba a los acusados de herejía y en muchos casos los condenaba a muerte.
La descripción de la organización provocó muchas críticas negativas durante la época del libro y en la actualidad. Aunque se trata de una ficción, su contenido parte de algunos datos históricos. La comunidad mormona había comenzado a recibir críticas externas e internas y a sufrir fisuras en su interior. Los seguidores más devotos se organizaron en una sociedad secreta en 1838 y se hicieron conocidos como “los danitas”. La organización procuraba vengarse de quienes se opusieran a su Iglesia. Sin embargo, Smith disolvió esta sociedad y excomulgó a su líder. La idea de esta banda merodeadora, sanguinaria y reservada fue muy popular en la época y apareció en obras de teatro y novelas.
En este capítulo, la amenaza del líder religioso, Brigham Young, cae sobre Ferrier, quien ha consentido el casamiento de su hija con un gentil, es decir, con un hombre que no profesa la religión mormona. Young lo obliga a que ella se case con un miembro de la comunidad y le dice: “Nosotros los Ancianos poseemos varias novillas, mas es fuerza que las posean también nuestros hijos” (p. 132). Llamándolas “novillas”, Young desprestigia a las mujeres, puesto que se refiere a ellas comparándolas con animales de ganado. Esto muestra además el lugar que ocupaban las mujeres en esa comunidad.
Capítulo 4: La huida
Resumen
Al día siguiente, Ferrier le da la carta para Hope a un conocido que se dirige a Nevada, subrayando la urgencia del contenido. Cuando regresa a su casa ve a dos jóvenes en su sala de estar. Uno es el hijo de Drebber, Enoch, y otro, el que inicia la conversación, el hijo de Stangerson, Joseph. Ambos discuten sobre a quién le corresponde más la mano de Lucy, según las mujeres que tienen y sus posesiones. Ferrier se enfurece y les ordena que no vuelvan a su casa hasta que su hija los convoque. Ellos se escandalizan por la rudeza de Ferrier, puesto que suponían que él consideraría un honor que se disputasen la mano de su hija. Ferrier los echa y Stargerson lo amenaza mientras se aleja con su compañero diciendo que recibirá su merecido.
Ferrier está a punto de tomar un arma pero Lucy lo detiene. Le dice que prefiere verla muerta antes que casada con alguno de ellos, y ella coincide en la opinión. Ferrier, a pasar de su valentía, siente pánico, pues sabe que ante actos menores de desobediencia, otros miembros de la comunidad han desaparecido, y su actitud no tiene precedentes.
A la mañana siguiente John Ferrier encuentra una nota prendida de la colcha de su cama a la altura de su pecho con el mensaje: “Veintinueve días restan para que te enmiendes, y entonces…” (p. 140). Los puntos suspensivos le producen terror. No puede entender cómo llegaron a poner el mensaje, pues las puertas estaban cerradas. Se siente angustiado, pero le oculta lo sucedido a Lucy. Al día siguiente ella se sorprende al ver el número veintiocho pintado en el techo de la sala, pero su padre no le explica de qué se trata. Esa noche Ferrier se queda en guardia, armado con una escopeta, y aunque no ve nada durante la noche, a la mañana siguiente encuentra el número veintisiete pintado en el lado exterior de la puerta principal.
Así suceden los días, y aumenta el terror de Ferrier. La única esperanza que le queda es la de que Hope vaya en su auxilio, y cada vez que oye el galope de un caballo, se precipita a la puerta creyendo que ha llegado. Cuando se aproxima el final del mes, sus esperanzas se agotan. En los caminos principales se ha montado un servicio de vigilancia y es necesario una autorización del Consejo para transitarlos. La noche del anteúltimo día del plazo, Ferrier escucha un arañazo sutil en la puerta de la casa. Abre la puerta y ve a un hombre que yace en el suelo. El hombre se desliza como una serpiente hasta el interior de la casa.
