Resumen
Capítulo 5: La taberna
En la puerta de la taberna del señor Defarge, en París, una barrica de vino se cae y se rompe. El vino se derrama sobre los adoquines, y la gente deja lo que estaba haciendo para beber el vino de la calle. Cuando el vino se acaba y la gente vuelve a las actividades de su vida cotidiana, se ve en todos ellos la marca visible del hambre. En las ropas pobres que cuelgan de los edificios, en los estantes de las panaderías y en la carne de perro que se vende en las salchicherías, en todos lados se refleja el hambre. Lo único que tiene apariencia fuerte y robusta son las navajas, los martillos y la pólvora.
Después de observar el incidente con la barrica de vino, el señor Defarge habla con Gaspard, que moja su dedo en el vino enlodado para escribir “sangre” en una pared. Defarge borra esta palabra y regresa a su taberna, donde su mujer, la señora Defarge, le hace gestos para que observe a la clientela. Allí se han sentado el señor Lorry y la señorita Manette, así como tres hombres que supuestamente se llaman Jacques, al igual que el propio señor Defarge. Este envía a los tres Jacques a una habitación que desean ver y luego atiende al señor Lorry, que solicita hablar con él. Después de intercambiar unas palabras, el señor Defarge acompaña al inglés y a la señorita Manette a una buhardilla en el quinto piso.
El señor Lorry está disgustado tanto por el hecho de que el doctor Manette esté encerrado como por el hecho de que ve a los tres Jacques espiando a través de los resquicios de la buhardilla. Defarge despide a los Jacques y les abre la puerta; la señorita Manette entra, aunque tiene miedo. Allí se encuentra su padre con el pelo blanco, haciendo zapatos en la oscuridad.
Capítulo 6: El zapatero
El señor Manette está absorto haciendo zapatos, y al principio apenas reacciona a la llegada de los visitantes. Cuando le preguntan su nombre, el doctor Manette responde: “Ciento cinco, Torre del Norte” (p.46). Dice que aprendió a fabricar zapatos “aquí”, lo que demuestra su creencia de que todavía está en prisión.
Aunque apenas se percata del señor Lorry, el doctor Manette se queda impactado al ver a su hija, aunque no sabe quién es. Identifica sus rizos dorados con los rizos en una bolsita que lleva alrededor del cuello, como recuerdo de su olvidada esposa, pero descree de que se trate de ella, siendo la muchacha tan joven y bonita. Conmovida, la señorita Manette no revela todavía su identidad, pero le pide que llore por los males pasados que él, su madre y su hija han sufrido.
A petición de la hija, se hacen los preparativos para sacar al doctor Manette de París inmediatamente. Mientras lo llevan de la buhardilla al carruaje, el doctor expresa confusión al no encontrarse con el puente levadizo de la prisión en la que creía estar.
El Libro Primero termina con el señor Lorry preguntándose qué capacidades podría recobrar y cuáles habría perdido para siempre el hombre enterrado, devuelto a la vida.
Análisis
El capítulo 5 es el primero que se desarrolla en Francia, y en él se introducen temas que serán asociados con este país a lo largo de la novela. El escenario se caracteriza por una miseria y una suciedad insoportables, lo que da motivo para la lucha de clases que tendrá lugar más adelante. El narrador se detiene especialmente en el estado deplorable de las habitaciones del señor Defarge, a las que describe como un “desagradable nido” (p.46) con desechos por todas partes y como un lugar donde la atmósfera está oscura y contaminada.
El vino derramado es una alusión obvia a la sangre derramada, y el entusiasmo de la multitud, sedienta de vino, indica cómo se recibirá con ansias de sangre la revolución que se avecina. La reacción ante el derrame del vino es notable no solo por la agitación que produce, sino también porque crea lazos sociales entre los estratos bajos, que rara vez, o nunca, se puede dar el lujo de beber vino. Bajo su influencia, la gente canta, baila y sigue bebiendo a la salud de los demás. En esta escena queda claro el motivo de la revolución, ya que se describe ingeniosamente la condición de pobreza. Cuando se termina el vino, la gente vuelve al hambre, a los trabajos tortuosos e impagos y a sus existencias sombrías y solitarias. El derrame del vino es lo único que los anima, pero también les quita una parte de su humanidad. El vino los animaliza, dejándoles “manchas rojas en torno de la boca, como tigres saciados de sangre” (p.40). Aquello que los une es también lo que los hace peligrosos y bestiales.
Los Jacques no se llaman realmente así. Se trata de una palabra clave con la que se identifica a todos los seguidores de la Revolución francesa. Los revolucionarios tienen un código elaborado, que se va revelando sutilmente. Por ejemplo, más adelante, la tos y los adornos de la señora Defarge indicarán que hay alguien peligroso en la taberna. Estos códigos y modos secretos indican que los movimientos clandestinos de estos personajes son peligrosos.
