En 1845, Sarmiento se encuentra en Chile exiliado por su oposición al gobierno de Juan Manuel de Rosas. Son varios los argentinos desterrados que, desde el exilio, planean el modo de derrocar al gobernador de Buenos Aires, al que consideran un tirano. El conflicto entre federales y unitarios se transforma entonces en la lucha entre Rosas y los antirrosistas. Cuando llega a Chile un enviado de Rosas que pretende difamarlo, Sarmiento se decide a realizar un ataque desde la prensa contra su máximo oponente.
Por eso, el 1º de mayo de 1845 publica en El Progreso una carta dirigida a los editores en la que anuncia que dará por entregas, en la sección de folletín del periódico, un escrito suyo que después publicará en libro con el nombre Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga, también conocido como el Facundo. En este escrito, Sarmiento ensaya una explicación de la situación que entonces vive la República Argentina, tomando al caudillo riojano muerto hace diez años como la figura más representativa del ser nacional, cuyos modos bárbaros utiliza Rosas para dominar el país.
El Facundo se publica en El Progreso desde el 2 de mayo hasta el 21 de junio de 1845, fecha que finaliza las entregas con el capítulo en que se narra la muerte de Quiroga. Cuando aquel año sale también la primera edición en libro, Sarmiento agrega dos capítulos más, “Gobierno unitario” y “Presente y porvenir”, en los que propone un plan de superación del gobierno de Rosas en consonancia con los ideales de la Asociación de Mayo.
Si bien esta no es la primera biografía de un caudillo que escribe Sarmiento –antes había publicado un escrito sobre la vida del general Fray Félix Aldao–, ni la última –también hace la biografía del Chacho Peñaloza en 1866–, la de Quiroga ocupa un lugar central en su escritura, por el valor que tiene en su proyecto literario y político. Gracias al Facundo, Sarmiento se consagra como autor, lo que en la época significaba tener la autoridad y la responsabilidad de interceder en los asuntos políticos y sociales de su tiempo.
El Facundo no es solamente una biografía, porque también es un ensayo histórico, un tratado filosófico, una obra literaria; la dificultad de acomodar el texto a un género específico hace al carácter singular de esta obra. La primera recepción del Facundo no es del todo favorable: hay quienes critican la obra del sanjuanino, como Juan María Gutiérrez y Florencio Varela. No obstante, Sarmiento logra que su libro tenga difusión, haciendo que circule en la clandestinidad dentro de la Argentina; entre los emigrados de Chile, Brasil y la Banda Oriental; y promoviendo su difusión en Europa y Estados Unidos.
El Facundo es un texto fuertemente atravesado por la política, característica que se pone de manifiesto en las modificaciones que sufre el libro con sus reediciones. En 1851, cercana la caída de Rosas, sale una edición en la que se omiten las partes más combativas: la introducción y los últimos dos capítulos. Habiendo publicado para esta fecha otros textos en los que amplía y reformula sus propuestas de reorganización del país, y dado que en este momento apoya a Justo José de Urquiza –un caudillo– en el combate contra Rosas, Sarmiento suprime estratégicamente las zonas de su escrito menos conciliadoras. Recién en una edición francesa de 1874, que incluye un retrato de Sarmiento con la banda presidencial, se vuelven a incluir estos apartados, que ya forman parte de cualquier edición contemporánea del Facundo.
Los cambios y las ediciones que el libro tuvo en vida de su autor nos dicen que Sarmiento, quien supo abrirse camino a través de la escritura hasta llegar a ser presidente de la Nación Argentina, siempre tuvo en mente a su Facundo, cuya importancia no solo radica en la imagen que nos otorga de las problemáticas sociales y políticas de su época, sino también porque nos permite adentrarnos en el pensamiento de uno de los escritores más grandes del siglo XIX argentino.