Una vez allí, el hombre se endereza y resulta ser Hope. Le dice a Ferrier que le dé comida, pues no come hace dos días. Le explica que la casa está vigilada por todas partes y pregunta por Lucy. Luego le dice que tiene una mula y dos caballos en el Barranco de las Águilas y que irán a Carson City, a través de las montañas. Ferrier despierta a Lucy y Hope toma provisiones de agua y comida. Los amantes tienen un breve reencuentro y luego los tres se disponen a salir de la casa. Hope explica que tendrán que salir por la ventana lateral y atravesar los campos hacia la carretera, donde donde harán dos millas hasta el barranco.
Cuando los fugitivos están atravesando el campo, Hope los arrastra repentinamente hacia las sombras. Su agudo oído ha captado el ulular de un búho. Una figura emerge en la oscuridad y dice "mañana a la medianoche". Otra persona asiente y pregunta si debe decírselo a Drebber. El primer hombre afirma, y luego dice "¡Nueve a siete!”, y el segundo responde: "¡Siete a cinco!”. Cuando estos hombres parten, Hope guía a sus compañeros por los campos con toda prisa.
Finalmente los tres llegan al barranco y montan sus animales. En la parte más peligrosa del camino, de repente ven a un centinela en una roca que sobresale. El hombre les pregunta inmediatamente quiénes son, y Hope responde que son viajeros camino a Nevada. El centinela pregunta quién les ha dado permiso, y Ferrier responde: "Los Sagrados Cuatro". El centinela luego pronuncia la frase: "¡Nueve a siete!" y Hope hábilmente responde con un "Siete a cinco”, tal como recuerda que han dicho los otros hombres. Así, el centinela les deja avanzar. Dejan atrás la última posición del territorio mormón y cabalgan ya en “tierras de libertad” (p. 149).
Análisis
Este es un capítulo emocionante y con algunas imágenes poéticas notables. También acá aparece tratado el tema del miedo. En la primera parte de la novela pudimos ver cómo el horror que le produce a Watson el asesinato de Lauriston Gardens no tiene parangón con las muertes que vio en el campo de batalla, y eso se debe a que el crimen que Holmes investiga se le presenta envuelto en misterio. De manera similar, en este capítulo, el terror procede de la incertidumbre, del desconocimiento de lo que puede suceder y de la “invisibilidad” de enemigo. La organización opera de una manera secreta y misteriosa, sembrando terror de ese modo. Sobre el terror de Ferrier leemos: "Aunque valeroso, no acertaba a reprimir un sentimiento de pánico ante el peligro impreciso y fantasmal que le amenazaba. A todo mal conocido se sentía capaz de hacer frente con pulso firme, pero la incertidumbre presente encerraba algo de terroríficamente paralizador” (p. 139); “Ferrier sintió que una muerte instantánea sería preferible a esta azorante incertidumbre que paralizaba su corazón” (p. 142).
En el mensaje que los perseguidores le dejan a Ferrier, los puntos suspensivos poseen el mismo efecto atemorizante: “«Veintinueve días restan para que te enmiendes, y entonces...». Ese vago peligro que parecía insinuarse tras los puntos suspensivos era mucho más temible que cualquier amenaza concreta” (p. 140).
Y acá, como vimos también en la primera parte, la imaginación tiene un poder perturbador. Recordemos que Holmes dice “sin imaginación no existe el miedo” (capítulo 5, p. 66). En este caso, la incertidumbre es lo que despierta la imaginación de Ferrier y ésta juega un papel importante para aumentar el miedo: “¿Qué ocurriría entonces? Mil terribles e imprecisas fantasías atormentaban su imaginación” (p. 142). La invisibilidad del enemigo, del mismo modo que la incertidumbre, es otro factor aberrante. Por eso se insiste en esta cualidad: “mantenían sus invisibles enemigos la cuenta del menguante mes de gracia” (p. 141); “No ofrecía escape la invisible maraña que alrededor de ellos se había trenzado” (p. 142).
Por otra parte, la expresión del rostro de Ferrier cambia a causa del miedo: “Crispado y rendido, sus ojos adquirieron la expresión turbia de una fiera acorralada” (p. 141). La descripción de la expresión de los rostros es un elemento importante en esta novela, pues más de una vez se expresan los sentimientos de los personajes a través de ella. En este caso, vemos cómo el sentimiento del miedo se hace visible, manifestándose en la mirada de Ferrier. Más adelante veremos cómo muta el rostro de Hope de acuerdo con sus sentimientos.