El carácter del señor Defarge se refleja en su rostro. Para Dickens, la distancia entre los ojos de una persona es un indicador de si es o no un criminal. Los ojos del señor Defarge se ubican a una buena distancia, a diferencia de los del Jerry Cruncher, lo que podría indicar la inocencia del francés. Pero más adelante se revela que su esposa, la señora Defarge, es quien fomenta sus actividades delictivas. La señora Defarge es un personaje más interesante y misterioso que su marido. Ella es la que da pistas con sus gestos, y es su iniciativa la que guiará el curso de los acontecimientos.
El señor Lorry vuelve a verse perturbado por el incumplimiento de las convenciones sociales, puesto que no existe ningún patrón a seguir para lo que debe hacer en París. El señor Defarge se preocupa por seguir las convenciones, pero lo hace de una manera que revela sus intenciones más siniestras. Cuando reconoce a la señorita Manette como la hija de su antiguo amo, Defarge se inclina sobre una rodilla y le pone la mano en los labios, en un “gesto leve, pero realizado con poca suavidad” (p.46). En un mundo donde el ser y el parecer coinciden, la gentileza de una acción refleja la gentileza de la intención, pero aquí tal equilibrio se ve perturbado. El señor Lorry intenta tranquilizar a la señorita Manette, repitiendo las palabras “valor” y “negocio”, que para él son conceptos vinculantes y tranquilizadores. Su constante repetición de la palabra “negocios” es ridícula, dada la función tan poco empresarial en la que se encuentra.
El capítulo 6 se ocupa principalmente de la aflicción del doctor Manette. La suya es la primera y más clara representación de la resurrección, que sigue siendo un tema importante en la novela. El temor de la señorita Manette de que la lleven a conocer al fantasma de su padre se ve en cierto modo justificado por el aspecto espectral de aquel y por su voz, “tan desprovista de la vida y la resonancia típica de la voz humana”, que parece “una voz de ultratumba” (p.51). La reacción inmediata de sus allegados es de sorpresa y horror más que de alegría, si se compara con la resurrección de Jesús en los Evangelios. La parte más viva del rostro del doctor Manette es la que el narrador ha considerado previamente como la más importante: sus “ojos extremadamente brillantes” (p.52). En ellos se encuentra el germen para la recuperación del resucitado.
La luz que supera la oscuridad es una imagen constante en este capítulo, que indica el papel que tendrá la señorita Manette en la vida de su padre a partir de este momento. En el capítulo anterior, la buhardilla se describía como oscura en extremo, pero la entrada de los visitantes provoca un “amplio círculo de luz” (p.52) que ilumina al zapatero. Los detalles físicos del doctor Manette, que tiene labios y uñas color “plomizo” (p.53) –el color de la prisión– contrastan con los rizos dorados y el rostro “joven y agraciado” (p.56) de su hija, que permanecerá inmune a su oscuridad. Será ella quien afecte con su propia luz al doctor Manette, como se describe en este pasaje: “La blanca cabeza del anciano se puso en contacto con los dorados cabellos de la joven, que parecían prestarle nueva vida, como si sobre él brillase la luz de la libertad” (p.59). El mero hecho de que el doctor Manette esté vivo es un milagro, pero su resurrección no estará completa hasta que se exponga a la luminosidad de su hija.
La conmovedora escena entre padre e hija es típica de la novela sentimental, género que fue muy popular en Gran Bretaña durante el siglo XVIII. La novela sentimental suele representar la virtud en la aflicción e intenta suscitar la emoción de sus lectores. Algunas de las novelas sentimentales más famosas antes del auge del Romanticismo eran Viaje sentimental por Francia e Italia (1768) de Laurence Sterne, y El vicario de Wakefield (1766) de Oliver Goldsmith. La familia reunida tras años de sufrimiento y la heroína bella pero afligida son recursos típicos de estas novelas.
El cabello de la señorita Manette volverá a ser un elemento importante en la novela. Como se verá más adelante, Lucie será el único agente que une todas las diferentes vidas, vínculo que se ve representado en los rizos dorados de su cabello. Aquí, los rizos la conectan con su padre y con el pasado. Al ver los mechones de su pelo, el doctor Manette cree que Lucie es en realidad su madre, muerta hace tiempo, que como ella tenía el pelo largo y dorado.
Aunque Dickens ha ambientado parte del Libro Primero en Francia, la mayor parte de este se desarrolla en Inglaterra. El Libro Segundo será el libro de enlace, con acciones que tienen lugar tanto en Inglaterra como en Francia. En el Libro Tercero, toda la acción tendrá lugar en Francia. La relativa tranquilidad de Inglaterra y todo lo que representa en esta primera parte puede contrastarse con el carácter salvaje de Francia en el último libro.