Por último, la melancolía que siente Ferrier tras abandonar su hogar, se traslada al paisaje: “Un segundo después de su repliegue rasgó el aire el melancólico y casi inmediato aullido de un búho” (p. 146).
Capítulo 5: Los ángeles vengadores
Resumen
Los fugitivos continúan su viaje por el intrincado camino de montaña y a la mañana se detienen brevemente a desayunar. Hope les dice que no estarán a salvo hasta que no lleguen a Carson City. Sin embargo, transcurre el día sin que vean señales de sus perseguidores. Hacia la mitad del segundo día las provisiones comienzan a agotarse. Hope enciende una hoguera para dejar al resguardo de ella a sus compañeros y sale a cazar algún animal con el que puedan alimentarse.
Tras algunas horas de búsqueda, finalmente caza una cabra. Le cuesta distinguir el camino de regreso y toma dos veces direcciones equivocadas hasta que, siendo ya casi de noche, encuentra el sendero correcto. A pesar de estar abrumado por el esfuerzo, Hope se reconforta con la idea de ver a Lucy y de saber que tendrán suficiente comida para el resto del viaje. Después de casi cinco horas de ausencia, al aproximarse al punto de encuentro, Hope lanza un grito para anunciar su llegada y no recibe respuesta.
Entonces la angustia se apodera de él, deja caer la carne que carga y corre hacia el sitio de la hoguera. Allí quedan sólo brazas, que no han sido avivadas desde su partida. Han desaparecido Lucy, John y los animales, y no hay dudas de que sucedió algo terrible. Enciende un leño con las brasas y distingue en el terreno huellas de caballos, con lo cual deduce que una cuadrilla de jinetes estuvo allí. También encuentra una tumba recientemente excavada con una inscripción en una hoja de papel: “JOHN FERRIER, Vecino de Salt Lake City. Murió el 4 de agosto de 1860”. Como no hay otra tumba, asume que raptaron a Lucy, y la llevaron a la ciudad para que se case con alguno de los hijos de los Ancianos.
Hope se siente absolutamente desconsolado por esto, pero casi de inmediato resuelve consagrar el resto de su vida a vengar el agravio. Durante cinco días recorre el camino que antes había hecho a caballo, hasta llegar de regreso al punto de partida. Desde allí puede ver que en la ciudad hay banderas y otros signos de fiesta. Luego encuentra a un mormón llamado Cowper, para quien había trabajado. Éste casi no lo reconoce, por el aspecto desfigurado de Hope. Cowper está afligido y nervioso por hablar con él, pues éste ahora es un proscrito de la comunidad, ya que ha sido cómplice de los fugitivos. Hope le pide información sobre Lucy. Cowper le dice que ayer se había celebrado su boda con Enoch Drebber. Le dice que Drebber y Stangerson habían formado parte de la cuadrilla que los persiguió. Stangerson había matado al padre de Lucy, y ambos disputaban por casarse con ella. Finalmente el Consejo le había otorgado a Drebber la mano de Lucy. Ella, tras la boda, muestra un semblante agonizante.
Lucy languidece y muere un mes después. Esto no es del todo angustioso para Drebber, puesto que en realidad solo se había casado con ella por su dinero. Las otras esposas de Drebber velan el cuerpo de Lucy. Mientras lo hacen, Jefferson Hope irrumpe en la habitación, besa la frente de Lucy, le quita el anillo de bodas y escapa.
Hope se refugia un tiempo en las montañas, lleva una vida salvaje y alimenta su sed de venganza. Fracasa en el intento de matar a Drebber y a Stangerson en una oportunidad. Luego se va a las minas de Nevada para juntar dinero, manteniendo en su mente el deseo de vengarse. Regresa a Salt Lake City cinco años más tarde y se sorprende al enterarse de que un cisma en la comunidad mormona llevó a la secesión de muchos integrantes, incluidos Drebber y Stangerson. No hay pistas sobre el paradero de ellos. Drebber continúa siendo rico y Stangerson se ha empobrecido. Hope pasa años buscándolos y finalmente los encuentra en Cleveland. Drebber ve allí a Hope y lo denuncia en un juzgado. Hope permanece detenido durante varias semanas por no poder pagar la fianza, y cuando lo liberan descubre que sus dos enemigos han huido a Europa.
Hope sigue ahorrando dinero y los rastrea por toda Europa. Siempre está un paso atrás de ellos, hasta que finalmente los alcanza en Londres. El resto de la historia se contará a continuación según la registró Watson en su diario.
Análisis
La razón fundamental de Jefferson Hope para asesinar a Drebber y Stangerson se explica en este capítulo. Aquí se introduce el tema de la venganza. Después de que los ángeles vengadores matan a John Ferrier y secuestran a Lucy, Hope decide “consagrar el resto de su vida a vengar el agravio” (p. 156). El deseo de venganza crece hasta “poseer” a Hope: “Durante algunos meses Jefferson Hope permaneció en las montañas, llevando una extraña vida salvaje y nutriendo en su corazón la violenta sed de venganza que lo poseía” (p. 159). Y además, sus otros sentimientos quedan relegados: “Su espíritu estaba formado de una materia dura e inflexible, habiendo hecho hasta tal punto presa en él la idea dominante del desquite, que apenas quedaba espacio para otros sentimientos” (p. 160). La perseverancia y la tenacidad con la que persigue su objetivo se explican por esta razón.
Además acá se sientan las bases para que el lector sienta simpatía por este personaje que en la primera parte de la novela parecía ser un asesino brutal. Él es un hombre que ha sufrido un pérdida inconmensurable a manos de hombres fríos y crueles. Drebber ni siquiera amaba a Lucy, sino que deseaba casarse con ella por su dinero. Además se alude al hecho de ella fue violada, ya que podemos entender el matrimonio forzado como un hecho una violación. Drebber y Stangerson son más villanos que Hope en esta novela. Ellos son crueles, inflexibles, hipócritas y violentos. Hope, por el contrario, es un hombre noble consumido por su amor a Lucy y su sed de venganza.
Los lectores se sumergen en la historia de amor entre Hope y Lucy en un contexto de persecución, secretismo y violencia. Así, esperan que Drebber y Stangerson sean llevados ante la justicia. Esta es una apuesta interesante de la narración, ya que no se trata de un relato tradicional, donde el bueno y el malo, el héroe y el villano son fácilmente discernibles.
Por otro lado, nuevamente acá, como en el capítulo anterior, los sentimientos de un personaje se ven reflejados en la descripción del paisaje. En este caso se trata del sentimiento de desesperanza de Hope tras la falta de respuestas de sus compañeros de viaje: “Ninguna obtuvo, salvo la de su propia voz, que se extendió por las tristes, silenciosas cañadas, hasta retornar multiplicada en incontables ecos” (p. 154).
La descripción de la transformación de su rostro también es importante. Los rostros en esta novela más de una vez hablan sobre los sentimientos de los personajes. A Cowper le resulta difícil reconocer en la “cara horriblemente pálida y de ojos feroces y desorbitados” de Hope “al apuesto y joven cazador de otras veces” (p. 157). Más adelante se describe otra vez su rostro: “Parecía cincelado en mármol el rostro del cazador, tan firme y dura se había tornado su expresión, en tanto los ojos brillaban con un resplandor siniestro” (p. 158). Y finalmente Drebber “lee” los propósitos de Hope en sus ojos: “El azar quiso, sin embargo, que Drebber, sentado junto a la ventana, reconociera al vagabundo, en cuyos ojos leyó una determinación homicida” (p. 162) Vemos que el rostro y los ojos “hablan” de los sentimientos y pensamientos del personaje. El mismo recurso se utilizará al final de la novela, cuando el rostro de Hope se transforme nuevamente.
Finalmente, en la descripción del rostro de Lucy también pueden leerse los signos que anticipan su muerte, cuando Copwley le explica a Hope: “A nadie pertenecerá por largo tiempo, sin embargo, ya que ayer vi la muerte pintada en su cara” (p. 158).